Arte en Buenos Aires

imagenLos misterios de Buenos Aires y el mayor de los mitos en dos muestras del Borges.

Entre las varias exposiciones que presenta en Centro Cultural Borges , dos se destacan por su impronta urbana y mitológica popular: «Te quiero Buenos Aires», del pintor Mariano Sapia y «Plegarias para el Gauchito Gil» de Hugo Echarri.

En el caso de la primera, Sapia es uno de los más originales artistas de la generación de los 80. Representó a nuestro país en la I Bienal de Sudáfrica de 1995 y tiene el honor de que una de sus pinturas, Cosecha de mujeres, fuera adquirida por el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.

En «Te quiero Buenos Aires», el artista pinta escenas de la ciudad desde su vibrante y colorida estética que nos recuerda, en particular por ciertos personajes marginales de sus cuadros, a los habitantes de las orillas que tan admirablemente reflejó Antonio Berni.

Fue una muestra no premeditada. El propio artista ha declarado que el título de la colección apareció casi inevitablemente cuando descubrió que su selección eran en su totalidad imágenes de la ciudad en la que «hago mi vida, yendo al supermercado, pagando cuentas, yendo y viniendo al taller. No ando a la caza de imágenes, uno se las encuentra, se las choca, más bien, y pìnta».

Sus personajes no son pobladores de las zonas acomodadas de la capital, sino más bien sobrevivientes de los márgenes de esa gran urbe que es Buenos Aires. Aunque a diferencia del creador de Juanito Laguna, los moradores de los cuadros de Sapia no nos arrojan a la cara el costado trágico de su marginalidad, sino más bien nos abren gozosamente el misterio de vivir en una ciudad como la que lo ha inspirado.

Porque para Sapia tanto Buenos Aires como la vida misma es un misterio y no duda en reconocer que muchas veces deambula por sus calles sin un porqué, sino más bien dejándose atrapar por lo inesperado, lo cual después se traduce en alguna de sus pinturas.

La segunda muestra en cuestión está dedicada a uno de los más poderosos mitos populares argentinos. «Plegarias para el Gauchito Gil» nos trae la historia del correntino Antonio Mamerto Gil Núñez, perseguido por la justicia hacia 1870 y convertido en mito popular a partir de haber curado al hijo del que fuera su propio verdugo, a cambio de recibir cristiana sepultura.

Sus rojos altares se reproducen a todo lo largo de las rutas argentinas y lo paradójico de esta muestra es que Echarri, además de pintar y mostrar su obra en exposiciones, es juez de la Provincia de Buenos Aires.

En estos cuadros, el juez-artista, quien también pinta el mundo carcelario, nos lleva al mito argentino a través de colores y trazos vigorosos de gran impacto. Son varias pinturas de gran formato y una instalación que reproduce precisamente aquellos altares rojos que se levantan al costado de las carreteras.

Pero más allá de quedarse en el mero retrato del santo popular, Echarri se sumerge en el imaginario popular que lo sustenta. En las miles de historias que hay detrás de cada altar. A pesar de ser creyente católico supo sumergirse e investigar la necesidad de una parte del mundo contemporáneo de aferrarse a este tipo de creencias.

Si bien se reivindica como «autodidacta», Echarri frecuentó en su formación los talleres de Helios Gagliardi, Bernardo Di Bruno y René Pietrantonio, entre otros, y ha realizado exposiciones individuales y colectivas, participado en ferias y salones donde obtuvo diversas distinciones.

Por Oscar Smoljan Director Museo Nacional de Bellas Artes Neuquén

FUENTE: diario Río Negro

 

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