Especialistas del mundo virtual recomiendan cómo comportarse.
«¿Por qué borrás mis mails sin siquiera leerlos?.» «Nunca me saludás en el chat, te voy a tener que eliminar de mis contactos.» «Jamás me respondiste el mail que te envié.» «Me escribe por WhatsApp a cualquier hora.» Son quejas que escuchamos todos los días.
FUENTE: Diario La Nación
En el espacio virtual abundan las personas hipersensibles y las que son inoportunas o desconsideradas. A veces por descuido y otras de modo deliberado, todos nos sumamos, antes o después, a esa descortesía virtual y provocamos ruido en la «convivencia» online. ¿Es que nos hemos convertido en groseros 2.0?
Está claro que nuestra conducta en la red no siempre es una proyección de nuestro carácter en la vida analógica. Y es debido a esos contrastes que Internet hace tiempo viene dictando sus propias convenciones de cortesía.
LA NACION convocó a ocho especialistas de la vida digital para que eligieran diez comportamientos frecuentes en el mundo virtual que suelen generar conflictos entre los usuarios. No enviar mensajes en la madrugada, responder los mails de las personas conocuidas y poner en silencio los celulares durante las reuniones de trabajo están al tope de las recomendaciones.
Bajo la denominación netiquette (conjunción de network, Internet y etiqueta) se han consensuado normas de conducta adecuada, que la mayoría hace tiempo incorporó: la veda al uso de mayúsculas (como señal de gritos) y el envío de spam, la restricción de emoticones en demasía, y la conciencia de que los comentarios agresivos en las redes son formas primitivas de interacción. La lista sigue y puede ser tan amplia como la variedad de comportamientos humanos.
Pero si en la vida analógica la buena educación supone que el otro se sienta cómodo, las reglas de cortesía en Internet cambian con el vértigo de la irrupción de nuevas aplicaciones y de la multiplicidad de funciones de los teléfonos móviles, que empujan nuevas formas de comportamiento. Para mayor desconcierto, tampoco son universales, sino que se adaptan a los usos y costumbres de cada cultura. ¿Cuál es y cómo es ese decálogo no escrito que nos perfila como usuarios considerados y amables, como seres neutros o como parte de las huestes de insufribles o maleducados del mundo online?
«El buen salvaje virtual, con su compendio de malas prácticas, está hoy representado por los adolescentes, quienes rechazan tener una casilla de mail para poder contactarlos, por ejemplo, y desconocen cómo manejarse con propiedad en el mundo digital», afirma Alejandro Artopoulos, sociólogo de la tecnología y profesor de la Universidad de San Andrés.
«No creo que sirvan y no me gustan las reglas de etiqueta», dice desde la vereda opuesta Julián Gallo, periodista y consultor en nuevos medios. «Hay algo más importante que las reglas y es el comportamiento espontáneo, sincero y respetuoso. Por ejemplo, en uno de mis trabajos nunca se puso como regla que el primer mail del día comenzara con un ‘buen día’, pero todos lo hacen y eso hace que el intercambio fluya con efectividad y sin asperezas.»
«La Web es aún muy joven como para tener ya definidos algunos de los patrones de comportamiento», afirma Tomás Balmaceda, otro techie experto en redes sociales. «En muchos casos simplemente trasladamos hábitos analógicos a entornos digitales, pero no es lo ideal: tiene que ser la propia práctica en el entorno digital la que dicte estas reglas. Y para eso, hace falta tiempo.»
Así, en ese universo anárquico con muchas más posibilidades de interacciones que en la vida real, los desencuentros y malentendidos ocupan también un lugar destacado. Además de Artopoulos, Gallo y Balmaceda, opinaron Laura Corvalán, especialista en socialmedia y community manager; Marisol de la Fuente, gerente de Marketing en una multinacional; Alejandro Tortolini, especialista en el Proyecto Aulas Interactivas de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés; Enrique Carrier, titular de la consultora especializada en tecnología; y Ariel Torres, periodista de LA NACION. Del consenso de sus respuestas, surgió esta hoja de ruta para manejarse con corrección en Internet.
¿Puede quedar sin responder el mail de un conocido?
El consenso mayoritario afirma que no. Aunque sea se lo debe contestar de forma breve, en señal de que más adelante se dará una respuesta, o excusándose con un «no conozco sobre el tema», o «no es mi área». Si la demanda o el motivo del mail es irrelevante, una respuesta aún más escueta puede ser elocuente. El plazo de contestación dependerá de la urgencia del contenido, pero un lapso razonable es de 48 horas. Cuando está dirigido a varios destinatarios de forma simultánea, hay que evitar el reply all para no inundar la casilla de otros. Además, para justificar la síntesis y los errores de tipeo cuando se lo responde desde un móvil, se recomienda agregar una firma digital. Sin embargo, tanto Gallo como Corvalán creen que no hay que dar por sentado que cada mail enviado supone que el otro nos responda. «No hacerlo es también una forma de sinceridad o de edición», dice Gallo.
¿Qué hacer si nos hablan en el chat y uno no quiere conversar?
A veces una excusa ofende más que no responder. Es preferible, directamente, no decir nada a ponerse a dar explicaciones sobre por qué uno no quiere o no puede conversar. Otra opción es tener deshabilitado el chat y habilitarlo sólo con gente que sabemos que no se ofenderá ante nuestro silencio. Balmaceda recomienda tener una serie de textos de cortesía escritos en apps gratuitas como Keep para copiar y pegar. «El mío dice: ¡Me agarrás muy ocupado! ¿Por qué no me escribís un mail así me es más fácil responderte?». Esa estrategia sirve de filtro, dice, porque si el otro no tiene un vínculo, difícilmente tenga su dirección de correo. Pero esa situación común entre quienes quieren socializar plantea otra cuestión, dice Gallo: «¿Es educado irrumpir en cualquier momento para mantener una conversación? La respuesta es no». Por eso, además de un «hola» al comenzar un chat se debe agregar: «¿tenés un minuto?» o «¿podés hablar?».
¿Cómo encabezar un mail destinado a ambos sexos?
Hay tantas formas de encabezar un correo electrónico como tipos de relaciones existen entre conocidos, colegas o amigos. No es el género lo que marca la diferencia sino el tipo de relación. «Hola a todos», «queridos todos» y «estimados» son las más usuales. Esas formas incluyen a ambos sexos. Diferenciar entre masculino y femenino suena impostado y artificial, al igual que estimad@s o amigxs. Si se busca un cierre neutro, lo usual es incluir «saludos» o cuando existe un vínculo de amistad «besos y abrazos».
¿Son aceptables los celulares en reuniones con oradores?
En la etiqueta móvil hay algunas reglas no escritas que todos deberían respetar. Entre ellas está el no escuchar música o hablar a los gritos en un transporte público. En el ámbito laboral, es importante tener los celulares en silencio durante una reunión, ya que la vibración genera la misma distracción que si el equipo estuviera con sonido. No debería atenderse un asunto que puede ser respondido luego, sea una llamada o un mensaje. Si es algo urgente, se puede atender la llamada afuera, o responder vía mensaje de forma muy breve. Quien nos habla merece nuestra atención sin interrupciones. Aunque la mejor regla siempre será la del sentido común y la buena educación.
¿Cómo salirse de los grupos de WhatsApp?
Si uno fue incluido sin permiso, vale salirse sin avisar, al estilo ghosting (como un fantasma). Si fue incluido con aviso previo pero perdió interés, lo mejor es silenciar el grupo -una opción sencilla- y seguir ahí pero sin recibir notificaciones. La pertenencia a muchos grupos simultáneamente con sus cataratas de mensajes convierten al celular en una pesadilla en el bolsillo. Si se quiere abandonar alguno, vale escribirle una línea breve al resto, sin demasiadas explicaciones. Hay que darlas sólo cuando son pertinentes. El WhatsApp es una forma más de comunicación y no nuestro álter ego digital.
¿Hay veda horaria en las interacciones digitales?
Sí, definitivamente. No se puede mandar un mensaje directo por Twitter o WhatsApp a la madrugada, sólo porque vemos que el otro está conectado y uno está desvelado. Es invasivo, y es inadecuado tanto para el destinatario como para su grupo familiar. El mail tiene mucha más flexibilidad horaria, ya que el otro lo puede leer por la mañana. Si bien no es lo usual escribir mails a las 3 a. m., hoy no son vistos como una forma de mala educación. Hay que darle libertad al otro para que trabaje cuando quiera.
¿Se pueden incluir emoticones en los mensajes laborales?
Sí, los emoticones forman parte de la escritura digital actual. Pero no hay que excederse, y hay que utilizar los que no den lugar a confusiones.
¿Son aconsejables los avisos de recepción y lectura de mails?
Están muy mal vistos. «Las notificaciones de lectura son propias de una sociedad de control. Es un intento de instalar un Gran Hermano en nuestra vida cotidiana», dice Artopoulos. Son molestos, intrusivos y son formas autoritarias. Si uno quiere asegurarse de que el mail llegó a destino, pide un simple «Ok, recibido», al que el otro debe acceder. En WhatsApp, por ejemplo, hay gente muy ansiosa. Que alguien haya leído nuestro mensaje no lo obliga a responder de forma instantánea. Lo hará cuando pueda. Pedir una notificación de respuesta suena a pareja despechada, dice Corvalán.
¿Cuál es el mejor medio para saludar por el cumpleaños?
Las redes sociales plantean una desproporción de contactos, por lo cual cada día hay muchos que cumplen años. A los conocidos, se los puede saludar por redes sociales. Todos lo agradecen en Facebook y no cuesta nada. A aquellos con los que tenemos un mayor vínculo, les mandamos un WhatsApp. Y a los amigos y familiares los llamamos o los vemos.
¿Hay que contestar los posteos con preguntas?
«Las redes sociales son como una gran reunión, como el cumpleaños de algún amigo que tiene otros amigos a quienes no conocemos: circulamos, saludamos, compartimos un rato de charla, y luego nos vamos y seguimos con nuestras vidas», dice Tortolini. En ambos entornos (redes y fiesta) debemos ser civilizados; por eso hay que contestar. Sin embargo, hay preguntas indiscretas o que, de tan banales, uno no está obligado a responder. Depende también del perfil digital para interactuar. «Quien nunca responde es mejor que salga de las redes sociales y se abra un blog con comentarios cerrados», dice Carrier.