Las grandes obras de Domènech I Montaner, el «padre» modernista de Gaudí

Sus construcciones influyeron decisivamente en algunos de los arquitectos que han convertido Barcelona en la capital mundial de la arquitectura modernista.

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El recinto modernista del hospital de Sant Pau de Barcelona, obra de Lluís Domènech i Montaner, declarado Patrimonio de la Humanidad. iStock

El 27 de diciembre se cumplen 100 años de la muerte de Lluís Domènech i Montaner, historiador, ilustrador, político y, sobre todo, arquitecto responsable de alguno de los edificios más emblemáticos de Barcelona. Domènech i Montaner fue un pionero en España y sobre todo en Cataluña del Modernismo, la corriente artística que desde finales del siglo XIX se propuso superar los ceñidos planteamientos del arte academicista, que imitaba fríamente patrones del pasado.

Por contra, la arquitectura de Domènech se inscribe plenamente dentro de los renovadores postulados modernistas: líneas largas y sinuosas, uso del hierro y ladrillo y una gran profusión de decoración con vistosos mosaicos de cerámica y vidrio. Sus construcciones influyeron decisivamente en algunos de los arquitectos que han convertido Barcelona en la capital mundial de la arquitectura modernista, principalmente Antoni Gaudí, que fue su alumno en la escuela de arquitectura de Barcelona.

Estas son sus obras más destacadas, unas de las joyas de la arquitectura contemporánea, como el Hospital de Sant Pau o el Palau de la Música Catalana, declarados Patrimonio de la Humanidad, y algún tesoro desconocido.

El primer moderni

El primer modernista

En 1885 Domènech i Montaner puso en práctica sus ideas arquitectónicas en la sede de la editorial Montaner i Simó (actual sede de la Fundació Antoni Tàpies), que el arquitecto diseñó como un palacete. Su fachada combina influencias clásicas como la simetría de las puertas, árabes, el uso del ladrillo o la composición geométrica, y un coronamiento de carácter medieval, con un yelmo y un ángel trompetero.

Un hotel efímero

El mayor reconocimiento a Domènech i Montaner tuvo lugar a partir de la Exposición Universal de Barcelona de 1888, para la que construyó diversos edificios. Tal  vez el más singular fue el Gran Hotel Internacional, destinado a albergar a los visitantes de la feria. El alojamiento fue inaugurado en abril de 1888 tan solo 53 días después del comienzo de su construcción, en unos terrenos ganados al mar. Levantado sin voluntad de que fuera una construcción permanente, fue demolido un año después. arriba en una imagen de 1888.

Protomodernismo

También es obra de Domènech i Montaner el café restaurante de la Exposición Universal. El edificio recibe el nombre de Castillo de los tres dragones y está emplazado en el el parque de la Ciutadella, el céntrico pulmón verde del barrio del Born de Barcelona. El edificio, de inspiración medieval, sin seer modernista ya tiene algunos elementos que caracterizarán el emergente movimiento como el uso del ladrillo y el hierro, los nuevos materiales que ya había usado en la construcción de la editorial.

Instituto Pere Mata

Entre 1897 y 1912 se levantó en Reus (Tarragona) el Instituto Pere Mata. Por encargo de un grupo de ilustres personajes de la localidad, Domènech diseñó un centro psiquiátrico innovador siguiendo los parámetros de la arquitectura modernista articulado en diversos pabellones. El más destacado y de mayor valor artístico es el Pabellón de los Distinguidos, donde vivían los internos de las familias acomodadas.

Hospital de Sant Pau

El Instituto Pere Mata fue sin duda una inspiración para uno de sus diseños más emblemáticos: el hospiral de Sant Pau, en pleno ensanche barcelonés. La institución se articula también en diversos pabellones construidos en dos fases, una primera entre 1902 y 1913, dirigida por el mismo, y otra a partir de 1920, supervisada por su hijo. El Ayuntamiento de Barcelona le concedió el premio especial al mejor edificio en el concurso anual de edificios artísticos, considerando que cada uno de los edificios era por sí solo merecedor de un premio.

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Un retablo de piedra

La fachada principal se estructura a semejanza de un retablo abierto. En el nivel inferior, tres puertas de acceso con arcos peraltados con una arquivolta decorada con unas baldosas de color azul y blanco con las iniciales P y G que hacen alusión a su mecenas, Pau Gil, banquero promotor de la obra, del cual hay un bustop monumental a la entrada.

Mosaico

Simbología omnipresente

Todos los pabellones muestran la obsesión de Lluís Domènech i Montaner por los símbolos, la decoración y la heráldica. Las formas nos retrotraen a la época medieval, con esculturas de animales mitológicos o los llamados tretramorfos, representación de los evangelistas en la Edad Media. La decoración del edificio combina el mosaico y los motivos florales, típicos del movimiento modernista. Las tejas de esta cobertura recuerdan a otro gran nombre de la arquitectura modernista catalana, Antoni Gaudí.

Palau de la Música catalana

El Palau de la Música catalana fue construido entre 1905 y 1908, financiado por suscripción popular. Es la única sala de conciertos declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO. Otra vez, el edificio fue el ganador del concurso anual del Ayuntamiento, puesto que «irradia el ambiente del arte, animación y belleza en toda su barriada», según el jurado.

Alegoría de la música

El edificio está pensado como una alegoría de la música. En su fachada principal destaca la enorme escultura de La cançó popular catalana.que representa un San Jorge, bajo una figura femenina en el centro como un gran mascarón de proa, que es una alegoría de la música, rodeada de un grupo de personajes que representan el marinero, los campesinos, el anciano y los niños.

Edificio de luz

La gran sala de conciertos está presidida por un gran órgano sobre el escenario y gracias a sus ventanales y a un lucernario central que cae como una gota y que representa el sol, disfruta de una gran luz natural.

Casa Lleó i Morera

Lluís Domènech i Montaner también dejó su huella en la manzana más modernista de Barcelona, la de la discordia. Junto a los edificios de Gaudí y Puig i Cadafalch, la Casa Lleó i Morera hace esquina entre el Paseo de Gracia y la calle Consell de cent. Se trata de la remodelación de un edificio anterior con tres tribunas y balcones de piedra en los diferentes pisos.

La familia Lleó i Morera

En la fachada pueden encontrarse continuas alusiones al apellido de la familia, representando la flor de la morera o las letras L y M, sí como alegorías de los inventos del siglo XX. El edificio está coronado por un templete que excedía la altura permitida por el Ayuntamiento de Barcelona y por el que se tuvo que pedir el permiso necesario.

Fuente: Historia National Geographic

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