El templo mayor de Tenochtitlán, centro espiritual del mundo azteca

En 1978, el hallazgo de un gran monolito en pleno centro de Ciudad de México dio inicio a la excavación del recinto más sagrado de los aztecas, el Templo Mayor, un amplio recinto sagrado que estuvo dedicado a dos de las divinidades principales de su panteón, Tlaloc y Huitzilopochtli.

Imagen de las ruinas del Templo Mayor de la antigua Tenochtitlán y, al fondo, la catedral metropolitana de Ciudad de México. Shutterstock

Era la noche del 21 de febrero de 1978 cuando un grupo de trabajadores de la compañía eléctrica mexicana se disponía a renovar el cableado entre las calles Guatemala y Argentina, en el centro de Ciudad de México. Apenas habían profundizado dos metros cuando toparon con una roca enorme y circular en la que se atisbaban extraños grabados. Inmediatamente dieron parte a la central, que se puso en contacto con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Rafael Domínguez y Raúl Arana, miembros del equipo de Salvamento Arqueológico, se desplazaron al lugar para inspeccionar el hallazgo in situDesde el primer momento fueron conscientes de la importancia del descubrimiento, como recuerda Raúl Arana:

«Era medianoche y tuve la oportunidad de vivir como arqueólogo una experiencia inolvidable: poder ver la mitad del monumento, una maravillosa escultura con grandes relieves y aún con restos de pintura. Al verla rememoraba los descubrimientos del calendario azteca y la Coatlicue, monumentos arqueológicos hallados ocasionalmente doscientos años antes muy cerca de allí».

LA GRAN DIOSA DESMEMBRADA

Tras dos meses de trabajos exhaustivos para liberarlo de los sedimentos que lo apresaban, el monolito se mostró al mundo en todo su esplendor. La escultura era inmensa, con un diámetro que sobrepasaba los tres metros, y un peso superior a las ocho toneladas.

Su estado de conservación era excepcional. Los especialistas comprobaron enseguida que se trataba de una imagen de Coyolxauhqui, la diosa lunar, hermana de Huitzilopochtli, representación del Sol, dios principal del panteón azteca. Tras entablar un durísimo combate cósmico con su hermano, Coyolxauhqui fue desmembrada y arrojada desde la montaña sagrada de Coatepec.

La piedra de Coyolxauhqui, descubierta en 1978. Museo de Tenochtitlán, Ciudad de México. Dennis Jarvis (CC BY-SA 2.0)

Pero, sin duda, lo que más emocionó a los arqueólogos fue su ubicación: la escultura se había localizado a los pies de la escalinata principal del Templo Mayor, el lugar donde Axayácatl, sexto gobernante de Tenochtitlán y padre de Moctezuma II, la había depositado entre los años 1469 y 1481.

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