Se vienen los 100 años de Nicanor Parra

Parra _319!El 5 de septiembre, se cumplirán cien años del nacimiento del poeta Nicanor Parra. Por lo tanto, en Chile comenzaron hace meses las actividades y actos para celebrar su figura y su obra, que motivó estudios en todo el mundo, mientras se informa que Parra comenzó el año bien de salud, activo y escribiendo.

Los 100 años de Nicanor Parra

Por Juan Velásquez Molieri

Genio menor del Arte, innovador y precursor de una anti-poesía; creador de un estilo irreverente y por supuesto nuevo, el poeta del desierto chileno Nicanor Parra, anciano joven e irreverente, cumple 100 años de edad este año en el silencio de sus vientos alisios.

De inevitable referencia la suya es una poesía innovadora, hermosa, rebelde, cabal y sorpresiva. Parra es una mezcla de poeta amado y maldito cuya obra quedará como un recurso del que se deben conocer sus insondables raíces. Porque así de insondable es la fuente de su singular obra, que lo transforma en el inevitable poeta cuya misma poesía es inherentemente irreverente, que atrae, gusta y a la vez disgusta.

“Hijo mayor de un empleado de banco y de una modista de trastienda”, o “ni muy listo ni tonto de remate”, según se identificó él mismo, este poeta de 100 años, el mayor de siete hermanos, nació en la región desértica de Chile llamada San Fabián de Alico, un pueblito cerca de Chillán, ciudad agrícola y campesina a 400 kilómetros al sur de Santiago.

Misteriosamente su naturaleza venía formada para ser hombre de números, cálculos; matemático o físico; carreras afines que estudió, concluyendo parcialmente. Hermano de Violeta Parra, cantora y compositora de la famosa canción “Gracias a la Vida”, muerta por su propia mano en 1967. Parra, como el español Miguel Hernández, nació en el campo, un día de septiembre de 1914.

La poesía de Parra es parcialmente una anti-poesía, pues su lenguaje es tan coloquial como sencillo, sin que esos elementos hayan obviado en lo absoluto la poesía de lenguaje tradicional o de amor, pero que lleva honda poesía en esa sencillez

En su obra se refleja no solamente esa sencillez en el lenguaje, sino poesía desde un lenguaje ordinario y conversacional, tal como los seres humanos hablamos todos los días; y en el contenido de su obra está inherente una anti-poesía que se opone a lo coloquial y a la pompa. Parte de ello con el solo hecho de algunos títulos de sus poemas como: “Para que veas que no te guardo rencor”; “Hay un Día Feliz”; “Preguntas a la Hora del Té”, “Se me pegó la Lengua al Paladar”, o “Quédate con tu Borges”, porque Parra es la antítesis de la poesía de Borges.

“El te ofrece el recuerdo de una flor amarilla vista al anochecer…/ años antes que tú nacieras…/ interesante puchas qué interesante…/ en cambio yo no te prometo nada…/ ni dinero, ni sexo ni poesía…/ un yogurt es lo + que puedo ofrecerte…”

Hace muchos años Parra –en su expresión irreverente a la pompa de la poesía latinoamericana y en un gesto de protesta por la poesía de su país, había escrito que “la poesía chilena se endecasilabó…/ ¿quien la desendecasilabará?: el gran desendecasilabador”; trabalenguas plagiado años después en Nicaragua por un poeta famoso, cuyo nombre omito, así: “La poesía en Nicaragua está nicaraguatuzándose../ ¿quién será el buen nicaragüense que la desnicaraguatuce? Porque el buen nicaragüense que la desnicaraguatuzara…/ buen desnicaraguatuzador será”.

La infancia de Parra transcurrió en la pampa chilena, acompañando a su padre, que era empleado bancario, por ciudades vecinas donde conoció las tristezas de la pobreza de su pueblo. Para Parra era el tiempo en que “los árboles aún no tenían forma de muebles…/ y los pollos circulaban crudos por el paisaje”. En 1932 se trasladó a Santiago y favorecido por una beca para estudiantes pobres, estudió ingeniería, matemáticas, graduándose parcialmente y penetrando a la profesión que conduce a un ingeniero pobre y sin relaciones: la docencia.

Fue en esos años que leyó a poetas franceses como Paul Eluard, André Breton y a poetas españoles vinculados a la Generación del 93. Pero, inquieto por el Arte, con uno de tantos poetas, Carlos Pedraza, fundaron la Revista Nueva, en una de cuyas ediciones publicó su primer cuento, “Gato en el camino”, en cuyo contenido cuenta que “en los bigotes del gato venían a posarse las mariposas nocturnas”.

La anti-poesía en Parra podría interpretarse como una penetración de su lenguaje a un mundo tan subyacente como florido, de un habla popular que, como tal, conlleva hasta chistes e ironías, tanto en su contenido como en su sentido. Por ello, en un epígrafe de uno de sus libros advierte: “El autor no responde por las molestias que puedan ocasionar sus escritos al lector.

Como escribí antes, su anti poesía está también desde la singularidad de los títulos de algunos de sus poemas, sin que por ello no sea también cierto que Parra escribe aún poesía tradicional o formal, e incluso poemas de amor. Leamos “Cartas a una Desconocida”

“Cuando pasen los años / y el aire haya cavado un foso entre tu alma y la mía/: y yo solo sea un hombre que amó/ un ser que se detuvo un instante frente a tus labios/ un pobre hombre cansado de andar por los jardines/ donde estarás tú… donde estarás oh. hija de mis besos”.

Sin duda alguna, en este poema Parra separó de su alma su rebeldía a los sentimentalismos y se rindió al amor. Publicó su primer libro, Canciones sin Nombre, en 1937, que dedicó a un grupo de amigos poetas, y después explotó con sus Poemas y Anti-poemas, en 1954, éste con una nota introductoria de su gran amigo Pablo Neruda, en donde brevemente explica por qué los suyos son anti poemas de sus propios poemas. Y lo define así:

“El anti poema no es otra cosa que el poema tradicional enriquecido con la savia surrealista, surrealismo criollo o como queráis llamarlo; debe ser resuelto según las circunstancias del país o del continente al que pertenecemos para que pueda ser considerado ideal poético”.

Iván Carrasco Muñoz, doctor en Filosofía con mención en Literatura General de Chile, Profesor de Castellano, experto en la poesía mapuche, es quien conoce más y mejor la obra de Parra, desde su estudio e investigación sobre este tema de la anti-poesía, y más concretamente en sus tres libros sobre la obra parriana, entre ellos “Nicanor Parra, la Escritura Anti-poética”, publicado en Chile en 1990.

En este libro Muñoz divide o separa la obra de Parra en: Poemas Convencionales, pues el poeta tiene en el contenido de sus libros poemas tradicionales, aunque no necesariamente intelectuales, como los que conocemos; Poemas de Motivación Folklórica, Poemas Concretos y los Anti-poemas.

Nadie sino solo Parra escribió sin escribir su insólito “Soneto censurado”. Quince líneas, las ocho primeras divididas en cuatro y las seis restantes en tres, tal como se subdivide el soneto, pero sin ninguna palabra, hito mágico y sui géneris y la máxima expresión del anti-poema. La intelectualidad chilena quedó estupefacta cuando Parra publicó, poco después, su libro “Chistes parra desorientar a la poesía, Ediciones Galería La Epoca, Santiago, 1983, porque Parra no solamente es un poeta tradicional, clásico, sino que inserta el humor, la ironía, el dolor, los sentimientos en muchos de sus textos.

Desde hace muchos años yo conocí un poema de él llamado “Hay un día feliz”, por cierto magistral. En este texto Parra, como Ulises, ya famoso vuelve un día a su aldea –Itaca– y evoca su niñez con dolor. Leamos: “A recorrer me dedique esta tarde las solitarias calles de mi aldea/ acompañado por el buen crepúsculo/ que es el único amigo que me queda/ todo está como entonces, el otoño y su difusa lámpara de niebla/ sólo que el tiempo lo ha invadido todo/ con su pálido manto de tristeza/ Nunca pensé, creédmelo, volver a esta querida tierra/ pero ahora que he vuelto/ no comprendo cómo pude alejarme de esta puerta”

Lei éste poema en una reunión en la casa solariega de mis abuelos, allá en mi querida Chinandega, hará unos 40 años, rodeado de tíos, tías ya celestes, en el onomástico de una tía, también celeste, ocasión que propició una reunión familiar. Y el poema era justamente eso, el regreso y el encuentro con mis tíos tías, primos y primas ya adultos, a ese pueblo, y no comprendimos por qué un día dejamos el dintel de esa querida puerta.

Poco a poco a Parra le fueron llegando los honores y las oportunidades que la incipiente fama da. Viajó por todo el mundo a congresos; dijo el Discurso de Incorporación de Pablo Neruda como Miembro de la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile. Y Neruda contestó: “Solo un poeta como Nicanor Parra pudo haberme recibido con el fulgor de su resplandeciente poesía”.

Docente en Baton Rouge, Lousiana; recitales en París, Moscú, Universidad de Berkeley, California; como Darío, recibido por la Hispanic Society en Nueva York; Jurado en Casa de las Américas, La Habana; invitado a una audiencia por Pat Nixon, la esposa del Presidente de Estados Unidos. Novelista, dramaturgo, escribió Las Hojas de Parra, obra que fue prohibida por la dictadura de Pinochet y destruida por sicarios la carpa donde se presentaba.

Traducido a muchos idiomas: ruso, francés, italiano; cineastas chilenos le filmaron 50 minutos en los que Parra cuenta su vida. Más viajes: en 1968 visita en Praga, Checoslovaquia la tumba de su maestro Frank Kafka y escribe: “y no quedé tranquilo hasta llegar a su tumba, con la ayuda de candelabros encendidos dejados por algunos turistas”.

Gana numerosos premios de poesía: entre ellos el Premio Cervantes y el Juan Rulfo, dotado con 100 mil dólares; galardonado con el Honoris Causa por varias universidades, condecorado por el Presidente Eduardo Frei Ruiz con la Orden “Gabriela Mistral”, en fin, Parra, ahora ya un anciano centenario, pareciera un loco salido de un sanatorio de genios. Es el penúltimo vivo de los grandes.

 

La montaña rusa

Durante medio siglo
La poesía fue
El paraíso del tonto solemne.
Hasta que vine yo
Y me instalé con mi montaña rusa.

Suban, si les parece.
Claro que yo no respondo si bajan
Echando sangre por boca y narices.

 
Advertencia

Yo no permito que nadie me diga
Que no comprende los antipoemas
Todos deben reír a carcajadas.

Para eso me rompo la cabeza
Para llegar al alma del lector.

Déjense de preguntas.
En el lecho de muerte
Cada uno se rasca con sus uñas.

Además una cosa:
Yo no tengo ningún inconveniente
En meterme en camisa de once varas.

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