Gérard Depardieu en la Argentina

Rodó en nuestro país «Sólo se vive una vez». Conoce  la historia política de la Argentina, habla de los viñedos en Mendoza que vendió, de cine, y ataca a la TV. El actor de “Camille Claudell” y “El último subte” estuvo en octubre filmando la película con Peter Lanzani, que estrena el jueves. Dice del cine francés “no me conmueve”.

FUENTE: Diario Clarín

 

Che, franchute”, le dice Peter Lanzani en tono amenazante. En verdad se lo dice su personaje en «Sólo se vive una vez», el filme que Gérard Depardieu vino a rodar en octubre del año pasado a Buenos Aires. Estuvo poco tiempo, pero comió carne, aunque no pudo conseguir mesa en El Obrero, el bodegón cerca de la Usina del Arte. Fue por entonces que la estrella francesa, desde 2013 con ciudadanía rusa, aceptó dar una única entrevista a un medio gráfico argentino, no en inglés, que habla fluido, sino en francés. “Entiendo poco de español. Poquito. Puedo entender lo cotidiano, y hablo italiano… poquito”, se excusó.

Depardieu (68), enorme de físico y no sólo a lo ancho, camina con crocs negras en la suite de su hotel porteño sobre la avenida 9 de julio. Fuma, se hace un café, no convida, y se sienta a la mesa. Llegó cansado del rodaje: todo se demoró una hora y media. Su personaje es un empresario que quiere conseguir una patente para conservar la carne a toda costa, aunque los resultados indiquen que el conservante pueda provocar cáncer.

Aprovechó su viaje, cuenta aunque no hay mucho tiempo, no solamente para trabajar. “Tuve la oportunidad de conocer gente, cuando tuve tiempo no sólo fue una visita turística. Se conoce mejor la cultura cuando uno trabaja con la gente. Y pude constatar que hay un pequeño complejo de inferioridad entre los argentinos y los españoles. Es un poco raro, porque soy un ciudadano del mundo, me gustan las culturas y las civilizaciones. Me llama la atención que los argentinos estén acomplejados de España”, es su análisis de esta coproducción, precisamente con España.

-¿Usted tiene viñedos aquí?

-Tenía en Mendoza, pero los vendí. Hay viñedos franceses muy conocidos. El negocio cambió. La mano de obra es barata, el terruño es muy bueno. En América compran muchísimos vinos chilenos para hacer enlaces de cepas, y es una lástima. Pero que creo que la Argentina tiene otra cosa más que carne para mostrar. Ustedes tienen una historia política muy rica, pero van mucho más rápido que España, que dejó a Franco e hicieron un progreso hipotético en Europa.

-¿Cuánto sabe de la historia política de nuestro país?

-Hemos perdido mucho, hay que volver a encontrar la identidad. Ustedes y en Francia. Aquí, en los años ’90, con Carlos Menem como presidente, Fidel Castro (N. de la R.: Castro y Depardieu fueron grandes amigos) no aguantaba que Menem vendiera miles de hectáreas…

-Volviendo al cine, ve mucha producción que se realiza, no sólo de Francia. ¿Cree que el cine está atravesando una crisis?

-En el cine internacional noto que se hace una cantidad impresionante de películas por países. Son películas para el cine, no para televisión. En los Estados Unidos se realizan 1.000 por año, en Nigeria, 800, en India, 900. Son películas baratas, sobre castas, el mejor cineasta indio es Satyajit Ray, que lo veían hasta en Norteamérica y le dieron el Oscar honorario. Ahí se ve la salud del cine. Sólo hablando de cine, en salas, en Alemania, que es un país importante europeo, se hacen 50 películas por año. En Inglaterra, los directores que no emigraron a América, hacen 45 películas. El conocido es Ken Loach, sí, pero el resto… Son pequeños cosas. En Bélgica se hacen muchas coproducciones, en Francia se hacen 180, filmes, en Italia y España, 80. Pero excepto por dos o tres españoles que pueden viajar por el exterior con sus películas, es muy poco.

-Para no hablar del cine estadounidense.

-El cine estadounidense es una industria que funciona como capitalista y se volvió una máquina de hacer dinero terrible. Es difícil luchar contra esta industria idiota, el capitalismo de la cultura.

-¿Y del cine francés? ¿Qué opina?

-A mí particularmente el cine francés no me conmueve, no hay corazón, ni hay calidad. Y se perdió esa identidad cultural. Antes estaban Truffaut, Renoir… No hay nada interesante.

-¿La televisión y el streaming influyen en la calidad de la producción?

-La televisión hizo bajar el nivel de sensibilidad de cualquier espectador, sea de cine o no.

-¿De qué se siente orgulloso de su carrera?

-De nada. Simplemente de haber tenido, y tener, encuentros con la gente. De aprender a hablar. Hice ese trabajo, el de la actuación, no para el cine sino para aprender a hablar, descubrir culturas, autores. De joven hacía muchísimo teatro, Peter Handke, Pirandello, todos los grandes clásicos, lo moderno, hasta Camus. Pero ahora ¿qué es lo moderno?

-¿Qué es lo moderno?

-Lo moderno es Internet, ver filmes, música, en los teléfonos portables.

-¿Por qué es actor?

-Porque quise aprender. Yo no hablaba, tenía un shock hiperemotivo, no entendía demasiado. Y en el teatro veía lo que lograba hacer en la gente.

 

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