El movimiento Acción Poética ya deja mensajes en la zona. Neuquén, Bariloche, Cipolletti y Roca se suman a la tendencia.
Con sus propias reglas, es un fenómeno que nació en México.
Las ciudades siempre reflejan las sociedades que las construyen y planean, sus hombres y lo que a éstos interesa; pero hoy están envueltos en la paradoja de un ritmo acelerado e impersonal, de mero «tránsito» en el espacio público.
Ante esta dispersión y fugacidad, hay iniciativas que muestran hasta qué punto se anhela promover y generar vínculos, claro que adaptados al modo de ser del presente. La masiva adhesión a las redes sociales de los últimos años es prueba de este anhelo de interacción, aún con su formato virtual y evanescente; «compartir», escribir en el muro, expresar un «me gusta» exhiben este deseo.
Esto se ve reflejado en distintos escenarios; destaco aquí el impacto simultáneo y a escala trasnacional de una iniciativa que se autodenominó Acción poética, porque la misma, muestra la necesidad de intervenir y accionar en el espacio público y muestra también la eficacia de las redes sociales para transmitir y comunicar, permitiendo reproducción inmediata por distintos canales y un eco difícilmente accesible por otro medio.
Para quien aún no está enterado, Acción poética es un movimiento que deja mensajes en el espacio público realizados a mano alzada en pintura negra sobre un fondo pintado expresamente de blanco en paredes solicitadas para ser intervenidas con lo que los responsables de este movimiento llaman «micropoesía», la cual consiste en frases como: «Voy a olvidarte, te lo advierto»; «Imagínate enamorado»; «Cuanta discriminación en un mundo de imperfectos». Las frases escogidas generalmente son versos de amor o versos optimistas, también frases que aluden a la situación actual (aunque tienen por regla no tocar temas políticos ni religiosos).
El movimiento comenzó en Monterrey, México, en 1996 y fue fundado por el poeta Armando Alanís Pulido, pero recién hace aproximadamente nueve meses en Argentina, específicamente en Tucumán, donde el gestor cultural Fernando Ríos Kissner coordinó la iniciativa e importó la idea inicial del poeta mejicano pintando en la capital tucumana poesía en sus muros. Desde entonces, la propuesta se «globalizó» para esparcirse vertiginosa y simultáneamente en muchísimas ciudades de Argentina y de Latinoamérica. Así, las micropoesías pueden encontrarse en más de cincuenta ciudades mexicanas así como en veinte países de Latinoamérica y en España.
En Argentina, teniendo como epicentro Tucumán, se replicó en Chaco y continuó propagándose por ciudades de todo el país. En la zona, Neuquén comenzó en el mes de febrero, también Bariloche, Cipolletti y Roca, por citar algunas de las ciudades que se acoplaron simultáneamente a escribir poesía en la calle.
Acción Poética tiene una suerte de manifiesto, un conjunto de preceptos que funcionan como sus piedras fundacionales. Las frases no deben tener más de ocho palabras.
Dibujan letras mayúsculas de imprenta color negro sobre una pared blanca que haya sido cedida para eso. Los primeros diez muros se pintan con frases del poeta Armando Alanís Pulido, como un modo de homenajear al creador de este movimiento. Las ciudades inauguran su accionar con lo que podrían ser sus frases fetiche: «Sin poesía no hay ciudad» «No sabía qué ponerme y me puse feliz», «Duermo poco, sueño mucho».
Acción poética solicita a las ciudades que se suman, que se comprometan a continuar en el movimiento. No se acepta dinero, sólo donaciones de pintura de color blanco y negro y pinceles. Las frases se eligen de acuerdo a las dimensiones del muro y al contexto ya que las pintadas se inscriben en las coyunturas de las ciudades o atendiendo a sus conmemoraciones como lo muestra la frase «Todo está guardado en la memoria», extracto de una canción de León Gieco que Acción Poética Fiske Menuco pintó en las paredes de Roca en el marco del día de la Memoria por la Verdad y la Justicia el 24 de marzo pasado.
Acción Poética es interesante por la importancia concedida a la coparticipación en tanto forma de vivir la cultura, cuestionando el hermetismo y la distancia de otras estrategias culturales, al destacar que la poesía debe salir a la calle, donde personas autoconvocadas de distintas edades –en un clima de alegría y celebración– son artífices de un modo de estar en la ciudad.
Frente a un espacio público saturado de estímulos visuales que los medios y la publicidad nos ponen en las ciudades, este tipo de gestos apunta al sincretismo de una idea, al pequeño efecto de lograr atraer fugazmente la atención del transeúnte.
Conviene advertir que están sus detractores, quienes por ejemplo desde la reivindicación del arte callejero consideran que Acción Poética no irrumpe en el espacio público clandestinamente y no tiene impacto disruptivo; otros en cambio se apropian del recurso y lo parodian aprovechando la masividad del gesto ampliamente reconocible por muchos, como ocurrió en la cuidad de Roca en la que hay inscripciones con aerosol en paseos públicos tales como «Aprovecha tu momento de juventud y rebeldía» firmadas por el movimiento denominado «Acción Polenta con queso».
No es relevante su estado de indefinición: si es arte o micropoesía, sino cómo este movimiento ensaya formas de presencia en el espacio público, en un gesto social sin caireles ni pompas, grafiti poético o poesía urbana, que da cuenta del actual deseo de agruparse e interactuar.
Por eso, sea cual sea la reacción que despierte Acción poética es indudable que se trata de un movimiento que habla del mundo contemporáneo: de sus tipos de vínculos, de sus anhelos y sus ambivalencias.
Así, atender a la repercusión y adhesión inédita que suscitó, posibilitada por la emergencia de las redes sociales, nos permitirá entender mejor quiénes somos.
FUENTE: diario Río Negro (María José Melendo UNC-UNRN-IUPA)
