«El Renacido», la primera de 2016

2241546El director mexicano y el protagonista del filme, Leonardo DiCaprio, hablan de la cinta ganadora de los Globos de Oro. La película podría darle un segundo Oscar consecutivo al realizador, premiado por Birdman en 2015.
Nunca dos seres tan diferentes se parecieron tanto. Leonardo DiCaprio, el playboy de Hollywood, y Alejandro González Iñárritu, El Negro -como llaman a este indómito mexicano-, parecen en este instante hermanos de diferente madre nacidos a ambos lados de la frontera que se han reencontrado en los estudios Lantana de posproducción, en Santa Mónica (California), para mostrar las primeras imágenes deEl renacido (The Revenant) su última película. “Una pequeña prueba del universo que presenta este filme”, describe el realizador de unas imágenes incesantes, crudas, mágicas, sangrientas, poéticas que se sienten muy cercanas y, sobre todo, muy frías.

“Ya lamento destrozarte así la mañana”, dice Iñárritu con falso arrepentimiento al acabar la proyección de los diferentes clips de la que ya muchos están seguros será la nueva apuesta al Oscar del ganador del año pasado con Birdman y la que otros consideran la peor experiencia de sus carreras. Para estos hermanos de armas es su lazo de unión. “No negaré que el rodaje fue largo y físicamente muy duro, pero El renacido es la experiencia más vasta y profunda de mi vida”, afirma el realizador mexicano.

El encuentro ocurre en Los Angeles semanas antes del estreno en Estados Unidos, donde el fin de semana pasado tuvo un comienzo acaso inmejorable: recaudó 38 millones de dólares y logró tres de los principales Globos de Oro, Mejor Película, Actor y Director. En la taquilla sólo fue superada por Star Wars: el despertar de la fuerza; en el podio, ninguna de las nominadas -ni Mad Max, Spotlight o Carol- pudo restarle brillo.

La película, que se estrena el próximo jueves 21 en salas chilenas, está inspirada en la biografía de Hugh Glass, un trampero del siglo XIX que sobrevivió al ataque de un oso pese a ser dado por muerto, abandonado por sus compañeros y enterrado en la nieve en medio de la nada. Una odisea similar a la que vivieron El Negro y su equipo hace casi un año cuando comenzaron un rodaje que les llevó a las montañas nevadas de Calgary (Canadá) para filmar en continuidad y haciendo uso único de luz natural.

“¿Y qué me dices de esta barba durante año y medio? ¡Hoy me ha dado por fin el OK para que me afeite!”, bromea DiCaprio acerca de su propia odisea mientras él e Iñárritu dan caladas, alternativamente, a sus cigarrillos electrónicos. Hermanos hasta en el modelo de vaporizador de nicotina.

“Sabíamos que nos estábamos embarcando en una aventura que nos pondría a prueba y así fue”, agrega DiCaprio. “Hubo momentos en los que el tiempo era tan duro que no teníamos ningún control. El clima nos dio por el culo. Nada que ver con trabajar en un estudio, eso te lo puedo asegurar. Sin embargo, es precisamente de eso de lo que nos habló Alejandro. Porque esta no es una historia de supervivencia o de venganza. Es la lucha interior de un hombre por encontrar su deseo de seguir viviendo una vez que lo ha perdido todo”, explica una de las grandes estrellas de Hollywood.

Es la misma explicación que da Iñárritu cuando explica su interés por una historia que ni los propios estadounidenses conocen: “No es un western porque el Oeste ni existía. Ni tan siquiera buscaban oro. Estamos en 1823, un momento en el que convive en el territorio estadounidense una complicada amalgama de españoles, mexicanos que acaban de independizarse e indios, y donde las pieles son la moneda de cambio”.

Amante de los retos

Su interés es más cercano de lo que todo lo anterior pudiera parecer, porque también es -como señala el director- el comienzo de una América que se quiere establecer como potencia comercial y donde el capitalismo como lo conocemos hoy en día se empieza a implantar en una sociedad que consume más de lo que necesita y donde la mayoría trabaja como esclavos incluso sin serlo. “Es un momento de injusticia”, agrega el director, antes de apostillar: “Un momento que sigue siendo relevante porque sorprendentemente no hemos mejorado tanto”.

Hablando un buen rato con Alejandro González Iñárritu se puede comprobar con facilidad que es un amante de los retos. De la odisea, como él la llama. Hasta dónde llega el ser humano con tal de sobrevivir. O hasta dónde puede llegar un cineasta en Hollywood. “Pues piensa en un híbrido entre John Ford y Tarkovsky”, bromea de nuevo Leonardo DiCaprio para hacer rabiar a su nuevo hermano. “Me gusta el género aunque me gusta romper las reglas”, le concede el director con picardía, ahora que ha domado sus greñas con unos mechones teñidos de rubio.

“Deseo tener la mente abierta y jugar con los géneros, con las reglas”, agrega. Por eso quiso filmar en plano secuencia, un tabú en cualquier rodaje. Y estuvo de acuerdo con su otro hermano de armas, el director de fotografía Emmanuel Chivo Lubezki, a la hora de rodar con luz natural. “¿Cómo iba a utilizar luz artificial en estos parajes? Estaba decidido a aplicar lo que aprendí con Birdman, una fluidez que busqué haciendo pocas tomas a la hora correcta. Fue como una función teatral siempre al filo del fracaso”, afirma.

Las primeras imágenes de El renacido parecen lo más alejado al fracaso, aunque también llegan rodeadas de las quejas de aquellos que se quedaron atrás en una producción que de 92 millones de dólares pasó, según dicen, a un presupuesto de 135. Los que dejaron este infierno por su pie o los despedidos. Historias que hablan de hipotermia y sacrificios innecesarios, y que han hecho que Iñárritu salga de su cueva de montaje, donde no le gusta ser distraído, para defenderse.

Y no hay mejor defensa que sus imágenes y la presencia de DiCaprio. “Los ensayos con Alejandro fueron increíblemente detallados y siempre muy precisos sobre lo que quería. Pero esa es la esencia de su cine, capaz de crear algo táctil y casi siempre real, una realidad donde el espectador es como una mosca que está ahí, en medio de la acción, de la naturaleza, capaz de crear un épico de grandes proporciones que a la vez es extremadamente intimista”, resume el actor estadounidense.

La ceremonia de entrega de los Premios Oscar se realizará el domingo 28 de febrero, en el Teatro Dolby de Loa Angeles.

 

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