El primer accidente fue en el campo de pruebas militares donde el físico Bruce Banner testeaba una bomba y terminó irradiado con rayos gamma que lo convirtieron en una bestia. El segundo fue más doméstico: un error de imprenta que terminó por hacer que la piel de The Hulk (“La Masa”, en castellano) pasara de la piel gris con que debutó en quioscos -en mayo de 1962- a la verde en el segundo número de su revista.
El antihéroe más famoso de los cómics cumple 50 años y lo hace con fama remozada por ese taquillazo llamado Los vengadores (2012), con Mark Ruffalo como el tercer alter ego de Hulk en el cine -después de Eric Bana y Edward Norton. Otra confirmación del cambio como constante en la historia de un personaje que partió como un híbrido entre Dr. Jekyll/Mr. Hyde y el monstruo de Frankenstein, pero que en el camino mutó en algo más grande: una alegoría de esa personalidad oculta en todo ser humano y que a cada tanto aflora con inesperadas consecuencias, el Hulk que lleva- mos dentro.
Stan Lee y Jack Kirby, guionista y dibujante, esos Lennon-McCartney del cómic, que inventaron el universo Marvel, modelaron un personaje en eterna guerra contra un mundo que le temía. Trataron de hacerlo atípico, bizarro, siempre desmemoriado, un troglodita de pantalones rotos y con algo de homenaje a los monstruos de las viejas películas Universal, pero el público no enganchó de inmediato y The Incredible Hulk se canceló al año.
El paso del hombrón verde a la serie Los vengadores fue un intento por acercarlo al mundo superheroico antes de hacerlo retomar su rumbo solitario. Hulk se hizo entonces un personaje popular entre los universitarios norteamericanos de mediados de los 60. Hostigado en su historieta por los militares comandados por el obsesivo general Ross, se convertía en ícono contracultural, en otro rebelde emblemático de esos años. La revista Rolling Stone se hacía eco de esa simpatía en 1971, con The Hulk en portada, como símbolo del fenómeno Marvel Comics.
El Increíble Hulk luchaba contra supervillanos y extraterrestres, lo destrozaba todo a su paso y su desventura revelaba a Bruce Banner como un sujeto atormentado, abandonado por su novia, con su historial de hombre de ciencias tirado al tacho, convertido en paria. El filón sicoanalítico de la serie nunca se explotó mejor que en los 70, con el científico alimentando a su enemigo interno con su propia ira y frustración.
En los 90 el guionista Peter David recuperó al viejo Hulk gris y lo convirtió en Mr. Fixit, un monstruo inteligente, que se vestía como mafioso, vivía en Las Vegas y portaba pistolas. El escritor exploró los traumas de Banner, su infancia con violencia intrafamiliar y de ahí construyó un Hulk que cambiaba de personalidad: introvertido, cínico, bestial, civilizado.
Ahora Marvel dio comienzo a una nueva serie, a cargo de Jason Aaron y Marc Silvestri. En esta la doble personalidad de Hulk se hace real: se separa físicamente de Banner y por fin se enfrenta a él.
El otro David
“Karl Gustav Jung lo hubiese amado (a Hulk). Se trata de las diversas formas de la personalidad de un ser humano, exponiendo todas las cosas que puede ser. Jung pensaría que este personaje es muy saludable”, decía Bill Bixby, protagonista de la exitosa serie de TV de los 70.
Hulk sufrió otro imprevisto para llegar a la pantalla: el capricho de un productor al que el nombre Bruce Banner le sonaba “demasiado gay”. Así lo contó Lou Ferrigno, el fisicoculturista que se impuso a Arnold Schwarzenegger en el casting para encarnar al Hombre Increíble en su saga televisiva, que seguía los pasos del rebautizado doctor David Banner.
Después del filme de Ang Lee (The Hulk, 2003) y la secuela de Louis Leterrier (The Incredible Hulk, 2008), Marvel anuncia un tercer filme para 2015. Y no es todo: Guillermo del Toro (El laberinto del fauno) produce una nueva serie de TV para 2013. Esta “cobró más fuerza luego del éxito de Los vengadores, dondel Hulk es interpretado magistralmente por Mark Ruffalo”, dijo Paul Lee, presidente de la cadena ABC.
