Desde la cámara oscura hasta el teléfono móvil: la historia de la fotografía

La invención de esta fascinante tecnología cambió nuestra realidad; hoy en día, nuestra vida está plagada de imágenes y casi todos llevamos una cámara en el bolsillo.

La fotografía es una disciplina que mezcla en sí misma arte y ciencia. Hace de mediación tecnológica entre la vivencia humana y la realidad, capturándola con toda su belleza y esplendor, con toda su crudeza. Una fotografía puede ser una herramienta útil, una historia condensada en una imagen, o una puerta a la sensibilidad del espectador.

La palabra fotografía se deriva de los vocablos griegos phos (luz) y grafis (escritura), de modo que juntos se podrían traducir literalmente como «escribir o dibujar con la luz«. Este elemento es lo que da vida a la fotografía.

La fotógrafa belga Martine Franck, esposa de Henri Cartier-Bresson, hablaba de una fotografía como un fragmento de tiempo que no volverá”. Una imagen es una forma de convertir en eternos los instantes, lo efímero, y lo cierto es que la historia estuvo varios siglos intentando detener el tiempo.

Por increíble que parezca, los primeros ingredientes que terminarían constituyendo la fotografía se conocían ya desde los tiempos de Aristóteles, pero no se combinaron hasta el año 1827, fecha de la primera fotografía conocida, realizada por Joseph Nicéphore Niépce.

LA PRIMERA FOTOGRAFÍA CONOCIDA

La fotografía como tal no apareció hasta el siglo XIX, pero una serie de inventos anteriores le allanaron el camino. Son los llamados dispositivos visuales, como la linterna mágica o la cámara oscura, la cual era ya era conocida por Aristóteles, aunque él la utilizaba para observar eclipses solares. Durante los años 1820 y 1830, se desarrollaron y mejoraron múltiples dispositivos o juguetes visuales aplicables a la ciencia y al entretenimiento, como parte del progreso científico-técnico de estos años. La fotografía fue uno de estos dispositivos, uno que cambió la historia.

La cámara oscura es el antepasado más significativo de la cámara fotográfica, pues permitía proyectar en una habitación a oscuras las imágenes del exterior, aunque del revés, a través de un pequeño orificio en la pared. Muchos intentaron hacer mejoras en el dispositivo para capturar las imágenes proyectadas en materiales sensibles a la luz, y Joseph Nicéphore Niépce sería el primero en conseguirlo.

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Fotografía de unos tejados tomada por Niépce en 1827. Se trata de la primera fotografía de la historia. Cordon Press

El científico aficionado francés consiguió realizar la primera fotografía estable registrada en 1827. Niépce tomó un sistema de cámara oscura y colocó dentro una placa recubierta de betún como material fotosensible. Dejó el dispositivo en el ancho de su ventana, exponiendo la placa a la luz durante 8 horas. Niépce nombró a esta técnica heliografía, y resultó en la fotografía que titularía Vista desde la ventana en Le Gras”.

UNA TÉCNICA, DOS ORÍGENES

A partir de los primeros éxitos de Niépce en la toma de fotografías, un empresario francés con visión de negocio leyó en estos primeros intentos un gran potencial. Era Louis Daguerre, un hombre hábil en el dibujo y la arquitectura, que había trabajado ya con otros dispositivos visuales como el Diorama, que él mismo inventó.

Daguerre y Niépce compartían los mismos intereses para fijar la luz proyectada en las imágenes, y establecieron un contrato de colaboración en 1827. A partir de ese momento, los dos aficionados sumaron sus conocimientos y decidieron optar por el uso de una placa de cobre para reducir el tiempo de exposición. La investigación colaborativa continuó hasta 1833, año en que murió Joseph Nicéphore Niépce. En ese momento, la cámara primitiva que llevaban años preparando ya estaba muy desarrollada. Daguerre continuó adelante con el proyecto, realizando en él algunas mejoras, y, cuando lo consideró terminado, en 1837, le puso su nombre al aparato: el daguerrotipo.

Como empresario, Louis Daguerre sabía que el invento creado era una oportunidad de negocio, así que realizó una campaña de marketing para vender la patente. Contactó con el secretario de la Academia de Ciencia de Francia, François Arago, quien vio en el daguerrotipo una tecnología versátil, servible para todo tipo de utilidades, y consideró que debía estar en manos de todo el mundo para contribuir a la igualdad social. Finalmente, el Estado francés compró la patente y difundió el proceso del daguerrotipo para el uso público.

Fuera de Francia, el inventor inglés William H. Fox Talbot había estado trabajando también en su propio método para capturar imágenes, partiendo igualmente de la cámara oscura. Consiguió buenos resultados utilizando un procedimiento al que llamó calotipo, un sistema que no era tan preciso como el daguerrotipo, pero permitía la reproducción de las imágenes. Talbot no era empresario como Daguerre, y solo se dio cuenta del potencial de su invento después de que el francés patentara su dispositivo. En 1844 autopublicó un libro titulado “The Pencil of Nature”, en el cual exponía los valores del talbotipo (o calotipo), y mostraba algunos ejemplos de sus resultados fotográficos. Después de esta publicación, el calotipo se extendió entre grupos de clase alta que empezaron a practicar la fotografía amateur, iniciando la cara más artística de la disciplina.

Fotografía realizada por William Henry Fox Talbot entre 1844 y 1846. The Met/Jean Horblit

PRIMERAS VECES DE LA FOTOGRAFÍA

En 1838, Daguerre registró la primera fotografía en que aparecían personas humanas. Sin embargo, este logro habría sido un montaje del propio fotógrafo, según la investigadora Shelley Rice. En ese momento no se había conseguido reducir el tiempo de exposición a menos de diez minutos, por lo que es imposible que se capturaran dos personas en la calle, un limpiabotas y un cliente, a menos que fueran actores contratados por el mismo Daguerre.

Fotografía de Louis Daguerre en París, 1838. Se trata de la primera fotografía de la historia en la que aparece una persona. Cordon Press

Años más tarde se realizó la primera fotografía tomada a color: “Tartan ribbon”. Se consiguió en 1861 por Thomas Sutton, con la ayuda de James Clerck Maxwell, profesor de física en la universidad King’s College. La fotografía se consiguió superponiendo tres imágenes en blanco y negro tomadas cada una con un filtro de diferente color: rojo, azul y verde. Durante los años siguientes se siguieron realizando experimentos para perfeccionar la fotografía a color, incluso los hermanos Lumière hicieron contribuciones al proceso, pero este formato tardó un siglo en popularizarse.

«Tartan Ribbon», la primera fotografía tomada a color. Wikimedia Commons

LAS MUJERES Y LA FOTOGRAFÍA

Pese a que las mujeres tuvieron el acceso restringido a muchas ocupaciones y formas de arte, las puertas de la fotografía se abrieron desde bien al principio para ellas. Con la consolidación y extensión de dispositivos como el daguerrotipo y el talbotipo, muchos hombres empezaron a abrir talleres y tiendas especializadas en fotografía, y algunas de sus parejas trabajaban allí con ellos.

Las mujeres no solo tuvieron un papel importante detrás del mostrador. El arte estaba muy restringido a su género en aquella época, pero la reciente fotografía, al no considerarse un arte, les abrió un mundo de posibilidades. Vieron en esta disciplina una perfecta opción de entretenimiento y exploración, y la capacidad de representar la realidad que se les había negado en otras disciplinas hasta el momento.

Cianotipia realizada por Anna Atkins. Wikimedia Commons

Anna Atkins fue una de las primeras fotógrafas más destacadas. Ella fue la primera en publicar un trabajo científico con la fotografía como soporte, con el que se considera uno de los primeros fotolibros de la historia; el titulado «Cyanotypes of British Algae». Publicó esta obra en 1843, y en ella aparecían fotografías de algas británicas producidas con la técnica de la cianotipia, lo cual les daba a las imágenes una combinación de colores azul cían y blanco.

UN ARTE PARA TODOS

La fotografía estuvo bastante limitada a los grupos de aficionados de clase alta durante sus primeros años, hasta que en 1888 salió al mercado la primera propuesta de Kodak: la primera cámara fotográfica dirigida al gran público. El eslogan de la famosa marca para para publicitar el producto fue: “Tú aprietas el botón, nosotros hacemos el resto”. El mecanismo para tomar fotografías era ahora mucho más sencillo, y aunque estas cámaras fueran aún rudimentarias, los compradores solo debían pulsar un botón para tomar las fotografías, y llevándolas al laboratorio de revelado les devolvían las imágenes impresas.

Anuncio de la marca Kodak en 1893. Cordon Press

La popularidad de la cámara fotográfica creció todavía más en 1925, con la aparición del formato 35 mm. Oskar Barnack diseñó esta nueva cámara, que se lanzó al mercado bajo la firma de Leica, y convirtió la fotografía en todo un fenómeno de masas. El dispositivo destacaba por su formato compacto y sencillo de manejar, y permitía realizar fotografías en casi cualquier parte de manera rápida y discreta.

Se sucedieron distintos modelos de cámara analógica, hasta que en 1927 se dio con la fórmula de la fotografía digital. Un ingeniero de la firma Kodak, Steven Sasson, consiguió fabricar la primera cámara de este calibre; un prototipo muy rudimentario, de grandes dimensiones y que podía realizar tan solo fotografías en blanco y negro. Aún así, empezó una revolución digital que escaló rápidamente hasta la aparición del primer teléfono móvil inteligente o smartphone con una cámara incorporada, un dispositivo con el que hoy día cuentan prácticamente todos los móviles del mercado. Esta innovación supuso un punto de inflexión en la fotografía de masas, ya que ahora todo el que disponga de un dispositivo móvil lleva consigo a todas partes una pequeña cámara en el bolsillo de los pantalones.

Arago lo consiguió. Hoy en día la fotografía es un arte democrático, un procedimiento que permite que cualquier persona con un teléfono móvil, o con una cámara cualquiera, pueda capturar la realidad con un simple clic. Ya no hace falta tener amplios conocimientos de dibujo o escultura que permitan crear con las propias manos un retrato fiel de la realidad. Las imágenes están al abasto de todos, forman parte de nuestra vida cotidiana, de nuestra realidad moderna. Arago lo consiguió, ahora todo el mundo puede parar el tiempo.

Fuente: Historia National Geographic

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