«Mi nombre es Bond, James Bond»

JAMES BOND CUMPLE 50 AÑOS. Bellas mujeres, coches rapidísimos y siempre al servicio del bien: desde que en 1962 arrojó al «Dr. No» al sistema de refrigeración de una central nuclear, el agente secreto 007 al servicio de Su Majestad se ha convertido en personaje de culto con 22 películas en su haber.

Títulos como «Goldfinger» o «Diamonds are Forever» son sinónimo de acción, pero con un toque de humor y erotismo. Con sus más de 4.000 millones de dólares recaudados en taquilla, la saga James Bond se ha convertido en la más exitosa de la historia del cine.

A lo largo de estas cinco décadas, seis actores realizaron las más secretas de las misiones secretas bajo el código 007. Y siempre se les vio al lado de deslumbrantes bellezas, especialmente cuando con mucho teatro el mal estallaba en llamas.

El primero fue el escocés Sean Connery, que incluso protagonizó dos regresos años más tarde -uno de ellos no oficial-. Al igual que él, también el londinense Roger Moore encarnó al agente secreto en siete filmes. Y George Lazenby, Timothy Dalton y Pierce Brosnan también se presentaron con la famosa frase de: «Mi nombre es Bond, James Bond».

Actualmente, la licencia para matar está en manos del británico Daniel Craig, que el 23 de octubre protagonizará la premiere en Londres de «Skyfall», con Javier Bardem como villano y la voz de Adele en la banda sonora.

Para Moore, su predecesor y sucesor Connery sigue siendo el mejor Bond. «El creó y definió el personaje, y es probablemente el mejor 007», dijo a dpa el actor, que pronto cumplirá 85 años. «Pero Daniel Craig es un intérprete fantástico y es el perfecto 007 para el año 2012.»

 

El James Bond inventado por el escritor británico Ian Fleming, inspirado en auténticos agentes secretos del servicio MI6, tenía rasgos bien claros: «Los libros de Fleming nacieron en el punto más espinoso de la Guerra Fría», afirma el experto en la saga Siegfried Tesche.

Esa influencia queda clara en películas como «From Russia with Love». Pero la receta del éxito de la saga es adaptarse a los tiempos, ajustar la ficción de espionaje y criminales psicópatas a la esfera política global.

Así, desde la caída del telón de acero, las tensiones entre Europa oriental y occidental dejaron de servir a la trama, que actualmente se centra en el terrorismo internacional o en la lucha por las materias primas, como la entrega más reciente, «Quantum of Solace». Pero el motivo de la acción, afirma el experto Tesche, no es lo más importante. «Lo clave son los personajes.»

Las escenas con el jefe de los servicios secretos «M», el encargado de los más inverosímiles artefactos «Q» o la secretaria «Miss Moneypenny» forman parte del repertorio permanente de la saga y son especialmente reconocibles. E inolvidables son también los rivales del agente 007: tanto Gert Fröbe en «Goldfinger» como Telly Savalas en «On her Majesty’s Secret Service» desataron una auténtica fiebre Bond en los años 60.

Junto a los villanos, sus secuaces como el Jaws de «Moonraker» fueron muy celebrados por los fans. Al igual que el ayudante de Bond Oddjob o incluso la banda sonora de las películas. El compositor Monty Norman, que al parecer escribió la melodía de cabecera de la saga en un par de minutos, fue aplaudido durante décadas, hasta que John Barrt realizó algunos arreglos, lo que sumergió a ambos en años de disputas.

Pero volviendo al pasado, en 1962 no se esperaba ni mucho menos un éxito semejante cuando los productores Albert R. «Cubby» Broccoli y Harry Saltmann adquirieron finalmente los derechos de las novelas de Fleming. A muchos en Hollywood el tema les parecía demasiado británico y apenas había actores de renombre dispuestos a interpretar a Bond.

Sean Connery era en realidad la tercera opción, y ni siquiera tenían director antes de que Terence Young se mostrara dispuesto. Broccoli y Saltzmann tuvieron que reunir un millón de dólares en aquel entonces comenzó el rodaje en Jamaica. Ni siquiera dio para que la puerta de la oficina de «M» estuviera forrada con auténtico cuero y los cuadros eran de cartón.

Entre tanto, la hija de Broccoli, Barbara, y su hijastro, Robert G. Wilson, han tomado las riendas del negocio familiar con James Bond. Para su última producción, «Quantum of Solace», disponían de 200 millones de dólares.

Sin embargo, no todo se ha vuelto más lujoso en la saga: el legendario martini con vodka «mezclado, no agitado» que solía pedir el agente pasa en el nuevo Bond de «Skyfall» a una simple cerveza.

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