Natalia Ferreyra: «Cuando escribo me vuelvo invisible, como si todo dejara de doler»

la-hora-lobo-2-jun15En su primer libro, «El resto de los días», la cordobesa reúne más de media docena de relatos protagonizados por mujeres que bucean en un tiempo de inflexión, donde el presente interroga a un pasado que a veces se impone como ideal, otras reclama volver sobre sí mismo o simplemente ser dejado atrás.

Por Milena Heinrich (Télam)

Un viaje familiar, una mujer en plan de vacaciones que parece encontrar refugio en los brazos de sus hijos mientras su ausencia se hace eco en el recuerdo de otro hombre; el reencuentro de dos amigas; o la narración en carne propia sobre un hermano desaparecido tras lo que parece ser un delirio mí­stico musical, son algunos de los disparadores de las historias de «El resto de los dí­as» (Nudista).

Natalia Ferreyra (1980) es licenciada en Comunicación Social, trabaja en prensa y desarrollo de contenidos, y es autora del documental «La hora del lobo».

Formada en talleres y clí­nicas con Selva Almada y Julián López, con la publicación de su primer libro, Ferreyra cerró una deuda pendiente y ahora tiene un nuevo horizonte: la posibilidad de un futuro que le permita vivir de algo relacionado a la literatura.

«La experiencia fue hermosa. Requirió mucho trabajo pero lo disfruté, no me habí­a pasado antes con ningún otro trabajo. Eso me conecta y me diferencia de los personajes del libro: yo me animé a hacer el quiebre, a dejar de hacer foco en el trabajo rentado, en los ví­nculos desechos, en el desamor y me puse a escribir. La literatura me salvó los últimos tres años. Quizás suena exagerado pero es lo que me permitió volver a sonreí­rme a mí­ misma», confió en una entrevista con Télam.

Para Ferreyra un relato surge de una escena, de algo que vio, de una conversación que le quedó dando vueltas.

«Cuando escribo me vuelvo invisible, como si todo dejara de doler. Entonces también escribo para eso, para soltar ciertos dolores o procesarlos. Si bien las historias son ficciones siempre hay algo que me une a ellas. Y a veces hago todo lo contrario, tomo venganza de la realidad», dice.

-Télam: Son historias protagonizadas por mujeres que a veces parecen sentirse mejor con el pasado que con el presente… ¿cuál dirías que es el hilo, el ritmo, que une a los relatos de tu primer libro?

-Ferreyra: La maternidad que aplasta, la ausencia de deseo, la falta de valentí­a para asumir los riesgos que implican ciertas decisiones. El pasado no como algo idealizado, si no como forma de evidenciar la transformación que sufren algunas personas a lo largo de los años y que no necesariamente conducen a mayores libertades. La influencia de los mandatos, las decisiones tí­midas y tibias, el matrimonio como lugar de tensiones y choque de identidades.

El libro trata de mostrar cómo en lo cotidiano uno mismo puede adormecerse en la ausencia de deseo, andar mecánicamente cumpliendo con una rutina que sólo ayuda a subsistir. Y sin deseo, sólo hay muerte, fí­sica, psí­quica y emocional. Pero es muerte. Eso es algo que a mí, me tortura. No puedo ver personas así­. Es como ver una planta que agoniza al rayo del sol sin una gota de agua.

-T: ¿Y el título, «El resto de los dí­as», cómo aparece?

-F: Tiene que ver con el pasado y el presente. Lo trabajamos con el editor Martí­n Maigua y coincidimos en que los personajes siempre estaban en una disyuntiva de seguir sus vidas así­ o dar un vuelco que los orientara hacia otro lado. Es un interrogante, una apertura a que esas personas rompan con eso o bien continúen así­, viviendo lo que los acosa en los relatos. Los dí­as como libertad o los dí­as como condena.

-T: El pasado aparece a veces como bisagra, como ideal, como una espina que atraviesa el presente o como un tiempo al que hay regresar.

-F: Sí, a veces es lo idealizado: donde fuimos felices, más libres; pero a veces, donde fuimos engañados e ingenuos. El pasado es parte de la historia de cualquier persona y es una historia que te acompaña siempre, por más que intentes sacarte eso, es como la piel. En la memoria, en los recuerdos. Creo en la potencia que tiene porque nos va forjando. El tema es que si uno lo esconde, no lo trabaja, lo niega o lo quiere tapar se hace más poderoso y cruel. Para cortar con el pasado tenés que atravesarlo y a veces puede ser un infierno como el de Dante. Pero si no atravesás eso, vas a volver a crear infiernos.

-T: Estos relatos están contados y protagonizados por mujeres, como madre, hija, hermana, pareja, amiga ¿cómo aparecieron estas voces, estos roles?

-F: No hubo voluntad de que sean sólo mujeres las protagonistas, surgió así­. En nuestra sociedad las mujeres la podemos pasar muy mal. Siempre observé con atención y dolor eso. Tiene que ver con mi sensibilidad y con lo que me conmueve. Si bien las protagonistas son mujeres están los hombres que ejercen un rol poco claro en las historias. Están perdidos, ausentes, a veces con un sentimiento de impotencia que no saben cómo canalizar.

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