La ciencia explica porque gustan tanto los Minions

4628fbb9dc70514d389ed9491243866f_400x400Las criaturas más exitosas del cine fueron creadas para generar empatía.
Empíricamente, tienen uno o dos ojos, manos con sólo tres dedos y una forma aproximada a la de una papa. Su creador, el director Pierre Coffin, decidió incluirlos en el film  Mi villano favorito con la intención de hacer más agradable y carismático al malvado Gru. Sin embargo, estas extrañas criaturas amarillas esconden detrás de sus divertidas características gran parte del secreto de su éxito.
Los minions tienen una cabeza desproporcionada con respecto a su cuerpo, apenas algún pelito suelto, ojos muy grandes y un balbuceo ininteligible. ¿Rasgos al azar? Todo lo contrario.
Los etólogos (estudian los comportamientos automáticos heredados genéticamente) determinaron que el ser humano llega al mundo con una especie de configuración de fábrica que es imposible de deshacer, aún bajo los efectos de una civilización volcada al consumo. Esto determina, entre otras cosas, que un bebé nos despierte (afortunadamente) una automática ternura.
Aquí radica la explicación de cómo los principales dibujos animados creados a lo largo de la historia se han basado en estas teorías para provocar una mayor empatía con los espectadores.
“Los minions no tienen cejas y tienen -no todos- apenas una pelusita en la cabeza. Tienen ojos muy grandes y una cabeza desproporcionadamente grande, y la boca chiquita. Están muy bien estudiados etológicamente”, indicó Augusto Ciruzzi, médico y escritor.
“En el ser humano adulto hay rasgos que despiertan ternura, protección, cariño. Esto es la frente grande, la nariz respingada, la cabeza con unos pocos pelitos, los ojos muy grandes. Son todos caracteres fetoides y esto ha sido tomado por muchos dibujos animados. Desde ET, que tiene una nítida cara de feto humano, hasta los de Walt Disney que apuestan por frentes grandes. Y a lo largo de muchísimos años han generado ternura”, explicó.

Seguir la fórmula
Pese a que la mayoría de los personajes que han entretenido a diversas generaciones no son bebés humanos, todos provocaron la misma reacción al responder a estas características descubiertas mediante el análisis científico del nobel de Medicina y Fisiología, Konrad Lorenz.
“La etología es una ciencia relativamente nueva que empezó con Lorenz, pero el que se ha dedicado más es un discípulo, Irenäus Eibl-Eibesfeldt, que se dedicó a la etología humana”, agregó Ciruzzi.
En 1943, Lorenz definió la morfología corporal que desencadena la afectividad animal hacia las crías mamíferas: que implican todas las características antes mencionadas a las que se suma el lenguaje balbuceante.
“El balbuceo es típico del infante, entonces también despierta cariño. Se hacen entender más con gestos. Hay una enorme cantidad de gestos que hacemos para comunicarnos. Las cejas tenían la función de proteger los ojos del sudor de la frente, pero los etólogos han descubierto que son verdaderas banderillas de señales como las que usaban los barcos. Cuando encontramos una persona conocida o cuando le hablamos a un niño chiquito, hacemos un gesto de simpatía y reconocimiento que es levantar las dos cejas al mismo tiempo.  Nadie le habla a un bebé con la ceja fruncida. Siempre levantando la ceja. Es un símbolo de reconocimiento de amistad. Y el bebé, apenas recién nacido, lo reconoce”, agregó Ciruzzi.

 

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