Sara convivió con Bouquet Roldán en Neuquén y en Buenos Aires, en una casa que todavía está en pie ubicada sobre la porteña avenida San Juan La relación del que fuera fundador de la ciudad con la joven Sara fue ocultada aunque los íntimos conocían la relación desde los comienzos, antes del traslado de la capital desde Chos-Malal.
Sara era hermana de Emilio Rodríguez Iturbide que ocupó varios cargos públicos con destacada actuación en el territorio, ya que reemplazó en la secretaría de gobierno a Eduardo Talero, fue secretario de gobierno durante el primer período de Eduardo Elordi y llegó a ser gobernador interino del territorio desde el 3 al 20 de agosto de 1912.. Emilio y Sara pertenecían a una familia de nueve hermanos cuyos padres se radicaron en Chile llegados desde la localidad española de Valladolid.
“Love story”
La gran diferencia de edad entre Carlos y Sara hace que la familia de la joven se ponga en contra de la relación ya que además se trataba de un hombre casado. Sin embargo, las comidillas de la historia aseguran que fue un día 12 de septiembre cuando la adolescente contrariando a sus padres y hermanos mayores decide iniciar una vida en común con Bouquet Roldan.
Y fue un 12 de septiembre, coincidentemente el día de su cumpleaños, que Bouquet Roldán eligió para fundar la ciudad en honor a su amor por la bella chilena. El hombre que soñó la gran capital de la Patagonia junto a Eduardo Talero, tenía cincuenta y un años en 1904 y su amante secreta apenas había logrado superar la mayoría de edad.
El amor de Sara por Bouquet Roldán la llevó a enfrentarse con la pacata sociedad de aquellos años ya que su amante estaba “bien casado” con doña Carmen de Zavalía perteneciente a una muy honorable familia tucumana. De la unión con Carmen , Bouquet Roldán tuvo un solo hijo Enrique que falleció siendo apenas un niño. Los biógrafos cuentan que fue tan grande el dolor producido por la pérdida del único eslabón de su descendencia, que el futuro Gobernador del Neuquén entró en un pozo depresivo y cambió su humor de manera notoria hasta que, finalmente, fue abandonado por su esposa.
Para la sociedad de los primeros años del siglo XX que no aceptaba el divorcio, no veía con buenos ojos una convivencia “pour la galerie” apañada por la complicidad de muchos personajes notorios que utilizaban las mismas conductas para ponerle una barrera al “que dirán”.
Sucedió en la Patagonia
Enviado por el gobierno Nacional, Carlos llegó a la patagonia como Gobernador del Territorio en la ciudad de Chos-Malal a fines de agosto de 1903. Su estado civil era una incógnita y, aunque sus pares conocían sus secretos, para la nueva sociedad en la que se insertaba podía ser viudo o incluso soltero, ¿a quién le importaba?
Las mieles del poder no fueron el motivo que atrajo a Sara. Según afirmaciones de sus contemporáneos Carlos Bouquet Roldán era un hombre apuesto, de modales refinados, dedicado a la lectura de poemas y un soñador empedernido.
El vínculo comenzó por la relación del hermano de Sara, Emilio Rodríguez Iturbide, que era tenedor de libros durante la gestión de Bouquet Roldán en el territorio neuquino. En una de las tantas visitas de la joven, y casi por accidente, comenzó la relación secreta.
Mientras tanto, en la docta, José Figueroa Alcorta, senador nacional por la provincia de Córdoba, estaba casado con Josefa de las Mercedes Bouquet Roldán, hermana de Carlos. A la sazón, Figueroa Alcorta es candidato a vicepresidente de la Nación en la fórmula que ganó los comicios nacionales de 1904 acompañando al presidente electo Manuel Quintana. Luego del fallecimiento de este último José Figueroa Alcorta asume la primera magistratura hasta la culminación del mandato en 1910.
Las mieles del poder
Las mieles del poder acariciaban la rubia melena de Sara cuando su amado señor pasó a ser , nada más y nada menos, que el cuñado del señor Presidente de la Republica. Fueron veinte años de unión secreta. Luego de dejar la gobernación neuquina, su cuñado José lo nombró jefe de la aduana, un cargo clave para las arcas de la Nación debido al gran movimiento de la balanza comercial tanto en las mercaderías que salían del país como la suntuaria importación que hacía las delicias de la afrancesada población bonaerense.
En Buenos Aires, durante los veinte años de convivencia, varios fueron los “niditos de amor” de Sara y Carlos. Poco le importó a ella perder su juventud junto a un hombre que cómodamente podría haber sido su padre. Poco también le importó no figurar en el listado oficial, ni que la presentaran como “esposa”en la cotidiana actividad de Carlos.
Una figura de bajo perfil, que enamoró al hombre más importante en la historia de la fundación de la capital neuquina. Una ciudad que, como regalo de cumpleaños, tuvo su gran almuerzo campestre hace cien años un soleado y ventoso 12 de septiembre.
FUENTE: Diario La Mañana Neuquén |
29 de agosto de 1903
