19 de setiembre: Historia de Neuquén.

19 de septiembre de 1834
Se crea la diócesis de San Juan de Cuyo, que abarcaba las actuales provincias de Neuquén, San Juan, Mendoza y San Luis.
19 de septiembre de 1879
El comandante Martín Guerrico parte de aguas arriba del Fuerte Cuarta División en botes que llevaran a dicho sitio en mulas, a efectos de explorar el río Neuquén hasta la confluencia con el Limay.
19 de septiembre de 1913
Visita Neuquén el superior inspector de los padres salesianos, reverendo presbítero Luis Pedemonte.
19 de septiembre de 1940
Muere Juan Luis Lafontaine de la colectividad francesa, hombre de empresa y administrador de campos familiares fue muy apreciado por las tribus pehuenches de la región.
19 de septiembre de 1958
Se adopta el Escudo Oficial de la provincia (Ley N° 16), obra de Aldo Mastice.

FUENTE: Lic. Ricardo Koon

 

ANEXO

Aldo Mastice: apasionado por el dibujo y los aviones 

Este personaje emblemático de Neuquén fue piloto e instructor de las líneas aéreas en nuestro país. En la actualidad, continúa desplegando su pasión aeronáutica en su taller de aeromodelismo. Fue creador de la bandera y el escudo de Neuquén. En 2008 fue distinguido como Vecino Ilustre de la Ciudad.
Aldo Mastice: apasionado por el dibujo y los aviones
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Neuquén > Mario Aldo Mastice nació el 30 de abril de 1935, hijo de Mario Mastice, oriundo de Aosta, Italia, y de Dolores -Lola- Lojo, de la Isla de Arosa, en España.
Su padre llegó en la década del ’30 a la Argentina antes de la Segunda Guerra Mundial. Arribó a Buenos Aires para luego dirigirse a la Patagonia. Trabajó como tenedor de libros en varias estancias patagónicas. Durante ese periplo, conoció a Lola en Puerto Santa Cruz, dado que José Lojo, su padre, era pescador y práctico en la ría.
Luego de entablar la relación, Mario y Lola decidieron radicarse en Punta Arenas, localidad de Chile, donde nacieron Aldo y Julia, quienes les dieron siete nietos y varios bisnietos.
Al poco tiempo, la pareja decidió volver a nuestro país con sus pequeños hijos. La Estancia María Behety, en Tierra de Fuego, constituiría su domicilio durante cinco años. Luego se trasladaron a Río Gallegos. Aldo realizó sus estudios primarios en el Colegio Salesiano de esa localidad chubutense. “Ese colegio significó mucho en mi vida”, nos cuenta Aldo. “Los curas salesianos que sabían de todo me enseñaron dibujo y diseño”, recuerda.
Aldo también integró la Banda de Música de los Exploradores de Don Bosco y armó sus primeros aeromodelos durante el cursado de sus estudios secundarios, que debió interrumpirlos porque la familia se trasladaría a nuestra ciudad.
Arribo a Neuquén
En 1948 su papá, cansado del áspero clima del sur, vino a trabajar a una Cooperativa Frutícola de Centenario, gracias a las gestiones de su amigo Pio Giordanelli, por entonces funcionario del Territorio Nacional. Poco tiempo después, toda la familia se trasladaría a nuestra ciudad. Pero el feliz cambio duraría poco, ya que Mario falleció repentinamente en septiembre de 1949. En ese entonces, Aldo cursaba el tercer año de la Escuela Nacional de Comercio Anexo Bachillerato (hoy Colegio San Martín), y allí recibió la contención y la inestimable ayuda de la directora, Olimpia Parola de Krause, recordada docente.
La muerte de Mario dejó sin fuente de ingreso a la familia. Afortunadamente, el talento y las dotes de Aldo le bastaron para salir del apremio. Una vez terminado el secundario, y dadas sus cualidades como dibujante (lo que valió obtener una recomendación de su profesor Allan O´Mill), Aldo accedió a dictar horas de la cátedra de Dibujo. Dicho empleo, sumado al de Auxiliar de Secretaria, lo ayudaron a salir adelante con su mamá y su hermana. Además, el ingeniero Alfredo Izaguirre, también profesor del establecimiento educativo, lo inició en el dibujo de planos, tanto de Arquitectura como de Agrimensura, hecho que significó una nueva salida laboral para la familia.

Amor por los aviones

En el Colegio Don Bosco de Río Gallegos, Aldo ya había armado sus primeros aeromodelos. Aquí, en nuestra ciudad, no tardaría en relacionarse con el Aeroclub Neuquén. Es por ello que su pasión por los aviones no culminaría en la realización de modelos a escala de aquellas naves que tanto le gustaban. En 1955, con la instrucción del recordado piloto René Riavitz, Aldo obtuvo sus “Alas de Piloto Privado”.
Recuerda que el inspector ante el que rindió su examen era el padre de la actriz Graciela Borges. Los compañeros fueron Pieroni, Giménez, Castaño, Scuanca, Pons (posteriormente intendente de Centenario), Danza, Morales y Armitano.
Su familia
Aldo se casó a los 28 años. Sus cuatro hijos Silvia, Claudia, Alejandro y Martín son todos neuquinos, quienes le han dado cinco nietos.
Desde hace veinte años comparte su vida con su actual esposa, Miryam Galindo.

Transportes Aéreos Neuquén

En 1970 Aldo pasó a integrar el cuerpo de pilotos de la Dirección de Sevicios Aéreos, luego transformada en TAN (Transportes Aéreos Neuquén). De su paso por dicha entidad, Aldo atesora innumerables recuerdos.
“Una buena parte de mi carrera como piloto profesional transcurrió volando en Neuquén y en todo el país. A los cuatro vientos, como dicen los marinos. Pero Chos Malal y toda la zona norte de nuestra provincia representaron siempre un desafío, por la agresividad de su clima y su impactante geografía montañosa. El Tromen, la Cordillera del Viento y el Domuyo de mas de 4.000 metros parecen parte de la Cordillera de Los Andes, pero no lo son. Lagunas, cráteres, arroyos y ríos a veces con un hilito de agua y otra bajando con todo y arrasando con todo. En esos años nadie hablaba del ‘Calentamiento global’ o del ‘Cambio climático’ pero los inviernos eran durísimos y el interior neuquino tenía en la aviación provincial el aporte seguro y rápido de sus vuelos desde y hacia la Capital Provincial. Más de una vez parte del puente sobre el río Neuquén fue arrasado por el torrente, pero allí estábamos nosotros con nuestros aviones para que la gente no sufriera el aislamiento. El helicóptero provincial también estaba siempre listo para los casos extremos, para llegar a lugares de muy difícil acceso aislados por nieve o lluvia. También había conexión con Mendoza.
En Chos Malal el viento incansable soplando día y noche, pero era raro que no pudiéramos entrar por causas meteorológicas. Al viento lo domábamos acostumbrados a sus embates y solo algún día, paradójicamente calmo, la formación de nubes bajas y la humedad ocasional no nos permitía visualizar la pista. Entonces oíamos la voz del controlador de turno, el propio jefe del aeropuerto, el inefable Turco Arabia o nuestro amigo, Custodio Gutiérrez, nos decían: ‘Esto se abre en un poco rato’ y nos íbamos a sobrevolar los alrededores para hacer tiempo. El aire calmo, sin turbulencia, producía un vuelo espectacular. El paisaje de mil colores desfilaba bajo el avión y los pasajeros y nosotros disfrutábamos. Después, el llamado de la torre: ya podíamos aterrizar. ¡Cuántas anécdotas! Sobre todo en la época de los piper Navajo, aviones pistoneros bimotores que habían pertenecido a Aviación del Ejército. Eran cuatro, para piloto y 7 u 8 pasajeros.
Recuerdo a un hombre de campo que venía a tomar el vuelo con su perro, compañero de toda la vida. No teníamos bodega para el transporte del animal, así que al no tener inconvenientes de los demás pasajeros, ‘el amigo del paisano’ viajó sentado con su dueño. Los pasajeros más habituales se disputaban el asiento del copiloto.
El aeródromo de Chos Malal formó parte de un plan de construcción de pistas que incluyó Chapelco, Zapala, Las Lajas, Loncopué y Caviahue, a los que se les sumó Cutral Co y Rincón de los Sauces debido a la explotación petrolera. Neuquén estaba al frente en materia de aeropuertos y flota aérea.
“TAN, la línea aérea provincial, volaba diariamente a Chos Malal y sus habitantes contaban seguro con nuestros vuelos. Entre los comerciantes y profesionales, recuerdo a Clemente Ordóñez. Hay que tener en cuenta que el pueblo chosmalense estaba a solo 45 minutos de la capital. También realizábamos traslados sanitarios, algunos llevando incubadoras para la evacuación de bebés prematuros asistidos por los médicos del hospital capitalino.
Hoy el aeródromo lleva el nombre de Oscar Reguera, veterano piloto de TAN que voló junto con Alfredo Pujante, el primer helicóptero provincial, con base operativa en ese punto, para asistir a pobladores de parajes aislados por fenómenos climáticos.
Volé en TAN por 25 años, durante los que recorrí todo este hermoso país, toda América e inclusive parte de Europa. Hasta hicimos una escala en Reikiavik, Islandia, trayendo en vuelo un avión desde Suecia.
Es cierto que veinticinco años no es nada, pero quiero nombrar a los primeros tripulantes con los que formamos parte de esa etapa a la que se agregaron muchos nombres: Cacho Tarruella, Miguel Tiemroth y Jorge Pereira. Hoy, casi sin movimiento, ocasionalmente algún vuelo o alguna competencia volovelística traen el ruido que tanto se extraña”.
Cuando se jubiló, Aldo recibió un reconocimiento que esta guardado en lo más profundo de su corazón.

Historias de escudos

El escudo de Neuquén capital se oficializó en 1980, merced a un concurso organizado por la Municipalidad que permitió a Aldo, al adjudicárselo, ser su creador.
“En el blasón están representados la confluencia del Limay y Neuquén y el monolito de la Avenida Argentina, con los laureles, la espada y la flecha resumiendo parte de nuestra historia”, explica.
Aldo nos contó que el jurado le sugirió quitar la fecha (1904) “que inscribí en la banda que rodea al monolito fundacional pues la fecha no era aceptada al no existir, entonces, la certeza de que fuera correcta”.
“En 2004, centenario de la capitalidad neuquina, le sugerí a la Municipalidad incluir el 1904, pero nadie lo tomó en cuenta”, agregó.
Contó que el primer concurso en el que participó fue el del Escudo Provincial en 1958. “Hubo 125 participantes de todo el país. Yo comenzaba mi carrera de piloto en el aeroclub de Neuquén, que para mí era lo más importante, pero me apasionaba la cordillera, el Lanín y las charlas con el doctor Gregorio Álvarez, al que conocí en Chos Malal. Todo ello me condujo a confeccionar algunos bocetos que fui corrigiendo hasta lograr el definitivo, que sería ganador.
Hoy, pasados tantos años, me parece mentira, sin jactancia, haber logrado el premio. Es que ya no me pertenece, salió de mí pero es de Neuquén. En este escudo opté por lo más simbólico: Lanín, Araucaria, agua y manos que expresan la naturaleza que colmó a Neuquén de dones. Y los laureles y el sol sintetizan el espíritu de argentinidad”.

Bandera de Neuquén

No cesa aquí el reflejo del espíritu extraordinario de Aldo: también resultó ganador del concurso nacional, convocado por el Gobierno del Neuquén, para gestar la bandera neuquina.
En palabras de su forjador, “es como una síntesis del escudo con casi todos sus atributos realizados en forma más esquematizada y a la que se le agregó la estrella federal. Esta bandera nació en la cabina de un avión en un vuelo entre Neuquén y Chos Malal. La idea venía dando vueltas en mi cabeza: tomé un block de notas que siempre me acompañaba e hice el primer boceto, piloto automático mediante”.
Posteriormente ganaría otros concursos, valiéndose de sus prodigiosas manos.
Su vasto currículum así lo atestigua, páginas cargadas con logros y datos tanto de dibujo y diseño como de aeronáutica. Tanto es así, que en 2008 fue nombrado Ciudadano Ilustre de la ciudad neuquina.
Nos despedimos de Aldo admirados de su amor por el aeromodelismo. En su casa posee un taller en donde confecciona aviones en escala, ubicado en estas tierras que le dieron cobijo, y en donde descansan sus padres y su siempre presente hermana Julia, tierra en donde nacieron sus hijos, nietos, y sobrinos, paisaje que eligió para vivir por siempre.

FUENTE: Diario La Mañana

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