La tumba de Pakal El Grande en Palenque: un poderoso rey maya

En 1952 el arqueólogo Alberto Ruz halló, en el interior de una pirámide, el sepulcro de un rey maya del siglo VII d.C.

Maya Jade Mask & Burial Artifacts of Kinich Hanab Pakal, Ruler of Palenque, 615 683 AD

Pakal fue enterrado con una bella máscara fabricada con piezas de jade, un material asociado con la eternidad del alma por su dureza y longevidad. Museo Nacional de Antropología, Ciudad de México.

Numerosas veces había subido el arqueólogo Alberto Ruz la escalinata del templo de las Inscripciones de Palenque, sin sospechar que en el interior del macizo basamento se ocultaba una cripta cuyo contenido iba a cambiar el rumbo de la investigación sobre los antiguos mayas. Corría el año 1949 y Ruz era por entonces el director de los trabajos de excavación, consolidación y restauración que se llevaban a cabo en la famosa ciudad prehispánica del estado mexicano de Chiapas.

Aquel día de primavera la atmósfera estaba especialmente clara y la mirada del excavador había vuelto a recorrer las inscripciones jeroglíficas de las paredes del santuario que daban nombre a la pirámide. Su vista se detuvo momentáneamente en una de las losas del suelo del templo, que parecía tener una doble fila de perforaciones en toda su longitud, tapadas con unos tapones también de piedra, preparados con agujeros formando argollas. Otros investigadores, como Frans Blom, habían advertido ya antes ese curioso rasgo, sin poder imaginarse para qué podían servir tales perforaciones.

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Vista de Palenque. De izquierda a derecha, se distinguen el templo del Sol en primer término, el templo de las Inscripciones y el complejo llamado el Palacio.

El suelo del cuarto central del templo presentaba un hundimiento justo al lado de la losa perforada, tal vez consecuencia del desplome de la techumbre o de un intento de saqueo. Por ese roto, Ruz apreció que el grueso muro del edificio no terminaba en el piso, sino que continuaba hacia abajo. El oscuro pozo que penetraba en el basamento del templo estaba taponado con piedras y lajas sujetas mediante mortero de cal.

DESCENSO AL INFRAMUNDO 

La primera excavación se hizo partiendo de ese pozo (sólo más tarde, en 1952, se retiró la losa perforada). Los trabajos permitieron descubrir una ancha escalera que descendía al interior de la pirámide. Los constructores de ese pasadizo abovedado habían tenido buen cuidado de bloquearlo, pero los arqueólogos, tras prolongados esfuerzos, lograron casi despejarlo. Nunca, en un siglo de excavaciones en el área maya, se había encontrado nada parecido, de modo que Ruz pensó que daría acceso a una cámara secreta con ofrendas, tal vez a una cripta donde se hubieran llevado a cabo ceremonias religiosas.

Maya Jade Burial Artifacts of Kinich Hanab Pakal, Ruler of Palenque, 615 683 AD

Brazalete y anillos de jade encontrados en la tumba del rey Pakal. Museo Nacional de Antropología, Ciudad de México.

Se necesitaron cuatro temporadas de arduo trabajo de campo para sacar, con todo cuidado, las toneladas de escombros más o menos compactas del pasadizo. A medida que avanzaba la labor se iba dibujando la hermosa escalinata y la ingeniosa bóveda escalonada por tramos. No era, desde luego, una obra circunstancial. Los nervios de Ruz iban sensibilizándose cada vez más y las condiciones de la excavación eran demasiado duras para poder ir deprisa. En el trópico, la humedad se hace insoportable a menudo y el trabajo en un estrecho túnel, donde hasta hoy rezuma el agua por todas partes, lleva pronto a la extenuación y al desánimo. Ruz contó luego que la cal, que se había conservado todavía fresca por la gran humedad, quemaba las manos de los trabajadores.

LA SEPULTURA DEL REY 

El esperado premio a tanto esfuerzo llegó por fin. A más de veinte metros de profundidad se alcanzaba un rellano donde se encontraron los restos de varios individuos dispersos en el suelo en aparente desorden, cubiertos con cinabrio y cal viva. Enfrente, en la pared, había una enorme losa triangular que basculaba sobre sí misma.Y detrás, una magnífica cámara abovedada en cuyas paredes se distinguían figuras de estuco en relieve, y en cuyo centro destacaba, ocupando casi todo el espacio, lo que parecía un enorme altar o una gran mesa de piedra. La parte superior del monumento era una lápida colosal recubierta con bellos bajorrelieves. Ruz observó enseguida que podía removerse y, ayudado por gatos de camión, en un espacio exiguo, levantó lo que era realmente el remate superior de un sarcófago de piedra en forma de útero. Era la noche del 27 de noviembre de 1952.

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El templo de las Inscripciones de Palenque. A finales de su reinado Pakal I hizo construir este monumento, terminado por su hijo y sucesor, Chan Bahlum II. La cripta quedó sellada desde el entierro del rey, hasta que Alberto Ruz consiguió volver a entrar en ella en 1952.

En el interior de ese sarcófago yacía, cubierto de cinabrio y joyas de jade, un individuo cuya identidad se desconocía. Los objetos recogidos por los arqueólogos en el magnífico mausoleo sumaban varios centenares, entre cerámicas, cuentas, collares, brazaletes, colgantes pectorales, orejeras, figuritas, más una bella máscara de mosaico.Todo ello correspondía al ajuar y las ofrendas funerarias del personaje allí inhumado y a lo que se depositó en la escalera y el rellano de acceso al sepulcro, donde se encontraban depositados los esqueletos de algunos nobles sacrificados. Además, una especie de tubo de mampostería, llamado psicoducto, recorría todo el espacio desde la cámara hasta la superficie del santuario superior, como si se hubiera querido habilitar una vía para que el espíritu del difunto pudiera atravesar la masa de materiales que sellaban su tumba.

PAKAL, SEÑOR DE PALENQUE 

Cuando, bastante tiempo después, se logró descifrar la escritura jeroglífica maya, se supo que el ocupante de tan suntuosa sepultura era el rey Kinich Janaab Pakal I, a quien conocemos como Pakal el Grande o, sencillamente, Pakal. Nacido en 603, entre 615 y 683 fue soberano de la ciudad-estado de Baakal, cuyas ruinas principales hoy llamamos Palenque. El descubrimiento de su tumba abrió una puerta luminosa a la investigación de la iconografía y la epigrafía del período Clásico maya (200-900 d.C.). El mundo supo que los mayas enterraban a sus reyes en el interior de las pirámides, como los egipcios. Y que esas cámaras subterráneas representaban el inframundo, el reino de los muertos, al que en algunas regiones y en el Popol Vuh, libro sagrado de los mayas, se denominaba Xibalbá.

Maya Head Found in Tomb of Kinich Hanab Pakal, Ruler of Palenque, 615 683 AD

Cabeza de Pakal encontrada durante las excavaciones de Palenque. Museo Nacional de Antropología, Ciudad de México.

La tumba de Pakal, por sus características y los objetos e inscripciones que se descubrieron, constituye un hito memorable en la arqueología americana, sólo comparable, tal vez, con la Tumba 7 de Monte Albán (Oaxaca, México) y con la del Señor de Sipán, al norte de Perú. Pakal es uno de los soberanos más importantes de los viejos reinos mayas, y ahora que se ha descubierto también la tumba vecina y casi gemela de la que pudo ser su esposa, la llamada Reina Roja, su reinado ha entrado en la historia como un siglo de oro en el sur de las selvas de la península de Yucatán.

Fuente: National Geographic

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