El ministerio de Pablo Avelluto sigue en reestructuración y prepara una batería de medidas que modificará el mapa de ofertas públicas; orquestas, museos y premios en movimiento.
FUENTE: Diario La Nación
Mientras en algunos organismos estatales se preocupan por los «ñoquis», en el Ministerio de Cultura de la Nación el plato fuerte son los «ravioles»: esos cuadraditos rellenos de nombres en los organigramas de la administración pública, que generan una cadena de cargos, engrosando los niveles intermedios (dicho en argentino: el director que depende del subsecretario del secretario del ministro). La disolución de la Secretaría de Integración Federal y Cooperación Internacional que hasta hace unas semanas tenía al frente a Iván Petrella es un ejemplo de ese proceso de reducción de estructuras. Diseñar un esquema más horizontal por debajo del número uno de la cartera, Pablo Avelluto, aparece como una prioridad en las dependencias de la calle Alvear.
La reducción de cargos tiene doble complejidad, además porque no implicará necesariamente la eliminación de tareas; para seguir con el ejemplo anterior, suprimir del esquema aquella secretaría no significa que se den de baja los programas de residencias, los convenios internacionales o ciclos exitosos -como el encuentro Ideas, que en 2017 convocó a importantes nombres del panorama contemporáneo internacional para pensar los problemas culturales de hoy-, sino reasignarlos o fusionarlos con otras áreas que se mantienen. En ese sentido, la mala noticia es que el achique no terminó: recién a fines de febrero estarán en condiciones de presentar la nueva estructura, que hoy dista mucho de aquella foto inaugural de diciembre de 2015.
Sin embargo, 2018 promete un cambio de foco en la gestión. Si en los dos primeros años Avelluto quiso concentrarse en aspectos más bien administrativos («cuidar la plata es menos glamoroso que otros aspectos de la política cultural, pero ciertamente es importante», decía a LA NACION hace unos días), en la etapa que ahora comienza buscará generar confianza para, como reza su máxima, demoler prejuicios.
Desde este kilómetro cero la gestión ya divisa un puñado de decisiones, planes e iniciativas que impactarán en el mapa de ofertas y producción.
Nuevos directores de museos.Con la experiencia legada del gobierno anterior en el Bellas Artes, que dirige Andrés Duprat, Avelluto tomó una medida ecuánimemente exitosa: concursar los cargos de todos los museos nacionales. Lo hizo en dos tramos. El segundo llamado, para una decena de instituciones (entre las que se cuentan el Museo Histórico Nacional en Buenos Aires, el Palacio San José en Entre Ríos y la Estancia Jesuítica de Alta Gracia en Córdoba) se resolverá entre esta semana y la próxima. Las carpetas con las ternas finalistas están sobre el escritorio del ministro, quien hará las designaciones.
El lugar de los organismos estables. Mientras evalúan si llamar a concurso para el cargo de director de la Orquesta Sinfónica Nacional (residente en el CCK), ya está decidido el destino de otros elencos oficiales. La Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto, el Coro Polifónico, el de niños y el de jóvenes dejarán de trabajar en el Cervantes, para pasar a la ex sede de la Unsam de la calle Sánchez de Bustamante. De esta manera se resuelven dos temas históricos: la liberación de las salas de los últimos pisos del teatro para producción propia y la asignación de un lugar permanente para estos elencos estables. En la tarea de definir el rol de estas compañías, se filtra la necesidad de resolver el futuro del ballet que dirige Iñaki Urlezaga, creado en la esfera de Desarrollo Social y transferido a Cultura el año pasado. El grupo Danza no es un organismo estable y su presupuesto (unos 30 millones de pesos) atenta contra su continuidad; sin embargo ambas partes se reunirán la semana entrante para definir su estatus.
El Palais de Glace, cerrado por obras. Por trabajos de puesta en valor del edificio, que se estiman en un año y medio y 140 millones de pesos, las actividades del Palacio Nacional de las Artes se trasladarán a la Casa del Bicentenario. De esta manera, en el espacio de la calle Riobamba 985, dedicado aquí al arte contemporáneo -y que dirigía Valeria González-, convivirán muestras clásicas (el salón nacional de artes visuales) y exposiciones tradicionalmente residentes en el edificio de Posadas (la muestra de reporteros gráficos) con nuevas propuestas.
