La extraña «epidemia de baile» que se desató en Estrasburgo en 1518

Una misteriosa y extraña epidemia de baile asoló la localidad de Estrasburgo en julio de 1518. Todo comenzó cuando una mujer llamada Troffea empezó a bailar de manera descontrolada por las calles de la ciudad. Ella fue la primera de cientos de personas que sufrieron esta extraña afección, que las autoridades del momento no supieron combatir. En la actualidad existen varias teorías que podrían explicar su origen, entre ellas la histeria colectiva.

Bailarines de San Juan en Molenbeeck, cuadro pintado por Pieter Brueghel el Joven en 1592 (Colección privada).

Bailarines de San Juan en Molenbeeck, cuadro pintado por Pieter Brueghel el Joven en 1592 (Colección privada).

Bridgeman Images / Gtres

Aquella mañana del 14 de julio de 1518 era una mañana como cualquier otra en la ciudad de Estrasburgo, en la actual Francia. Pero, de pronto, una vecina de la localidad, a la que las fuentes se refieren como «Frau Troffea», empezó a bailar de manera descontrolada en medio de la calle. ¿Qué le ocurrió? Pues es posible que este sea el primer caso documentado de coreomanía, la conocida como «enfermedad del baile» o el popular «baile de san Vito». Aunque nos parezca sorprendente, este fue un auténtico fenómeno social en la Centroeuropa de los siglos XIV y XVII. Lo que sucedía era que un grupo de personas, a veces miles a la vez, se lanzaban a bailar desenfrenadamente hasta desplomarse de puro agotamiento.

Volviendo al caso de Troffea, esta no podía parar y continuó bailando durante más de cuatro días seguidos, hasta que no aguantó más y acabó falleciendo. Pero lo más curioso del caso es que desde que la mujer empezara a moverse sin control, decenas de personas, incluso cientos, se unieron a un baile macabro que parecía no tener fin y que llevó a la muerte a la mayoría de ellos. Tan singular suceso es conocido como la «epidemia de baile de 1518», y aunque sus causas siguen siendo desconocidas, los investigadores creen que pudo tratarse de un caso de histeria colectiva que habría afectado a un gran número de personas.

Danza Campesina, cuadro pintado por Pieter Brueghel el Viejo en 1568. Museo de Historia del Arte, Viena.

Danza Campesina, cuadro pintado por Pieter Brueghel el Viejo en 1568. Museo de Historia del Arte, Viena.

Bridgeman Images / Gtres

UN EFECTO MISTERIOSO

Desde que la señora Troffea empezara a bailar de aquella manera descontrolada, fueron 34 las persona que se le unieron en una semana, y alrededor de 400 en un mes. Según recogen algunas fuentes históricas, decenas de estas personas sufrieron todo tipo de efectos a causa del inusitado esfuerzo, desde invalidez a ataques epilépticos, infartos, derrames cerebrales o caídas que les acabaron llevando a la muerte.

Grabado de Hendrik Hondius II basado en un dibujo original de Pieter Brueghel el Viejo en el que se ve a tres mujeres afectadas por la epidemia de baile de 1518.

Grabado de Hendrik Hondius II basado en un dibujo original de Pieter Brueghel el Viejo en el que se ve a tres mujeres afectadas por la epidemia de baile de 1518. PD

Según iban pasando las horas, todas aquellas personas que no podían dejar de bailar se retorcían de dolor mientras suplicaban que los parasen como fuera. Pero cualquier intento en ese sentido resultó en vano. Cuando uno de aquellos bailarines involuntarios podía ser parado, se calmaba al instante, pero cuando era liberado volvía a bailar de un modo compulsivo. «Se creía que el baile era al mismo tiempo la enfermedad y su cura», asegura el historiador británico John C. Waller que ha investigado el fenómeno en su libro de 2008 A Time to Dance, a Time to Die: The Extraordinary Story of the Dancing Plague of 1518 (Tiempo de bailar, tiempo de morir: la extraordinaria historia de la Epidemia de baile de 1518).

EL FIN DE LA LOCURA

A medida que la «epidemia» de baile iba empeorando, las autoridades de Estrasburgo buscaron el consejo de los médicos de la ciudad, quienes descartaron cualquier causa de tipo astrológico o sobrenatural. Los galenos declararon que la epidemia se debía a una enfermedad causada por un repentino aumento en la temperatura de la sangre conocida como «la enfermedad de la sangre caliente» en la que, según el pensamiento de la época, el flujo sanguíneo podía recalentar el cerebro provocando enfado, fogosidad o incluso locura. Lo que resulta extraño es que en lugar de realizar las tradicionales sangrías o prescribir a los enfermos una severa dieta, la autoridades decidieron que toda aquella gente siguiera bailando, a ver si así lograban desfogarse y parar.

Festividad de San Jorge alrededor del a´rbol de mayo. Pintura de Pieter Brueghel el Joven.

Festividad de San Jorge alrededor del a´rbol de mayo. Pintura de Pieter Brueghel el Joven. PD

Finalmente, las autoridades creyeron haber dado con el remedio: construyeron un escenario en la plaza de la ciudad para que los afectados pudieran bailar con libertad, e incluso contrataron músicos y bailarines profesionales. Pero como era de esperar, la medida resultó un fracaso. Durante las semanas siguientes, los improvisados bailarines fueron cayendo fulminados ante la  mirada atónita de sus vecinos. Al final, de manera sorprendente, aquella «locura» terminó de manera repentina, y los que sobrevivieron dejaron de moverse sin que se sepa porqué.

¿EFECTOS PSICOTRÓPICOS?

Pero ¿cuál fue la causa de aquel extrañísimo fenómeno? Algunas teorías modernas apuntan a una posible intoxicación alimentaria debido a los efectos tóxicos y psicoactivos causados por el cornezuelo, un hongo que afecta a una gran variedad de cereales como el centeno o la cebada, con los que se elaboraba el pan, que resultaba contaminado. La sustancia tóxica es la ergotamina, un alcaloide que segrega el cornezuelo de centeno, cuya estructura estaría relacionada con el ácido lisérgico (LSD).

Boda Rústica, cuadro pintado por Pieter Brueghel el Joven. Museo Voor Schone Kunsten, Gante.

Boda Rústica, cuadro pintado por Pieter Brueghel el Joven. Museo Voor Schone Kunsten, Gante. Bridgeman Images / Gtres

Aunque esta hipótesis no convence a todos los investigadores, puesto que el ergotismo (la enfermedad provocada por la ingesta de alimentos contaminados por estos hongos) provoca convulsiones violentas y delirios. Por su parte, Waller sugiere en su libro, entre otras, que una de las causas de aquella «epidemia» de Estrasburgo pudo deberse a un episodio puntual de extrema hambruna y que una de sus fatales consecuencias podría haber sido unas elevadas fiebres que acabaron provocando aquellos movimientos descontrolados en la gente.

En este contexto debemos hacer referencia a una antigua tradición cristiana que  afirma que la ira de San Vito podía provocar plagas de baile compulsivo. Según Waller, este pensamiento, en una época llena de supersticiones, unido además a un trastorno psicogénico masivo (cuando las personas de un mismo grupo se sienten enfermas a la vez), a la angustia y a la sugestión, pudieron, posiblemente, desencadenar aquel cuadro de histeria colectiva. Aunque seguramente nunca conozcamos con certeza las causas de tan singular acontecimiento.

Fuente: National Geographic

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