El duelo empezó siendo una forma de zanjar las disputas de honor entre caballeros, y a veces también entre las damas, pero, sorprendentemente, acabó por convertirse en una modalidad de competición olímpica. Pero esta singular prueba olímpica en la que las balas de plomo se cambiaron por otras de cera (en principio no tan peligrosas), tuvo muy poco recorrido y terminó por desaparecer poco tiempo después de su implantación.
Un duelista ataviado con la indumentaria oficial en plena competición.
De todos es sabido que los antiguos griegos fueron muy aficionados al deporte. De hecho, fueron los creadores de cuatro importantes competiciones en las que podían participar todos los griegos: los Juegos Olímpicos, los Píticos, los Ístmicos y los Nemeos, todos ellos celebrados en lugares con una profunda tradición sagrada. Tal era el caso del santuario de Olimpia, al noroeste de la península del Peloponeso, donde se alzaba un gran templo en honor del dios Zeus, el padre de los dioses. Olimpia fue el escenario de los juegos panhelénicos más importantes: los Juegos Olímpicos, una competición que se celebraba cada cuatro años y durante la cual estaba terminantemente prohibida cualquier acción bélica.
Muchos siglos después, en 1896, el pedagogo e historiador francés Pierre Fredy de Coubertin, barón de Coubertin, recuperó la ancestral tradición de los Juegos Olímpicos de la antigua Grecia. Estos debían celebrarse también cada cuatro años, aunque en 1916, 1940 y 1944 estos no pudieron celebrarse a causa del estallido de las dos guerras mundiales. En los primeros Juegos Olímpicos modernos hubo disciplinas deportivas muy parecidas a las que practicaban los antiguos griegos, pero con el tiempo se fueron incorporando otras nuevas. Algunas incluso sorprendentes. De hecho, hubo una que hoy en día nos puede parecer, como poco, extraña. Se trata de la competición de duelo olímpico, un reto que se practicaba ¡con pistolas!
UNA MANERA DE RESOLVER UNA DISPUTA
En realidad, durante los juegos celebrados entre los años 1906 (los conocidos como «juegos intercalados», llevados a cabo en Atenas) y 1908 hubo diversas practicas de tiro, cuyo objetivo era un maniquí con forma humana, pero aunque nos pueda parecer inaudito, en otros casos el adversario fue un ser humano real. Aunque no todo era violencia. Entre los años 1912 y 1948, los Juegos Olímpicos incluían también competiciones culturales como arquitectura, literatura, música, pintura y escultura, y aunque se llegó a hablar de ampliar el abanico de disciplinas con danza, cine, fotografía y teatro, finalmente solo se incorporaron, aunque de manera fugaz, el alpinismo y la aeronáutica.
Imagen del baron Pierre de Coubertin, fundador de los modernos Juegos Olímpicos.
Pero tenemos que conocer el contexto histórico. Tradicionalmente, los duelos fueron el método empleado por los caballeros, desde el siglo XV, para solventar sus diferencias. Primero con sables y espadas, y más tarde, a tiros. En realidad, no solo los hombres resolvían sus «asuntos» mediante este violento sistema. Incluso las mujeres, aunque de un modo mucho menos frecuente, podían llegar a hacerlo en alguna ocasión. Llegó a ser algo tan popular que a pesar de estar prohibido por las autoridades, en el siglo XIX hubo un repunte de los duelos que se extendió incluso a todas las capas sociales.
LOS JUEGOS INTERCALADOS
La mayoría de estas disputas se solventaban en el ámbito privado, pero las derivadas de algún tipo de discrepancia pública, como las de orden político que se originaban en el Parlamento o a través de los medios de comunicación, llegaban a congregar a una considerable cantidad de curiosos aburridos ávidos de «distracciones». Por ello, tras la prohibición de los duelos en un congreso internacional de prensa celebrado en Lieja, el Comité Olímpico, aprovechándose de cierto vacío legal, los incluyó como disciplina olímpica en los Juegos Intercalados de Atenas de 1906.
Pero ¿qué eran los Juegos Intercalados? Pues no eran exactamente unos Juegos Olímpicos, sino que el Comité Olímpico Internacional los creó en 1901 como una forma de homenajear a la capital griega cada dos años y, tal como indica su nombre, debían celebrarse entre dos ediciones de los juegos oficiales. Contribuyó también a esta decisión el hecho de que los Juego Olímpicos de París de 1900 resultasen un fracaso (recordemos que ese mismo año se celebró la Exposición Universal, y un público poco acostumbrado a los espectáculos deportivos prefirió perderse entre las novedades que ofrecía la exposición).
Sin embargo, debido a diversos factores, como el contexto político griego y que la organización cada dos años resultaba poco práctica, los Juegos Intercalados solo se celebraron en 1906.
CERA POR PLOMO
Pero, paradójicamente, aunque solo hubo una edición, aquellos juegos tuvieron un gran éxito y fueron precisamente los que acogieron las primeras pruebas de duelo olímpico. Lo que ahora nos parece algo impensable, fue posible gracias a un médico francés apellidado De Villiers, el cual había redactado un reglamento para la Federación Nacional de Sociedades de Ética y Salle de Armes de France que convertía los lances de honor en un deporte «conciliador». De hecho, se llegó a considerar que aquellos enfrentamientos con pistola eran una visión moderna de la esgrima, y esta ya se había incluido como disciplina en los Juegos Olímpicos por iniciativa del propio Coubertin, que era un gran amante de la lucha con florete.
Pistolas de duelo olímpico con la munición de cera y los protectores para las manos.
Las normas de De Villiers no cambiaron de manera sustancial el desarrollo de los duelos tradicionales en el contexto olímpico, salvo por el hecho de que las balas de plomo se sustituyeron por otras de cera y las pistolas eran de un solo disparo, con un escudo para proteger la mano. Además, los duelistas debían llevar una máscara para protegerse el rostro, un casco en la cabeza y una especie de abrigo de color negro que permitía ver el punto de impacto en un blanco previamente señalado a la altura del pecho y que determinaba, así, la puntuación. Separados entre ellos por una distancia de entre 18 y 23 metros, los contendientes debían esperar a la señal del arbitro para efectuar su disparo (los proyectiles salían disparados a unos 87 metros por segundo).
LA IMAGEN DEL COMITÉ OLÍMPICO
Con todo, y a pesar de que la prueba era absolutamente legal a ojos de todo el mundo, el Comité Olímpico consideró finalmente que la imagen de unos hombres disparándose podía acabar dañando su imagen y la de la competición, y finalmente decidieron sustituir la prueba por otra en la que los tiradores disparasen sobre blancos neutros o maniquíes. Para ello se establecieron dos pruebas: una de 20 metros y otra de 25 metros. Ambas establecían el tiempo en el que los contendientes podían llevar a cabo cada disparo, de manera que en la primera se disponía de más tiempo que en la segunda, y además lo hacían todos los participantes a la vez.
Una competición de duelo olímpico celebrada en las calles de Nueva York en 1906.
En la siguiente edición de los Juegos Olímpicos, celebrada en Londres en 1908, el duelo volvió a ser una disciplina presente, aunque solamente como deporte de demostración. Pero para darle más emoción, al final se propuso que los competidores no dispararan sobre maniquíes, sino uno contra el otro. La competición acabó llevándose a cabo en el White City Stadium de Shepherd’s Bush, un barrio del municipio londinense de Hammersmith y Fulham, pero, al tratarse de un deporte de exhibición, los resultados no contaron para el medallero final.
LA DESAPARICIÓN DEL DUELO OLÍMPICO
Todo ello, sin embargo, no impidió que se apuntasen para participar en esta prueba un nutrido grupo de tiradores, la mayoría militares, aunque también lo hizo una heterogénea colección de personajes. El ganador de la competición fue un hombre llamado Walter Winans, un cazador y aventurero estadounidense que ya había sido campeón olímpico de natación y que en las olimpíadas que se celebrarían en Estocolmo en el año 1912 volvería a subir al podio en la categoría de ¡escultura! En Londres, Winans resultó herido leve en una de las pruebas, aunque su rival y amigo, el periodista deportivo Gustave Voulquin, resultó peor parado cuando una de las balas de cera (a priori menos peligrosas) le arrancó el pulgar de la mano derecha.
Imagen difundida en la publicacion The Sketch: A Journal of Art and Actuality en el año 1908 en la que puede verse un duelo olímpico.
A pesar de que hubo competidores que quisieron prescindir del casco y la máscara porque confiaban en la caballerosidad de sus rivales, no existe constancia de que los organizadores permitiesen aquel tipo de actuaciones tan arriesgadas. Finalmente, el duelo olímpico no tuvo el recorrido deseado por algunos de sus defensores, aunque sí perduraron diversas pruebas de tiro sobre blancos artificiales, estáticos y móviles (el tiro al plato, por ejemplo), algunas con rifle y otras con armas cortas.
