Hoy The Rolling Stones cumple 50 años de su primer concierto en el Marquee-Club.

Con más de 200 millones de copias vendidas en todo el mundo, son considerados un pilar fundamental de la historia del rock. En 2013 harán su gira de despedida.

Aunque su físico ya no pueda ocultar el paso de los años, la palabra final queda aún muy lejos para los Rolling Stones. Y tampoco tienen claro el principio: ninguno es capaz de acordarse cómo empezó todo. Por eso, se sigue tomando como fecha fundacional la de su primer concierto en el legendario Marquee-Club londinense, el 12 de julio de 1962.

Aquella tarde, y en general, los comienzos de la banda, está envuelta en una nebulosa de misterio, como ocurre con frecuencia en todo lo relativo a los Stones. ¿Quiénes eran? ¿Qué tocaban? y, sobre todo, ¿no se remontan sus orígenes mucho más atrás, en torno a los años 50, cuando Mick Jagger y Keith Richards se conocieron en el colegio?

Algunos opinan que el momento decisivo fue una mañana de octubre de 1961, en la estación de tren de la localidad inglesa de Dartford. Allí fue donde Jagger, que posteriormente sería el cantante y líder de la banda, se encontró de nuevo con Richards, futuro guitarrista, tras un tiempo sin tener noticias el uno del otro.

Jóvenes, no tenían en la cabeza otra cosa que no fuera la música. Y hablaron de ello, aunque sin aventurar siquiera los hits que pocos años más tarde escribirían juntos. El trayecto en tren iba hacia Londres. Y a la capital británica se dirigían también sus destinos musicales.

Más bien por casualidad -otra banda canceló-, Richards, Jagger y los otros miembros que éstos habían reclutado aterrizaron en el escenario del Marquee. La banda se llamaba “Rollin Stones” (sin la “g”) en referencia a un tema de Muddy Waters. Así lo confirma la revista musical “Rolling Stone”, obligada ya desde el nombre a ser una de las mayores conocedoras de esta banda que haría historia.

Primer concierto

Según la publicación, se puede decir con seguridad que aquel 12 de julio subieron a la palestra Jagger y Richards, ambos de 18 años, Brian Jones (20) a la guitarra, Dick Taylor (19) al bajo e Ian Stewart (23) en los teclados. No está tan clara la presencia de Mick Avory y Tony Chapman, ni tampoco la lista de temas.

“Muy pocos datos para un acontecimiento de tal calado mundial”, comenta la “Rolling Stone”. Pero en aquel entonces, nadie podía saber que “justo esa tarde se sentarían las bases de un capítulo esencial en la historia” de la música.

Siguieron años de éxitos, altibajos, golpes personales del destino y grandes triunfos. El baterista Charlie Watts pronto se sumó a la banda, aunque tuvieron que convencerlo, pues tenía un sueldo seguro como diseñador.

En sus comienzos, cuando todavía intentaban mantener una postura lo más prolija posible -de traje y con peinados muy similares a los de The Beatles-, la idea no pasaba ni cerca de alcanzar una marca semejante. Pero la idea de poder ser una banda no capaz de amasar millones, pero sí de lograr una masividad, se gestó justamente cuando John Lennon y compañía comenzaron a llamar cada vez más la atención.

Eso despertó a Mick, Keith, Charlie y Brian. Ellos habían nacido en Londres, uno de los ombligos del mundo. Y The Beatles en Liverpool, una ciudad considerada como algo menor.

“Nosotros los mirábamos despectivamente desde nuestro origen londinense. Veíamos que si unos chicos de Liverpool podían hacerlo, ¿cómo no íbamos a ser capaces nosotros, que vivíamos en Londres”, reconoció Richards alguna vez. Así se generó ese eterno enfrentamiento entre ambas bandas, algo que siempre fue alimentado más por los medios y los fanáticos que por ellos mismos, ya que tenían una buena relación.

En los ’60, los Stones fueron la bandera de la rebeldía, la sexualidad y el escándalo relacionado con las drogas. Y funcionó. Con humor e inteligencia, y algunas veces con portentosa seriedad, contribuyeron decididamente a la transformación de los tiempos. “Nuestra generación está creciendo con nosotros y cree lo mismo que nosotros; por eso, cuestiona algunas de las inmoralidades que la sociedad de nuestros días tolera: Vietnam, la persecución de los homosexuales, la ilegalidad de las drogas. Creemos que no puede haber evolución sin revolución”, manifestó el guitarrista Brian Jones en 1967.

Y la sublevación, de alguna manera, se logró. La incisiva presencia de los Stones, sustentada en las letras de sus canciones y en el eco libertario de su sonido, rompió con varios tabúes y abrió ventanas que hoy todos agradecemos: la informalidad, la liberación femenina (con la píldora como punta de lanza) y la legalización.

“No tengo problemas con las drogas; en realidad, tengo problemas con la Policía”, dijo alguna vez a Keith Richards.

“Sexo, drogas y rock and roll”

Esa postura de “sexo, drogas y rock and roll”, de vivir a plenitud de la música, de decir lo que se le dé la gana, de ser una celebridad, de rodar y, si se quiere, de ser miembro del jet set -como siempre le encantó a Sir Jagger-, fue patentada y sublimada por los Stones. Y con ello inspiraron, inspiran e inspirarán a miles de jóvenes, incluso en el negocio del rock, del cual son maestros.

“No deja de tener gracia el que nos vean comportándonos lo mejor que sabemos, luego de que se nos ha galardonado por años de mal comportamiento”, aseguró el vocalista.

Y tampoco hay que olvidar que gracias a ellos, a la obsesión de Jagger y Richards por ser las megaestrellas que son, el show del rock (ese entretenimiento que ha atravesado tantas vidas) se convirtió en otra cosa desde los ‘70. Escenografías, luces y sonidos se hicieron cada vez más espectaculares gracias a los Stones.

A fuerza de discos, tarima, declaraciones y fiestas, The Rolling Stones agigantaron la cultura del rock y transformaron las últimas cinco décadas de nuestras vidas.

Debe ser por eso que hoy, ‘calavéricos’, arrugados y sonrientes, se exhiben sin pudor con un lindo cartel colgado en el pecho que expresa: “Se puede llegar a viejo cagado de la risa, rico, famoso, glorioso, en tenis, en franela y con muchos buenos cuentos que contar”.

Primera pérdida

En el verano de 1969 tuvo lugar uno de los capítulos más trágicos: el guitarrista Brian Jones fue hallado muerto en una piscina, con restos de alcohol y drogas en sangre. Pocos días antes lo habían echado del grupo. El cuarto Stone de la formación actual, Ron Wood, no se unió a la banda hasta 1975.

Fuente: diario La Mañana de Neuquén

 

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