El último Cruce de los Andes y la recreación de los primeros combates

Treinta y cinco militares argentinos y otros tantos chilenos, todos a lomo de mula, y 158 efectivos a pie salieron desde el destacamento militar de Uspallata, enclavado en plena cordillera andina, con destino a la localidad de Picheuta, primera parada.

 

Bajo un sol impiadoso y en un clima de gran expectativa, la columna de militares argentinos y chilenos que cruzará a Chile a través del paso mendocino de Uspallata partió hoy del Regimiento de Infantería de Montaña (RIM)16, dando inicio al homenaje que las fuerzas armadas de Argentina y del país trasandino le rinden a la epopeya del general José de San Martín, quien hace 200 años salió desde El Plumerillo para liberar a Chile y a Perú.

Treinta y cinco militares argentinos y otros tantos chilenos, todos a lomo de mula, y 158 efectivos a pie salieron a las 9 desde el destacamento militar de Uspallata, a unos 1900 metros sobre el nivel del mar y enclavado en plena cordillera andina, con destino a la localidad de Picheuta, primera parada a 50 kilómetros.

La columna liderada por Adriano Carrasco Romero contiene a la vicegobernadora de Mendoza, Laura Montero, quien inició la travesía -que terminará el 2 de febrero en el Cristo Redentor- montada en una mula negra a la que llamó «Superagente 86», porque el animal tenía ese nombre en una de sus herraduras.

Con 37 grados y bajo un cielo sin nubes, la columna se dividió en dos: la que avanzaba a lomo de mula lo hacía en medio de la precordillera mendocina, y los soldados que marchaban a pie, avanzaban al borde de la Ruta 7, conocida como ruta sanmartiniana.

A raíz del intenso calor, y atendiendo al consejo de los lugareños de que el sol en la Cordillera es mucho más fuerte, los expedicionarios pararon a los tres kilómetros para descansar.

Los soldados que iban a pie bebieron agua de una mochila «camelback», un dispositivo que se lleva en la espalda y del que sale un tubo que se absorbe como si fuera una bombilla de mate, bebiendo pequeños sorbos en forma casi constante, atenuando la escasez de oxígeno a la que está sometido el organismo por la altura.

En la primera parada, una mula corcoveó y tiró a un militar chileno, quien fue asistido por una ambulancia del Ejército que integra la logística junto a camiones Unimog y puestos sanitarios.

Pero la jornada en el RIM16 comenzó a las 4 de la madrugada. Los soldados, que en algunos casos llevan hasta seis meses preparándose para esta expedición conmemorativa, se acercaron al sector veterinaria para ver como estaban las mulas, fundamentales para el traslado en la montaña, y recrear el paso de la columna que encabezó hace 200 años el general Juan de Las Heras.

El encargado del sector de mulas, el cabo Ramón Chávez, contó a Télam que esos animales, considerados «los tractores de la montaña», fueron seleccionados por robustos y poco rebeldes, aunque la mula es como todo animal: «si percibe peligro corcovea y trata de sacarse la carga de encima».

«No le dimos de comer ayer, para que hoy se alimenten bien y gasten todas sus energías en esta jornada; los soldados, que son buenos jinetes, deberán esperar una hora y media para poder montarlas, ya que primero hay que hacerles una última revisión y ensillarlas», detalló Chávez.

A medida que avanzaba la jornada, el calor se hacía más intenso y el ritmo de todos era cada vez mas lento, lo que hizo necesario otras dos paradas antes de llegar a Picheuta.

«¡Vamos bien!», respondían los efectivos cuando la prensa que sigue la columna se acercaba a preguntarles, mientras sorteaban la tierra pedregosa del camino. Al levantar la cabeza, el premio era el hermoso paisaje cordillerano, con las imponentes montañas que se abren a su paso y con el torrente del río Mendoza, que proviene del deshielo, pero que, a la altura de Uspallata, arrastra aguas oscuras por sedimentos.

Al llegar a un sector en donde el río se ensancha aunque casi sin caudal, rodeado de mesetas empinadas, la columna hizo la segunda parada, en la que los soldados se hidrataron y los jinetes bajaron de las mulas para que pastaran en la poca vegetación que existe en la zona.

La columna tiene previsto llegar a su primera parada a Picheuta, en donde hace 200 años el general Las Heras libró una primera escaramuza con las tropas realistas. Allí el plan es descansar y recrear esa pequeña batalla en la que participarán los regimientos de infantería de montaña 16 y 11, con asiento en Tupungato.

Los que van a lomo de mula llevan las banderas argentina, chilena y la del Ejército de los Andes.

En ese acto participará la vicegobernadora mendocina, quien le dijo a Télam: «(es) un gran desafío para mí, siempre me encantó el deporte de aventura, hice trekking y ahora natación; como buena mendocina, al calor no lo sufro tanto, y la mula se porta bastante bien conmigo, que la dejo descansar un poquito para que coma algo».

«Esto es una buena señal de la confraternidad que siempre tiene que haber entre argentinos y chilenos, todas las relaciones tienen que apuntar hacia una estrategia de cooperación y estas señales que uno da, por ejemplo desde acá, con la participación mía y la de el ejercito argentino y el de Chile, van en torno a ese punto frente a las amenazas globales: hay que trabajar en estrategias de cooperación, no de confrontación», enfatizó.

Montero destacó además que, como representante del pueblo de Mendoza,» es una buena señal que yo este acá en este homenaje a San Martín, quien armó un ejército en base al pueblo, hizo una articulación cívico militar, ya que el pueblo cuyano sostuvo el ejército, le proveyó la indumentaria, la comida y las armas, y los baqueanos le ayudaron a establecer la logística».

«Hubo un momento en que las relaciones entre Argentina y Chile estaban tensas y, cuando íbamos a Chile, a los mendocinos no nos trataban bien; ahora estamos tratando de vincularnos con varios pasos, hay que ‘perforar’ un poco la Cordillera, por ejemplo por el de Pehuenche, Las Leñas, Planchón-Vergara, Piuquenes, y el intendente de San Carlos promueve su paso por la Laguna del Diamante», reivindicó.

 

A 200 años de los combates de Picheuta y Potrerillos

El combate de Picheuta tuvo lugar en el marco del Cruce de los Andes realizado por el General Jose de San Martín. Tuvo lugar en la ruta sanmartiniana que cruzó por el Paso de Uspallata.
El combate se celebró el 24 de enero de 1817. El coronel Juan Gregorio Las Heras se encontraba acampado en Uspallata cuando recibió un aviso de que una avanzada de 14 hombres fue sorprendida en Picheuta. Marco del Pont tenía 1.000 hombres en el Valle del Aconcagua y dispuso que un destacamento de 250 hombres avanzara por el camino de Uspallata, previo pasar la cumbre, e hiciera un reconocimiento a fin de recabar noticias ciertas sobre los movimientos de las tropas sanmartinianas. La vanguardia de este grupo, compuesta por 60 hombres, era la que había sorprendido a los soldados en Picheuta. De los 14 soldados se salvaron algunos que llevaron la noticia a Uspallata, donde estaba Las Heras. Inmediatamente envió al mayor Enrique Martinez con un piquete de 110 Granaderos a Caballo que alcanzaron a los españoles el 25 en Los Potrerillos. Allí se peleó durante más de 2 horas debiendo los españoles repasar la cumbre de la cordillera y llevar la noticia a Los Andes.
Enterado San Martìn de lo ocurrido en Picheuta y Potrerillos envió al Mayor de Ingenieros Arcos con 200 hombres a que ocupara la garganta de Acupallas y se fortificara.

 

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