El misterioso paradero del tesoro de Kolchak: 490 toneladas de oro

Durante la Primera Guerra Mundial, Rusia se vio envuelta en una cruenta lucha civil que enfrentó a los comunistas bolcheviques con las fuerzas contrarrevolucionarias. Uno de estos reaccionarios, Kolchak, se hizo con las reservas de oro del imperio, que transportaba en un tren blindado por las estepas de Siberia. Tras su arresto y fusilamiento, el oro despareció de la historia y todavía hoy hay quien lo busca.

Evacuado a Siberia ante el avance alemán, el oro desapareció tras la derrota de los blancos en la Guerra Civil Rusa. Esta imagen muestra estanterías repletas de lingotes en la reserva imperial, 1905. Foto: Cordon Press

Soldados bolcheviques en el Palacio de Invierno de San Petersburgo tras la revolución. Foto: Cordon Press

El imperio ruso entró en la Primera Guerra Mundial (1914-1918) con la esperanza de ampliar su territorio y reforzar a sus aliados en los Balcanes, pero el conflicto supuso su fin. Derrotas como las de Tannenberg, en 1914, redundaron en la pérdida de provincias como Polonia, mientras que la crisis derivada de la economía de guerra sumió al pueblo en el hambre y la miseria.

Desesperados por conseguir la paz, los súbditos del Zar lo derrocaron mediante una revolución en 1917. En su lugar surgió un gobierno provisional liderado por Kerenski que, al negarse a firmar la paz o reformar el país, fue suplantado a su vez por el comunismo de Lenin.

Afortunadamente para los zaristas, al inicio de la guerra la reserva de oro imperial había trasladado a la ciudad de Kazán en Siberia. Se pretendía así alejarla del frente para que no pudiera ser capturada por el enemigo en caso de que San Petersburgo y Moscú cayeran.

Este fabuloso tesoro ascendía a 490 toneladas del preciado metal, cuyo valor se traducía en 630 millones de rublos o 4.000 millones de dólares actuales. La caída del Zar había sumido al país en la anarquía y la guerra civil, por lo que el bando que se hiciera con el oro podría comprar suficientes armas y municiones para convertirse en el poder dominante de Rusia.

ROJOS CONTRA BLANCOS

Los primeros controlar la codiciada reserva fueron los líderes del Gobierno Provisional Siberiano, un estado independiente que se levantó en armas contra Moscú tras la revolución comunista bolchevique. Este gobierno contrarrevolucionario o “blanco”, como se llamaba en la época a los partidarios de una Rusia capitalista, suponía una espina clavada en el flanco de los comunistas, por lo que Lenin destacó a uno de sus lugartenientes, Trotski, para que acabara con los reaccionarios.

Bolcheviques y capitalistas se enfrentan en combate, óleo de Mykola Samokysh 1929. Foto: Wikimedia Commons

Sin embargo el oro pronto cambió de manos, ya que el almirante Kolchak disolvió al Gobierno Provisional, se erigió en dictador de Siberia, y trasladó la reserva de Kazán a Omsk (más al este) ante la presión de los bolcheviques. Con la ayuda de Estados Unidos y Japón, el almirante pretendía nada menos que derribar al régimen soviético y construir una nueva Rusia sobre las bases de la tradición zarista.

El líder blanco pronto se puso manos a la obra, y se valió del oro de los zares para equipar al ejército blanco. Con la ruta hacia occidente cortada por los comunistas, el dictador no tuvo más remedio que volverse hacia el este y recurrir a Japón en busca de armas, municiones y dinero con el que pagar sueldos y comprar provisiones.

Kolchak con uniforme de vicealmirante, 1916. Foto: Wikimedia Commons

De este modo Kolchak envió hacia Japón una parte considerable de su oro, que ascendería a 197 millones de rublos según el historiador O. V. Bunditskii. Los lingotes fueron depositados en el Banco de Yokohama, el más importante del país por aquel entonces.

LA DESAPARICIÓN DEL ORO

Pese a los intentos del almirante por resistir la marea roja, el ejército comunista era imparable, y en 1919 se vio obligado a abandonar su capital de Omsk ante el avance bolchevique. Así, tras ordenar la evacuación de la ciudad, cargó lo que quedaba del oro en su tren blindado y emprendió la huida hacia Irkutsk, plaza situada a medio camino del Océano Pacífico, en el corazón de Siberia.

Sin embargo Kolchak fue traicionado por los suyos, que lo entregaron a los comunistas a cambio de un permiso de paso para escapar de Rusia. Tras un breve juicio el almirante fue fusilado el 7 de febrero de 1920, ante el temor de que una nueva ofensiva blanca encabezada por uno de sus generales pudiera tomar Irkutsk y liberarlo.

Las desmoralizadas tropas de Kolchak se retiran en otoño de 1919. Foto: Wikimedia Commons

Con su ejecución se pierde la pista del oro; según Bunditskii los restos del ejército blanco consiguieron salvar cerca de 195 millones de rublos transportados en otros trenes lo que deja unos 258 todavía por identificar.

DESAPARECIDO EN SIBERIA

Existen numerosas teorías sobre adónde habría ido a parar el oro. Según algunas teorías, pudo ser robado por los soldados checos que traicionaron a Kolchak. Pero estos fueron registrados a conciencia cuando embarcaron el Vladivostok rumbo a cada, por lo que no parece posible que se pudieran llevar semejante cantidad de lingotes de Rusia sin ser descubiertos.

Otra explicación más plausible es que la reserva cayera en manos de Lenin cuando los comunistas arrestaron a Kolchak, pero el pésimo estado de sus finanzas del líder soviético y el hecho de que la mayor parte de sus reservas procedieran del tesoro rumano almacenado en San Petersburgo antes de la guerra parecen desmentirlo.

El Mir se submerge en el lago Baikal en busca del esquivo oro. Foto: Wikimedia Commons

Otro explicación alternativa, muy popular últimamente pero menos creíble, es que el tren cargado con la reserva se habría hundido en el lago Baikal tras un descarrilamiento. En 2009, el descubrimiento de unos vagones en el fondo del lago llevó al gobierno ruso a investigar los restos con submarinos científicos Mir, los mismos que tomaron las primeras fotos del Titanic. Los sumergibles descendieron a 700 metros de profundidad y, aunque hallaron algunos objetos metálicosno pudieron recuperar ningún lingote de oro.

Más fiables son las aseveraciones del periodista Vasily Golovnin, cuyas investigaciones han desvelado una curiosa historia. Durante la retirada de Omsk, parte del oro fue confiada al general Pavel Petrov, que lo usó como moneda de cambio para facilitar su huida de Rusia. Primero tuvo que entregar al atamán —jefe militar— cosaco Semiónov 44 cajas de oro a cambio del permiso para cruzar su territorio, y más tarde Petrov daría otras 33 a los japoneses como moneda de pago por combustible y provisiones con los que continuar el viaje. El poco oro que le quedaría al llegar al puerto de Vladivostok (en la costa del Pacífico), sería repartido entre sus seguidores para que cada uno empezara una nueva vida.

 

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