La utopía de un arte federal: talento disperso que crece en red

45584425-retrato-de-una-hermosa-mujer-artista-que-trabaja-en-varios-proyectos-de-arte-en-su-estudio-foto-de-archivo¿De qué depende que una provincia o ciudad sea un escenario dinámico para el arte? Estado, mercado y artistas en equilibrio inestable, panorama desigual.

Por María Paula Zacharías

Diario La Nación

Una escena del arte no centralizada, compleja, con coleccionistas y galeristas activos en todo el territorio del país parece hoy una utopía. Pero ese sueño va tomando forma en buena medida gracias al tesón de los artistas: el talento está disperso en todo el mapa y donde no hay mercado, los creadores generan sus espacios de trabajo y exhibición. Al calor de programas oficiales con vocación federal y de las escuelas de arte, espacios culturales, salones nacionales, asociaciones de artistas, galeristas, coleccionistas y algunos museos de arte contemporáneo, o bajo la influencia de festivales y ferias, el arte va abriéndose paso y teje su propia red.

Las escenas son desparejas. Córdoba tiene su propio sistema, con coleccionistas comprometidos, galerías con décadas de trayectoria, escuela y tradición propias, artistas de carrera internacional y una rica red de espacios emergentes. La existencia de Mercado de Arte es ya un indicador: «El sistema todavía es frágil -analiza Gustavo Piñero, artista y curador de la feria-. Hay un enorme potencial para que sea sustentable, pero necesitamos tiempo para el desarrollo de políticas públicas y acuerdos privados para tener un funcionamiento más estable. Hay que seguir haciendo relevamientos y acuerdos ciudad-ciudad». Rosario también es rica en artistas y tiene un puñado de salas de exhibición donde los artistas encuentran cobijo, además de su propio circuito off, diverso y ocurrente. Hay artistas, escritores, gestores, editores y pensadores en constante ebullición. La Semana del Arte los saca a la calle y celebra su existencia, con una serie de intervenciones urbanas que tomará la ciudad del 23 al 30 de octubre.

Festivales, ferias y bienales como aquellos marcan un hito en el mapa y en el calendario. Resistencia tiene su Bienal de Escultura y Ushuaia su Mes del Arte Fueguino. En octubre, Bariloche festeja su Mes de la Fotografía y Tucumán, la Bienal de Fotografía Documental. «Desplazar el eje hacia el Norte y atrevernos a generar un espacio internacional fuera de Buenos Aires fue todo un desafío -dice Julio Pantoja, su organizador-. Internet fue la clave. En la Argentina todavía pesa demasiado el puerto. La Bienal ubicó a Tucumán en el concierto de la fotografía argentina y es un vínculo directo entre los autores y el circuito porteño, que por mucho tiempo seguirá oficiando de circuito argentino».

Otras ciudades tienen lo que algunas capitales de provincia no: una cantidad de jóvenes artistas que abren sus propios espacios. A veces surgen amparados por facultades de artes prolíficas, como es el caso de Oberá, en Misiones, que tiene su propio museo (Museo FAYD) y el de Rafaela, Santa Fe, donde organizan hace doce años la Feria Itinerante de Arte Contemporánea.

También los museos pueden ser dinamizadores, como en el caso de San Juan. En el Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson, los artistas locales tienen una sala exclusiva para ellos e iniciativas que los convocan, como la Noche del Dibujo, que el 23 de septiembre pasado contó con modelos en vivo, DJ y muchos dibujantes. Al contrario, en Mendoza, el museo mayor lleva más de un año cerrado por falta de mantenimiento (y de voluntad política), y los artistas se nuclean en refugios como Montaña, Casa Colmena e Imagen Galería. «Durante 2015 empezaron a emerger asambleas, clínicas espontáneas y muestras en espacios independientes», cuenta la artista Clara Ponce, al frente de Montaña.

El Sistema de Información Cultural de la Argentina (Sinca) -un Indec de la cultura- ofrece mapas y estadísticas por rubro, pero no aparecen cifras específicas de artes visuales, más alla de los visitantes de museos y exportaciones de obras de arte (las poquísimas en blanco). La base de datos está en formación. Pero hay ciertos números en el aire. «El 80% de los artistas son gestores. La mayoría no está contenida por instituciones», dice Fernando Farina, que desde el Fondo Nacional de las Artes (FNA) recorrió buena parte del país y organizó un encuentro de cinco días en Rosario en 2015 en el que participaron 40 artistas autogestionados que aún siguen conectados por redes sociales. «Hace varios años que se viene creando una red que da dimensión a una escena federal, sostenida por diferentes generaciones de artistas y gestores que se vio fortalecida por iniciativas como las becas de Antorchas, el proyecto Trama o la última gestión del FNA», cuenta.

Colectivos de artistas

De aquel encuentro rosarino nació la agrupación Consorcio Corrientes, un colectivo de proyectos de gestión que propone hacer visible la producción artística local. La integran grupos litoraleños como Yungas Corrientes, Limbo – Visitante/Local, Leo Tours, La Espejería, Play-Semana de Videoarte y Vivero Subtropical. Otra red es Minga, integrada por los espacios de todo el país como Manta, Curadora, Rusia, Limbo, Cstll569, Diagonal, Trillo, Casa 13 y La Mandorla. Desde la última edición de Mercado de Arte, en Córdoba, también nació un grupo de Residencias de Artistas de todo el país. «Más de quince seguimos en contacto. A partir de algunos consensos generamos encuentros con organismos oficiales. Las redes sociales ayudan a mantenernos comunicados», cuenta Pablo Caligaris, de la Ira de Dios. Un antecedente es Trama, que fue creado en 2000 por la artista Claudia Fontes, próxima enviada a la Bienal de Venecia, y se trató de una plataforma de cooperación para la autogestión artística.

Hoy el FNA tiene a la cabeza a Carolina Biquard, que centra su administración en el otorgamiento de beneficios. «Somos un fondo financiador del arte y la cultura de todo el país. Todas las líneas -becas, concursos, subsidios y préstamos- tienen como prioridad apoyar a los artistas de las provincias. El objetivo es otorgar premios en un 70% a la provincia y un 30% a la ciudad de Buenos Aires», señala. Todas las aplicaciones son digitales, en el sitio www.fnartes.gov.ar, y para consultas, hay una línea gratuita (0800-333-4131).

El Ministerio de Cultura de la Nación también se declara con vocación federal. «Nuestra tarea tiene que ver con estimular el ecosistema cultural y creativo del país -dice Enrique Avogadro, secretario de Cultura y Creatividad-. Trabajamos en red con provincias y municipios, universidades y el campo de la cultura pública no estatal (centros culturales, salas de teatro independientes, residencias de artistas). No podemos pensar el país desde Buenos Aires. Y apuntamos a fortalecer a los actores locales. Para desarrollar ese ecosistema cuadruplicamos los fondos del FNA y este año lanzamos más de 50 convocatorias, con subsidios para la movilidad, difusión e infraestructura».

Avogadro piensa que el problema está en la cadena de valor: «Pusimos en marcha mesas sectoriales para revisar temas como monotributo para artistas, exportación de arte, el blanqueo de obras de arte y esperamos que salga pronto la ley de Sistema Nacional de Desarrollo Cultural -ley de mecenazgo- para todo el país». Los emprendedores son un foco de la gestión de Cambiemos. «Un proyecto cultural autosustentable es un desafío que requiere herramientas como diseño, identidad, plan de negocios, estrategias de financiamiento, construcción de redes y comercialización», dice Andrés Gribnicow, subsecretario de Economía Creativa, al frente del programa Fábrica de Emprendedores, que ya pasó por Tandil y Neuquén.

Otra lógica era la del programa Argentina Pinta Bien, que comenzó en 2003 organizado por el Centro Cultural Recoleta, su Asociación de Amigos y la Fundación YPF. Tras un relevamiento de la producción plástica de cada provincia, un curador organizaba exposiciones, producía catálogos y después las traía a Buenos Aires. «Quedó trunca la tercera etapa, que incluía Buenos Aires, provincia y ciudad. Fue un programa muy abarcativo y federal», dice Magdalena Cordero, presidenta de la asociación.

Sin pasar por el puerto

La tensión global-local que tan bien maneja la Bienal Unasur -en mayo pasado, el sexto Encuentro Abierto Sur Global ocurrió simultáneamente en Tucumán, Berlín y Asunción-, se refleja en la biografía de muchos artistas que cruzan las fronteras sin pasar por el dichoso puerto. Valeria Conte nació y se formó en Buenos Aires, pero emigró a San Martín de los Andes hace doce años. «Descubrí que era mucho más sencilla la gestión en un pueblo pequeño, donde te cruzabas con el intendente en el supermercado. Al principio me fue difícil relacionarme con los artistas locales porque yo traía un modo de formación artística a partir del diálogo y acá todavía se consideraba que el artista producía solo en su taller junto a sus musas. Con los años, hemos construido como hormigas una plataforma sólida de diálogo».

Hay más proyectos itinerantes, que dan impulso a la interconexión. Proyecto Yungas, a cargo de Raúl Flores, se instala por ocho meses en ciudades del país y realiza clínicas para artistas locales. Esos grupos quedan después activos: en Córdoba, los ex becarios siguen trabajando juntos en el espacio autogestionado Casa Flores. Tuvo ediciones en Mendoza, Tucumán y Corrientes, y este mes comenzó la residencia en Tigre. «En cada ciudad hay proyectos independientes que parecen invisibles para el funcionariado. Eso ha dado escenas muy ricas», cuenta Flores, viajero frecuente. «Lo único que tiene monopolizado Buenos Aires es la formación en programas de artistas, como el de la Universidad Di Tella. Las universidades dan sólo formación técnica y en general sirven para conocer colegas que dan origen a esas minicélulas», dice Flores. «Hay que formar profesionalmente al artista, al funcionario y crear futuros clientes. Hay que pensar a largo plazo», opina.

Residencia móvil, coordinado por la artista rosarina Yuyo Guardiol desde 2009, es un viaje de estudios para artistas. «Elegimos una ciudad para investigar su escena, contactar a sus artistas, espacios de arte e instituciones. Este año vamos quince personas a Tucumán en combi», cuenta Guardiol. Ruta de Murales lleva recorridos desde abril 3575 kilómetros y usó litros de pintura en laboratorios creativos dictados por tres artistas urbanos. Pasaron por seis ciudades, y los próximos destinos son Mar del Plata, Tandil, Bahía Blanca, Trelew, Río Grande, Ushuaia y Neuquén.

El recorrido por el territorio nacional puede llevar de la euforia a la desolación. Gustavo Nieto es tucumano y expone ahora en Pasto, galería de Barrio Parque. En su ciudad, abrió Rusia, uno de los pocos espacios para el arte contemporáneo. «La escena de Tucumán está atravesada por una crisis institucional crónica. Sin embargo, gracias en parte a la Facultad de Artes y a los proyectos independientes se generó una producción artística prolífica y de gran calidad», dice. Nieto comienza a ver ciertos claros de luz: «El gobierno de la provincia lanzó un programa de adquisiciones para la Casa de Gobierno. Va a comprar 30 obras de artistas vivos por $ 30.000 cada una. Genera una noción colectiva sobre el precio de una obra; el mercado de arte es bastante incipiente en la provincia».

Otro caso es el de Resistencia, según la artista y gestora Beatriz Moreiro. «Hay muy buenos artistas, que tienen amplia repercusión y la gente va a las inauguraciones, pero no existe la cobertura de medios nacionales. A veces el apoyo oficial va a un grupo reducido. Existe una formación universitaria excelente, movimientos independientes y espacios de autogestión. Esta provincia fue la primera con ley de mecenazgo». Moreiro curó con Matilde Marín el año pasado el festival La Gran Sombra en Corrientes, con artistas de esa provincia, Chaco, Formosa y Misiones. «Corrientes está creciendo a pasos vertiginosos, con la creación de museos y ferias. Desde el Centro Cultural Universitario se produce una movida artística muy relevante, como el Mes del Videoarte. En líneas generales las cuatro provincias crecieron en prácticas contemporáneas».

El problema más de fondo tiene que ver con la legitimación. Farina, que integró el comité de selección de la Bienal de Venecia este año y fue el curador del envío de la obra de Nicola Costantino en 2013, lo analiza: «El arte argentino por años ha sido el realizado o legitimado en Buenos Aires. Muchas veces son las propias escenas las que carecen de mecanismos de legitimación y se manejan con la lógica del colonizado que necesita el reconocimiento del colonizador para «existir». Otras veces la legitimación se desarrolla a partir de creencias o parámetros arcaicos. A eso se suma la falta de instituciones o su poco profesionalismo, y la falta de la difusión de los medios. En el arte actual, el mayor (en muchos casos único) agente legitimador es el mercado (o su ficción), lo que hace que en las escenas donde no existe un mercado, difícilmente se puedan constituir parámetros de legitimación».

Pero, por lo visto, han comenzado a aparecer otras formas de circulación. «Se van generando redes (auxiliadas por Internet) y los espacios alternativos generan otro tipo de circuitos, que escapan inclusive a los límites geográficos del país», dice. Hay talento. Y hay mucho por hacer.

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