Nuestra reciente visitante, Marta Minujin, ha sido seleccionada por la Tate Modern de Londres para integrar, junto a cien artistas internacionales, una colección de obras de los creadores más emblemáticos del siglo XX.
La obra elegida por la Tate Modern para el nuevo sector «The Tanks», que se inaugurará este mes, ha sido una imagen que documenta «El Partenón de Libros», la mega-instalación que Marta realizara en 1983, a propósito de la restauración democrática, con 30 mil libros prohibidos por la dictadura militar, los cuales, al desmantelarse la obra, fueron donados a bibliotecas públicas.
Se trata de un reconocimiento a la trayectoria de una de nuestras más importantes artistas visuales, verdadero ícono del pop art nacional, amiga de Andy Warhol, protagonista de la ola creativa de los años 60 y residente de su «templo» más significativo, el Instituto Di Tella.
Quizás las nuevas generaciones no tengan noticia de lo que constituyó, para la Cultura nacional y para la Argentina post-dictadorial, «El Partenón de Libros», una réplica a escala del célebre edificio que domina la Acrópolis de Atenas y que fue construido más de cuatrocientos años antes de Cristo en honor a la diosa Palas Atenea, patrona de la capital griega.
La versión de Marta Minujin, un tanto más pequeña que el monumento original, se levantó en pleno centro porteño y consistió en una estructura metálica sobre la cual la artista montó 30 mil libros que habían sido prohibidos durante el régimen militar.
Su simbolismo es más que obvio para quienes fuimos testigos, víctimas y protagonistas de aquellos años de sangre, pero puede sonar extravagante a jóvenes de hoy para los cuales que un gobierno prohíba libros es poco menos que una fantasía de Ray Bradbury.
«El Partenón de Libros» fue un poderoso mensaje a la historia. Tras siete años de dictadura, con miles de desaparecidos y el arte censurado, Minujin recurrió a una obra monumental para poner en valor la importancia de la Cultura y el Saber contra la ignorancia y el autoritarismo.
Los libros prohibidos, símbolos de la palabra acallada por la muerte, volvieron a ver la luz sobre el mayor monumento a la diosa Palas Atenea que se conoce en el mundo, la diosa de la sabiduría, la inteligencia y el entendimiento, y tras su desmantelamiento, fueron distribuidos entre las resucitadas bibliotecas públicas del país, para conocimiento de las futuras generaciones.
El «Partenón de Libros» tuvo un antecedente monumental en otra obra de 1979 titulada «El Obelisco de Pan Dulce», que Marta realizó para una edición de La Feria de las Naciones. En 2011, a raíz de ser declarada Buenos Aires capital mundial del libro, Minujin sorprendió nuevamente con «Torre de Babel de Libros», compuesta por 30 mil libros procedentes, esta vez, de diversos países, cuyas embajadas donaron los ejemplares para la instalación.
Tal vez la particularidad de los artistas sea el estar un paso más adelante que el resto de los mortales, esperándonos a que descubramos el camino que ellos con su genio nos señalan.
Tal el legado de una de las más grandes artistas de nuestro país que hoy forma parte de los creadores en la Tate Modern de Londres y, en un futuro no muy lejano, en nuestro MNBA neuquino.
Por Oscar Smoljan, Director Museo Nacional de Bellas Artes Neuquén
FUENTE: diario Río Negro
