Cecil B. DeMille destruyó y escondió los restos del rodaje de «Los diez mandamientos», en 1923
En su autobiografía, publicada en 1959, Cecil B. DeMille ya temía que los arqueólogos del futuro se lanzaran a anunciar que la civilización egipcia había llegado desde el Nilo hasta California. El cineasta sabía que tarde o temprano alguien descubiría los restos del rodaje de «Los diez mandamientos», superproducción de 1923 para la que se rodaron unos decorados fastuosos. Las dunas de Guadalupe escodieron aquellos tesoros de yeso y cartón piedra, que van viendo la luz de a poco. Lo último en aparecer ha sido una esfinge gigante, una de las 21 que se crearon para la película, de casi cinco metros de altura y cinco toneladas de peso.
Durante 90 años, la tierra entre San Luis Obispo y Santa Bárbara escondió aquellas maravillas de otros tiempos, fruto de un presupuesto que se acercaba al millón de dólares, una fortuna para la época. Por supuesto, la cifra se disparó, como era casi norma en manos de Cecil B. DeMille, y al final el gasto fue de 1,4 millones, en parte porque manejar a 2.500 actores (incluidos los extras) y 3.000 animales no es barato. Nada irreparable, teniendo en cuenta que el público amaba sus fastuosas películas y la taquilla superó los cuatro millones. De hecho, el propio director volvió a dirigir la misma historia en 1956, con Charlton Heston en el papel de Moisés.
Cerca de 1.500 trabajadores trabajaron durante semanas para construir un nuevo Antiguo Egipto diseñaro por Paul Iribe, uno de los fundadores del art déco. Dado que transportarlas después suponía un nuevo gasto enorme, DeMille decidió que se enterraran, ya que temía que otros las aprovecharan o las copiaran. Hace dos años, el cineasta Peter Brosnan buscó entre las dunas para realizar un documental, pero se quedó sin dinero antes de encontrar gran cosa. Pese a todo, pudo hallar la cabeza de una de las esfinges. Poco a poco van apareciendo más piezas. Para un país «sin historia», estos restos son algunos de los tesoros arqueológicos más importantes que se pueden encontrar dentro de sus fronteras.
