Nuevos lectores se acercan año a año a las novedosas propuestas literarias para los chicos, cada vez más creativas desde los textos a las ilustraciones y formatos.
Formatos gigantes o muy pequeños, con un cuidado especial en las ilustraciones pero también en lo estético, entre la ficción y la realidad, las posibilidades exploradas por la literatura infantil en los últimos años hacen sobresalir el género que no deja de incorporar nuevos lectores en esa renovación siempre constante.
Libros enormes -como “Las tres princesas”, de Anne Buguet con ilustraciones de pintores italianos prerrenacentistas- “se basan en ofrecer algo distinto, casi un volumen de arte que interesa a los padres y a sus niños”, observa Luz Henríquez (El Ateneo) en diálogo con Télam.
Por su parte, Ileana Lotersztain (iamiqué), editorial que acaba de publicar “Ciencia para pasar el invierno”, de Valeria Edelsztein con ilustraciones de Javier Reboursin, considera que “los chicos son curiosos por naturaleza y los temas científicos los convocan muchísimo. Más aún, si el planteo se hace a través de preguntas, uno de los grandes motores del conocimiento”.
“No creo que haya una competencia entre la ficción y la no ficción -asegura- sí creo que hay lectores que sólo leen novelas y lectores que se devoran los libros informativos e incluso se especializan en ciertos temas. ¿Quién no conoce un pequeño experto en dinosaurios?”.
Para Mercedes Rodrigué, La Brujita de Papel tiene libros muy variados como “Emails desde la isla del Caimán Tuerto”, de Jorge y Pablo Accame, o “Jazz en las nubes”, de Alberto Pez y Alejandro O’ Keefe.
“Probamos ilustradores diversos, tratando de no repetirnos, de tomar riesgos. En algunas colecciones prepondera la ilustración; en otras el trabajo con el texto. Hay libros que son ‘sueltos’, no responden a ningún parámetro previo; lo que nos obliga a definir por dónde queremos crecer”, agrega.
Según Clara Huffmann, directora editorial de Pípala, que entre sus últimas novedades tiene “Los jardines de Árida”, del holandés Paul Biegel, “la ilustración es fundamental. Buscamos un aporte desde lo estético a un texto en particular. Hay algunos donde la historia no estaba diagramada y luego se trabajó el texto junto con las ilustraciones”.
P- ¿Qué busca la editorial a la hora de elegir un libro infantil?
LUZ HENRÍQUEZ- Calidad de contenido, en cuanto al texto y a las ilustraciones. Asimismo, brindar al lector, de acuerdo a su segmento de edad, entretenimiento y formación.
ILEANA LOTERSZTAIN- Lo que más nos importa no es el tema sino el tratamiento que se le da. Nos interesan especialmente los libros que desafían al lector con preguntas que, en los casos en que son respondidas, abren inmediatamente nuevos interrogantes. En todos nuestros libros tratamos de convocar al lector, de reproducir ese momento íntimo que se genera en una charla de a dos.
MERCEDES RODRIGUÉ- Somos cinco “brujas”; cuando el texto obtiene cinco votos a favor, se publica. Si obtiene cuatro, todavía tiene posibilidades. Con tres votos no hay chance. Si un texto logra convocarnos a todas es que ha superado los obstáculos de interés, contenido y estética. No es que busquemos algo en particular, sino textos que se defiendan, que tengan cierta unicidad, que resistan y atrapen varias miradas y sean comercialmente viables.
CLARA HUFFMANN- Pípala es un sello de libros ilustrados, más que de libros infantiles. Y buscamos literatura de buena calidad y sobre todo estéticamente interesante. Que no sea el típico libro ilustrado con colores brillantes, no nos quedamos en el típico libro infantil.
P- Frente a la gran diversidad que presenta el género en estos días, ¿hay elementos que considera novedosos? ¿Cuáles?
L. H.- La diversidad es enorme y en la decisión de publicar cuenta mucho la diferenciación con lo masivo. Buscamos libros que tengan valor agregado, por ejemplo, en el caso de la primera edad, se acerque al juguete. En los de edad intermedia, entre los cinco y ocho años, que aporte conocimiento y no solo entretenimiento.
I. L.- Nos diferenciamos en el modo de presentar la información. En los índices de nuestros libros aparecen preguntas del tipo, ¿Por qué hace calor en verano? o ¿Por qué las cosas no se caen para arriba?, que son las preguntas que se plantean los chicos, en lugar de preguntarse qué consecuencias trae que el eje de la Tierra esté inclinado o qué es la gravedad. En ambos casos la respuesta es similar, pero la motivación a responderla es diferente.
M. R.- La tendencia de los últimos años ha sido el libro-álbum. Está de moda; no significa que venda más; pero ha modificado en cierta manera nuestra manera de leer o editar. Las ilustraciones se consideran otro texto; ya no sirven meramente para acompañar, para “ilustrar”; sino para narrar. Entonces los textos se vuelven más cortos, menos descriptivos, para no repetirse con la ilustración. El objeto libro se pretende un disparador, un movilizador, ya no son meros relatos, se espera de ellos que provoquen una experiencia estética.
C. H.- Lo más interesante es que la literatura infantil dejó de ser un subgénero de la literatura. Hay mucha más gente que se le anima, hay muchos más ilustradores, escritores. El texto puede llegar a convertirse, según el editor, en un libro infantil o en un libro ilustrado, pero no son textos menores.
P- Cuando elige un título ¿tiene en cuenta una franja etaria en particular?
L.H.- Nuestro catálogo está estructurado en función del segmento de edad. Cada segmento tiene una oferta diferente y en este momento la franja que va de cinco a ocho es la de mayor oferta.
I. L.- En nuestros títulos sugerimos una edad mínima que tiene que ver con la complejidad con que se desarrollan los temas. Para arriba no ponemos límite.
Fuente: Télam.
