¿Cómo sería hoy el mundo si la Unión Soviética no sólo existiera todavía, sino que también hubiera propagado el comunismo por todo el planeta?
En 1960 se publicó en el bloque soviético «En 2017», un relato que se desarrolla en ese año, a pocos días del centenario de la Revolución Rusa o la «Gran Revolución de Octubre».
En este escenario imaginario, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) no se ha desintegrado -como sucedió realmente en 1991-, sino que es más poderosa que nunca.
Los soviéticos del futuro han construido, por ejemplo, trenes que cruzan el estrecho de Bering y han creado una represa capaz de detener las corrientes frías del Ártico.
El relato, escrito por V. Strukova y V. Schevchenko e ilustrado por L. Smekhov, fue publicado en 44 tiras de películas o diapositivas para Diafilm, una especie de proyector doméstico que se usaba en la décadas de los 60.
En enero de este año, «En 2017» volvió a difundirse por internet después de que el ciudadano ruso Sergey Pozdniakov compartiera las 44 diapositivas en su cuenta de VK (red social rusa comparable a Facebook).
Pozdniakov le dijo a BBC Mundo que su abuelo se las había comprado en 1962 en un mercado de Moscú. Ahora había decidido digitalizarlas porque se estaban deteriorando.
Aquí compartimos 10 de estas piezas. En el relato, un escolar de Moscú, Igor, y sus compañeros conocen los adelantos soviéticos mencionados y van de excursión a Uglegrad, una ciudad subterránea construida bajo el Ártico y que vive en eterna primavera.
Pero mientras están conociendo el lugar, los «imperialistas» causan una explosión que pone en peligro la vida del planeta.
¿Será capaz el pueblo soviético de «devolver la paz a la Tierra»?
«En 2017»
En una clase de geografía, una pantalla de cine especial les muestra a unos escolares moscovitas las urbes futuristas que los soviéticos han construido. Una de ellas es Uglegrad, una ciudad subterránea que los alumnos visitarán al día siguiente.
Los jóvenes también observan adelantos como los cohetes «fotónicos», que viajan a la velocidad de la luz hacia el sistema planetario más cercano pero a la vez lejano, Alfa-Centauri.
Al día siguiente de la clase, un reloj especial se encarga de despertar a Igor, protagonista de «En 2017», para que llegue a tiempo a la excursión a Uglegrad, la ciudad subterránea.
Para prepararse el desayuno, Igor inserta una receta que le dejó su madre en una cocina automática, capaz de escanear las indicaciones y mezclar los ingredientes.
Después de dejar atrás el clima frío de Moscú, Igor y sus compañeros descienden hasta Uglegrad, una ciudad donde se vive en eterna primavera y donde la gente disfruta de la luz y del calor de una estrella de cristal.
Los soviéticos son capaces de construir ciudades subterráneas gracias a estas potentes «moles robóticas», máquinas perforadoras de roca hechas de acero resistente al calor.
Mientras Igor y sus compañeros visitan Uglegrad, el Instituto Meteorológico Central soviético recibe terribles noticias. Los últimos «imperialistas» del mundo, que viven en una remota isla del Pacífico Sur, realizan pruebas con armas prohibidas de «mesón» (un tipo de energía atómica), que causan una «explosión sin precedentes». No sólo destruyen la isla, sino que causan «perturbaciones en la atmósfera del planeta».
La explosión causada por los «imperialistas» desata tornados gigantescos que se acercan a Moscú.
Pero los soviéticos cuentan con estaciones meteorológicas voladoras, capaces de controlar el clima. Con estas naves detienen las tormentas que los amenazan. Así salvan al mundo y pueden seguir preparando la celebración del centenario de la «Gran Revolución de Octubre».