Cuatro mujeres por día acuden a un banco de esperma para tener un hijo

banco-donantes-foto-istock-photos_claima20160129_0320_39El sueño de ser mamá en la Argentina. Están sin pareja y las apura el reloj biológico. En Capital hay 5 bancos de semen. En un año, más de 1.300 mujeres se animaron solas a la maternidad.

En la sala de espera del centro de fertilización asistida hay varias mujeres solas con un mismo anhelo: ser madres. Y han decidido serlosin un varón al lado. Tal vez no haya sido una elección, pero decidir es poderoso. Y hoy muchas mujeres deciden, pueden. En estos casos la ciencia ayudará. En el centro hay banco de semen, óvulos congelados, embriones criopreservados.

El primer paso es sentarse ante el doctor y hablarle del deseo. El doctor escucha la historia de vida, las motivaciones de la maternidad, pregunta en consecuencia y detalla las opciones según la edad y los resultados que arrojen los estudios de rigor para ver el estado de las trompas y la reserva ovárica. El tratamiento puede ser de baja complejidad (una inseminación simple), o de alta: ICSI con óvulos propios o ICSI con óvulos donados.

Pero antes de seguir avanzando, el doctor sugiere hablar con el psicólogo de la institución. Allí está Darío Fernández. “Mujeres solas criando hijos es algo muy viejo en la humanidad. Lo nuevo es la decisión de hacerlo”, dice. “En general son mujeres profesionales, con un desarrollo laboral importante. Han tenido parejas, pero ahora están cerca de los 40 años y las apura el reloj biológico. El deseo de maternidad no es de un día para el otro, tomar esta decisión es un proceso largo que puede llevar dos, tres años”, explica.

Y cuenta que la angustia mayor de estas mujeres pasa por si sus hijos sufrirán la falta de papá. “No se sufre la pérdida de lo que no se tiene”, dice, habla de las amorosas redes de apoyo y contención que arman estas madres, y de la relevancia de contarles toda la verdad a estos hijos: “Cuanto más chiquitos mejor, así crecen sabiéndolo, porque lo importante es que han sido muy deseados”.

Eso pensó otra mujer, Marianela Casanova, y escribió un libro: “Una historia especial”, en el que una mamá le cuenta a su hijo por qué decidió ser madre sin estar en pareja. El libro es para niños de entre 3 y 5 años, y está avalado por la Asociación Latinoamericana de Medicina Reproductiva, la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva, la Red Latinoamericana de Organizaciones de Personas Infértiles y Concebir Asociación Civil.

Pero volvamos al centro. El recorrido continúa por el banco de semen, para ver cómo es el manejo y la asignación, o matching. Antes, Sergio Papier (el doctor), cuenta una historia: en 1884, en Filadelfia, Estados Unidos, se produjo el primer caso confirmado de inseminación artificial de donante. La hizo William Pancoast en el Jefferson Medical College. Un comerciante adinerado le confesó su imposibilidad para procrear y Pancoast vio la oportunidad para probar un nuevo procedimiento: anestesió a la esposa del paciente y ante una audiencia de estudiantes de medicina la inseminó usando el semen del varón más guapo de la clase. A los nueve meses nació el bebé.

El dato sirve para ilustrar lo antiguos que son los bancos de semen. En Argentina comenzaron a abrirse a fines de los ochenta. Los más importantes están en Buenos Aires, y son un puñado. Sus referentes describen el mismo camino: en un comienzo, las muestras de los donantes eran requeridas por parejas en las que los hombres no tenían buena calidad de esperma. Fue recién en este milenio cuando las mujeres empezaron a buscar muestras para ellas: primero lo hicieron las lesbianas, y en los últimos años, las mujeres sin pareja. Hoy, el 50% de las muestras de semen pedidas a los bancos son para mujeres que toman la decisión de enfrentar la maternidad sin pareja. En el último año, según estos cinco centros porteños, suman 1.320.

“A los donantes se les hacen análisis completos y estudios genéticos en los que se ven más de 2.700 genes y 300 enfermedades”, explica la bioquímica Valeria Chekherdemian. Los donantes tienen entre 21 y 39 años y luego de los test, sólo se les da el apto al 20%. Los aptos pueden dejar hasta diez muestras. No cobran por ellas sino que reciben viáticos y una “compensación” por el lucro cesante por si tuvieron que faltar al trabajo o dejar de hacer algo. Esas muestras se congelan y duran diez años. El matching tiene que ver con los genes de la mujer y sus características fenotípicas. La mujer sí paga el semen: una muestra vale, promedio, 7.000 pesos.

Al menos en este banco no hay fotos de los donantes, porque la donación es anónima. Hay bancos que ofrecen elegir un programa de identidad abierta. Lo cierto es que el nuevo Código Civil lo exige. En otros se pueden ver fotos de los donantes de cuando era chiquitos, como para darse una idea… Pero eso de buscar modelos de padres en un book no está permitido en Argentina, o no debería estarlo.

En el rincón más resguardado del centro, que exige ponerse el ambo, la cofia y cubrir los zapatos, Florencia Nodar prepara las muestras de semen para inseminar, las mezcla con óvulos, controla embriones. Ahí cerca están las salas donde las mujeres reciben los “materiales”. Así se dice. Algunas de ellas allí mismo quedarán embarazadas.

La identidad, un derecho de todos los chicos

La donación de semen, óvulos, gametos, siempre ha sido anónima. Pero ese anonimato del donante se choca con el derecho de las personas a conocer su identidad. Por eso el nuevo Código Civil dedicó varios artículos a tratar este tema.

Lo que establece es que los datos de los donantes deben quedar en un registro especial, y cuando los chicos que han nacido gracias a gametos donados sean mayores de edad, pueden pedir estos datos. Siempre deberán hacerlo a través de la Justicia. Es decir, deben argumentar ante un juez el por qué de su interés. También pueden pedir los datos por cuestiones de salud, por sospechas de enfermedades genéticas o cuestiones hereditarias.

El nuevo Código también deja muy en claro que los donantes de gametos no tienen ni derechos ni obligaciones respecto a estos chicos porque sus padres son los que firman la “voluntad procreacional”. El problema es que aún no se creó el Registro Especial de Donantes.

FUENTE: Diario Clarín

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