«Quizás quiso decir» es una obra con lenguaje clown destinada a público adulto, según adelantan los creadores de esta pieza que podrá verse el jueves, a las 22, en el teatro El Arrimadero (Misiones 234), con una entrada de 50 pesos.
Y siguen con el anticipo, como una convocatoria para que el público participe del ritual mágico. «Como una suerte de minimalismo actoral-payaso, el espacio vacío exalta la imaginación y permite que los tiempos sean la joya del relato: dos hombres en la intimidad de una pesca, esperan. La sustancia de ese encuentro es la memoria y los viajes delirantes que se suscitan entre reflexiones y evocaciones absurdas», sintetizan en su blog.
Ellos son Nacho Albani y Pablo Algañaraz, y con esta obra, también creación del director Agustín Flores Muñoz, ganaron el Encuentro Regional de Teatro Independiente Conurbano Norte 2012 (Buenos Aires). Además, la pieza quedó seleccionada en el primer puesto para participar de la Fiesta Provincial del Teatro de la provincia de Buenos Aires, que organiza el Instituto Nacional de Teatro (INT), el próximo mes.
Sobre el tema de la obra, dicen los actores: «Más que el recuerdo en sí mismo, nos interesó particularmente el proceso de la memoria. Citando a John Berger: ‘La memoria no es en absoluto unilineal. La memoria funciona de forma radial’, es decir, con una cantidad enorme de asociaciones. Todas conducen hacia el mismo acontecimiento».
Al ser la memoria el eje principal de la pieza, «hay subtemas que confluyen y plasman los distintos viajes que la componen: el recuerdo del amor, de la despedida y de la muerte», detallan los artistas.
En diálogo con el diario «Río Negro», Pablo Algañaraz adelanta que «a veces la memoria es más fuerte que la realidad, y sobre esa construcción es que trabajamos».
Los actores apuntan a «una sensación de musicalidad y de maquinaria de reloj, de precisión, de escucha entre los actores, de ellos con la escena y de la escena con el público –cuenta, como en secreto–. La obra también muestra el uso del tiempo que tienen estos hombres, donde la falta de apuros puede dar lugar a la profundidad, a la contemplación o a que una conversación, con puntos de vista antagónicos, derive en los grandes temas de la vida –detalla–. Siempre hay un reflejo de marginalidad: un clásico del universo de los payasos que, de alguna manera, resulta una presencia equilibradora, porque es más del aquí y el ahora, más esencial, más tribal».
FUENTE: diario Río Negro
