Rapera, psicologa y profesora de Yoga. Miss Bolivia vuelve a la región con su lírica imparable y su compromiso callejero.
Por Sebastián Curinao
Es viernes, pero no éste, otro. Paz Ferreyra toma el vuelo de las 16,35, el que une Aeroparque con Córdoba Capital. Mientras sube, y antes de que la azafata pida apagar los dispositivos electrónicos, atenderá el celular y dirá que no puede hablar ahora, que la llame a las 18,30. Esa noche, la psicóloga y profesora de Yoga, se transformará una vez más, en «Miss Bolivia», una rapera que «no puede zafar de la música».
Hoy vuelve a la Patagonia. Ya no es aquella adolescente que, como Paz, y mochila al hombro, pateó la cordillera con amigos. Es esa artista emergente que combina el rap, el reggae y la cumbia electrónica como nadie y de la que hablan todos. El proyecto nació hace siete años en la calle Bolivia en el barrio La Paternal de Buenos Aires. «Harán tres o cuatro que tomé la decisión de dejar todo el resto de mis otras ocupaciones y me dediqué exclusivamente a esto. Ahí podríamos decir que Paz le dio un espacio importante a Miss Bolivia» precisa la artista al diario «Río Negro», pocos minutos después de bajar del avión, ya en suelo cordobés. «Yo tenía otros trabajos, era productora de televisión y también trabajaba como psicóloga» agrega quien siguió la corriente deleuziana en grupos de contención y riesgo. «Sigo trabajando con la psicología», confiesa despreocupada. «Antes uno trabajaba más académicamente o de una forma más clínica o comunitaria, pero aquí el micrófono también es un dispositivo terapéutico. Hay muchos contenidos de Miss Bolivia, que no serían lo que son si yo no hubiera leído los libros que leí o no hubiera experimentado ciertas situaciones límite o realidades distintas», dice.
