Entrevista a la pintora María Paula Giménez Tirtei

María Paula Giménez Tirtei expone en el ciclo “Arte & Vino” con una retrospectiva en la que la artista neuquina expresa parte de su vida en un mundo íntimo de fantasías. El encuentro será el viernes, a las 19.30, en la bodega Familia Schroeder.

El arte, en muchas ocasiones, se toma como hilo conductor para desnudar los estados de ánimo. Momentos y circunstancias de una etapa de la vida que se manifiestan sin pudor alguno. Es el caso de María Paula Giménez Tirtei, pintora neuquina que el viernes (19.30) exhibirá su retrospectiva en el ciclo “Arte &Vino” 2012 que se realizará en la Bodega Familia Schroeder, ubicada en calle 7 Norte, San Patricio del Chañar. El evento que cuenta con el auspicio de la subsecretaría de Cultura y Deportes de la provincia, también tendrá la participación de Martín Villalba. Oriundo de Centenario, este último expondrá su muestra «Zoo Pop Fest», una visión original de la naturaleza animal a través de cuadros bocetos y esculturas.

El trabajo de Giménez Tirtei se dividirá en tres series: “Uno y su circunstancia”, en la que refleja a vagamundos, “De nuestra tierra” (retratos de nuestra tierra) y “Transformación”, trabajo más personal que tiene que ver con lo fantástico. Esta última obra, que se fue gestando hace dos meses, será la primera vez que se exhiba ante el público.

En las más de 10 obras, que estarán presentes en la tercera fecha del ciclo, la pintora autodidacta traza parte de su vida. “Hice una eclosión. Salí de una caja de zapatos”, afirmará después de atravesar una densa historia.

Hija del destacado baterista de jazz Mario Giménez, desde temprana edad el dibujo y la música fueron de la mano en su vida. “El dibujo siempre me gustó, siempre estuvo In situ. En mi casa, en mi vida, siempre estuvo presente. Mi “viejo” admira a Breccia a Carlos Casalla -creador del Cabo Sabino- y siempre hubo mucha biografía sobre arte. Siempre estuve colgada en un mundo de fantasía dibujando “firuletes”, comentó la artista.

En esa revelación que tuvo la pintora, sucedida en 2008, la cantante de Senegal Rokia Traoré funcionó como el punto de partida para desarrollar su arte. “Hice una implosión en todos los sentidos a raíz de una situación difícil. Salí de una caja de zapatos. A partir de ahí comencé a expresarme y a incursionar con al pintura”, dijo Giménez. Para la treintañera, el lemotiv principal fue la música y no los pintores. Así comenzaron los primeros retratos de negras. “Siempre me tiró la cultura africana. Comencé como jugando a pintar rostros de negros, que fueron acompañados por símbolos rupestre de fondo que tiene que ver más con lo ancestral”, recordó.

Estallido emocional

Si bien todo lo referente a la cultura africana le sirvió para experimentar e introducirse en la pintura, en esa época donde los ánimos no eran alentadores, la figura del vagabundo fue otra de las formas de expresarse desde su alma.

“Después de las ‘negras’ llegaron los ‘viejos’. Fue como un estallido emocional. Cundo vi el tema de los vagabundos me pregunté ¿habrán sido siempre así estos tipos? ¿Habrán tenido una familia o compartido una mesa? ¿Qué cosa de la vida los dejó en esa situación? Así nació la serie “Uno y sus circunstancia”. En algún punto sentí que estaba a la deriva. Porque era yo y mis circunstancia. Sentí que había perdido muchas cosas y mi cabeza había dado muchos tumbos. Empecé a aflorar cuestiones de vida ajenas y propias muy intuitivamente. Sin nada de técnica y academia”, comentó Giménez, quien es parte de ANAP (Asociación Neuquina de Artistas Plásticos).

En su corta trayectoria, Giménez Tirtei ha colgado sus obras en Amejun (Asociación Mutual Empleados Judiciales Neuquén) y en diferentes eventos. Sin embargo, su llegada a ANAP le dio otro impulso que hoy la deposita en el ciclo “Arte & Vino”. “Siempre tuve un resquemor. Siendo autodidacta me preguntaba qué posibilidad iba a tener de exponer. Pero al conocer a Trini Álvarez y Oscar Muñoz, dos personas generosas, me acerqué a participar a ANAP”, detalló la pintora.

Con pie derecho

A las dos semanas de su ingreso a la asociación local que tiene sus bases en la diagonal Alvear 164, se hizo una muestra colectiva en la cual participó con dos trabajos de “Uno y sus circunstancia”: “Sin prisa” y “El hombre de la bolsa”. Las mismas recibieron muy buena crítica en una publicación local.

Esa no sería la primera vez que sus cuadros salieran a la luz. Hace dos meses atrás, en la segunda muestra del año de ANAP (“Horror Vacui”), nuevamente los vagamundos de Gimémez Tirtei dijeron presente con “El espejo”. Justamente, esa producción hizo que el ciclo que se desarrolla en la bodega Familia Schroeder se interese en su pintura.

Ni bien recibió la buena noticia que procedía de El Chañar se puso manos a la obra para dar vida a “Transformación”. Quizás ese es el trabajo que más la marca en este tiempo de su vida personal. Así fue que se ocupó de crear bastidores de madera -debido a cuestiones económicas- para comenzar a navegar en ese mundo suyo.

“Es una serie mucho más colorida. Ahí es como que vuelo. Como no tengo un estilo definido, que era una preocupación hasta hace poco tiempo, volví como a lo más fantástico. Es de alguna forma sacar afuera la Paula nueva”, aseguró. Y agregó: “Siempre tuve fe en mi intuición. Pinto lo que percibo y lo que me puede trasmitir una imagen. Quizás no veo tanto la luz y otros aspectos que hacen a la pintura, pero sí el dolor por ejemplo…tiene que ver más con el corazón y el sentimiento. Eso es lo que más me atrapa de una situación. En una de las muestras una señora se emocionó porque la mujer retratada en uno de los cuadros se parecía a su nona italiana”.

Libre de lo académico

Paula es consciente que hay una parte técnica y académica, la cual casi desconoce. Lo suyo es fluidez pura. Es libertad y, a su vez, la que le permite dejar su propio rastro.

“Los profesores de Bellas Artes o los entendidos hacen mucho hincapié en las técnicas. Creo que de alguna manera les cortan las alas a sus alumnos. Uno si ve una muestra colectiva detecta rápido en los trabajos de los alumnos cada impronta de su profesor. Eso pasa porque no tiene un sello personal. Siempre estuve medio renegada a eso, no es de soberbia que lo digo, sino porque mi búsqueda e impronta son mías. El arte es tan relativo… Milo Lokett, que hoy está en boga y que sus cuadros valen miles de dólares, técnica de qué tiene. Pinta casi cuasi un niño de primer grado aunque me encanta. Al tipo le importó un «pito» y es alguien que ya está instalado”, dijo Giménez, quien aseveró que siempre toma recomendaciones a pesar de su ideal.

Casi como una declaración de principios, por último la pintora local aseguró: “Al no tener lo académico me animo a más. Me siento más libre. No hay un camino cerrado porque nunca tuve condicionamientos”. Y acotó: “Vas al Centro Cultural Recoleta y hay una instalación donde aprecias un ovillo de alambre de púa y eso es arte. Entonces, pienso que todos hacemos arte. El que estudió, el que no y el que está investigando. Me parece que todo tiene que ver en la búsqueda de cada uno y cuál es el objetivo. En mi caso, no me interesa ser la alumna 10. No estoy cerrada a las críticas. Puedo tomar algo que me sirva, pero no quiero perder esa impronta de lo personal: no hacer la línea perfecta. Mi historia es tener la libertad y trasmitir el sentimiento del algo que produjo en mi interior”.

Dentro el tránsito de su vida, la pintura, para María Paula Giménez Tirtei, ha funcionado como la mejor terapia, que la rescato y curo todos sus males. Una bendita salvación, que la introduce 10 horas diarias, ese, su mundo intimista. Lejos, muy lejos, de su actividad en el Poder Judicial.

 

Entrevista del diario La Mañana de Neuquén

 

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