La energía de fusión es aquella que se genera cuando dos núcleos atómicos se unen formando un núcleo más pesado; hace algunas semanas, científicos de la Universidad de Princeton presentaron en sociedad una investigación que mostraba cómo podría desarrollarse este tipo de energía para producir electricidad a escala mundial, algo que se está intentado desde la década de 1970. Este anuncio provocó un lógico entusiasmo: la fusión, trabajando a gran escala, podría convertirse en una fuente energética limpia e inagotable, es decir, la solución perfecta para uno de los principales problemas globales. A este primer paso se sumó otro: investigadores de la Universidad de Tennessee encontraron el modo de resolver la mayor dificultad para llevar a la realidad la fusión: un reactor que mantenga el plasma a temperaturas increíblemente altas. Pues bien, ellos han desarrollado un dispositivo que, aseguran, puede generar un campo magnético capaz de mantenerse a 100 millones de grados.
El próximo paso es la construcción del reactor experimental ITER, que comenzaría a funcionar en el año 2020. Según participantes del ambicioso proyecto, la energía fusión podría llegar a utilizarse masivamente antes de 2040.
