Francisco Goldman escribe sobre la muerte de su esposa

Lanzan en español «Di su nombre», donde el escritor norteamericano narra su vida con Aura Estrada, muerta en 2007, a los 30 años.

por Javier García

Fue elegido uno de los mejores libros del 2011 por The Guardian y The New York Times. El escritor Richard Ford dijo que su historia es “tan triste que únicamente la belleza puede redimirla”. La novela se llama Say her name y su autor es el narrador estadounidense de origen latino Francisco Goldman.

Recién traducida al español como Di su nombre, los elogios cosechados contentan a su autor, pero no completamente: “Nada me hace sentir más satisfecho. Claro, esto es una satisfacción muy agridulce”, dice.

Di su nombre relata su vida con su esposa Aura Estrada, a quien conoció en 2002. Ella tenía entonces 25 años y era una de las promesas de las letras mexicanas. El, de 47, era autor de una serie de libros, corresponsal en Centroamérica de The New Yorker y gran difusor de la obra de Roberto Bolaño en EE.UU.

“¿Había sido mi destino entrar en la vida de Aura cuando lo hice o me metí donde no debía y torcí su camino predestinado?”, anota Goldman en Di su nombre.

Después de conocerse, la pareja decidió unirse. Aura vivía en el DF de México y tras obtener tres becas accedió a un doctorado en literatura en la Universidad de Columbia. Una de las becas era para ser asistente de investigación de la premio Nobel Toni Morrison.

Al poco tiempo de llegar a EE.UU., Aura se mudó con Goldman a Brooklyn. Luego, viajaron por París, Hong Kong y eligieron en 2005 un lugar al aire libre cerca de la ciudad mexicana de Guanajuato, donde había nacido ella, para casarse.

A la boda llegaron amigos de todo el mundo. Bebieron tequila, sellaron todo con un beso y dos años después, en 2007, aterrizaban en la playa de Mazunte, Oaxaca, a orillas del Pacífico. Entonces la bella historia de amor se truncaría.

Goldman escribe en el libro: “En la playa, sacamos a Aura del agua, yo y algunos de los bañistas que me vieron o que escucharon mis gritos de ayuda”. Tendida en la arena ella le dijo: “No quiero morir”. Una ola le había partido la columna vertebral. Al día siguiente, una avioneta los trasladó desde Oaxaca a Ciudad de México.

No pasaron muchas horas y Aura Estrada moría a los 30 años. Ya había publicado una serie de artículos en revistas como Letras Libres y The Boston Review. En su netbook, que estaba en Brooklyn, dejó una novela inconclusa.

“La madre y el tío de Aura me acusaron de ser responsable de su muerte”, anota Goldman en Di su nombre. El dolor familiar era mayor y él prefirió dejar pasar un tiempo para que el volumen apareciera en español.

Hoy su autor dice que “un libro como este nunca se puede ver como algo que sustituya a Aura, a una vida perdida”. Sin embargo, agrega que “a través de las palabras uno sí puede acercarse a lo que hayas vivido”.

En 2009 la editorial mexicana Almadía editó los cuentos de Aura en el libro Mis días en Shanghai. Goldman hizo un altar con algunos de sus objetos, que siguen en su casa de Brooklyn.

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