Pilar Sordo: en terapia desde el escenario

Con funciones agotadas, la psicóloga chilena viene a la zona con «Viva la diferencia».

Es raro. Pilar Sordo agradece que la entrevisten. Agradece el tiempo dedicado. Básicamente agradece, educada. Del otro lado del teléfono, en una habitación de un hotel de Viedma, donde comenzó su gira por la Patagonia el miércoles pasado, su voz suena como la de una niña simpática sorprendida por su buena racha. Con ese mismo tono Pilar Sordo se define a sí misma como una «pésima alumna» de los dolores y golpes que tuvo que afrontar en su vida. Una pésima alumna que, hay que decirlo, ha sabido traducir cada uno de esos magullones en un libro que, a su vez, se transformó en best seller. Y, aunque muchos la pongan en el lugar de la gurú que viene a cantarles unas cuantas verdades en lenguaje llano y cargado de humor, ella asegura que simplemente viene «a decir que estamos todos en la misma cagada». Es raro: ella no termina de creer el fenómeno que la rodea, pero llena auditorios de gente dispuesta a escucharla.

En Roca ya vendió las 500 entradas a quienes irán a verla el próximo domingo 12, en la Asociación Española en el marco de la primera Feria del Libro organizada por la Fundación Cultural Patagonia. En Neuquén dará tres funciones en el Casino Magic, el 9, 10 y 11. En Bariloche, llenará el Teatro La Baita, este miércoles, con entradas que, en todos los casos, van de los 110 a los 150 pesos.

Ella, dice, no se para sobre el escenario como una sabia sino como una más. Asegura que no tiene todo claro. Jura que vive en medio de un caos, y que, como toda mujer, se traslada por esta Patagonia con una valija enorme con más vestidos de los que podría usar («Es que cómo voy a saber yo si me baja la depresión y me veo un rollo y entonces ese vestido ya no me queda bien y tengo que cambiar de vestido y esas estupideces femeninas», dice riéndose). A todos los que quieran oírla, esta psicóloga chilena que se transformó en furor en YouTube, les hablará de «Viva la diferencia» el primer libro de los cinco que lleva editados. Un material que, en sus palabras, «rompe maravillosamente con el feminismo y con el machismo, y establece espacios de encuentros que son nuevos desde la forma de relacionarnos». Todo adosado con su humor natural. «Me parece que desarrollé el humor como mecanismo de defensa porque he tenido una vida muy difícil. Siempre me funcionó. Y junto con mi fe, que es lo que logra me pare en la vida, el humor me ha salvado de varias», dice ella, desde el otro lado de la línea poco antes de salir a escena, como la nueva reina del stand up comedy psicológico.

–¿En qué momento pensaste que podías dejar tu consultorio para subirte a un escenario?

–Nunca me di cuenta. Yo empecé a dar conferencias antes de recibirme como psicóloga y me di cuenta de que a la gente le empezaba a gustar lo que yo hacía; que para mí eso era absolutamente natural y que perdía el temor al ridículo, lo que es un aspecto importante. De a poco me fui atreviendo a ser yo en este caos que soy, y me di cuenta de que la gente me apoyaba. No fue algo que yo haya planeado hacer, ni querido hacer, ni soñado hacer. Jamás soñé con escribir un libro ni nada . Yo iba a ser psicóloga clínica que es lo que fui, y por eso empecé a investigar y desde ahí empecé a comentar a la gente que me encontraba y a la gente le gustó y así empezó.

–Es raro pasar de eso a ser una especie de gurú, una suerte de estrella de rock de la psicología…

–A mi también me parece raro. Yo soy consciente del cariño, lo recibo, me encanta y trato de devolverlo desde mi más absoluta pequeñez, con mi profesionalismo y mi capacidad para entregar. Pero de todo eso de la fama y del éxito, no soy consciente ni quiero serlo. El día que yo sea consciente de eso quizás me de tal pavor escénico que no voy a poder hacerlo más. Siento que de alguna manera mi no consciencia me hace mantener mi naturalidad, me hace tener una vida absolutamente normal, hace que la gente que me quiere me quiera y me hace ser lo que soy. Porque yo no soy iluminada, yo investigo; yo no soy sabia. Yo investigo y le cuento a la gente lo que investigué y se los transfiero de la mejor manera. Para hacerles sentir que la primera alumna de esas investigaciones fui yo; que generalmente soy pésima alumna, que en general tengo que repetir materias, y que por esas repitencias me comunico con la gente de igual a igual. Yo no me paro ahí como si les dijera que yo sé lo que ellos no saben. Yo les vengo a decir que estamos todos en la misma cagada. Y de alguna manera, las herramientas que medianamente me he dedicado a aprender gracias a las investigaciones, se las transfiero a ellos para que estén en el mismo caos que estoy yo. La naturalidad que siento que tengo la tengo porque no entiendo nada, afortunadamente.

–Más allá de tu humildad, la gente llena teatros para verte y escucharte…

–He llegado a la conclusión de que hay cuatro factores que lo explican: uno tiene que ver con que investigo. Lo que digo es el reflejo de lo que a la gente le pasa pero que antes no había visto. Y eso se agradece en un mundo tan caótico y desordenado como el que vivimos: que venga alguien a decirnos aquello que habíamos visto pero no nos atrevíamos a nombrar. El otro factor es el lenguaje: yo hablo en un lenguaje tremendamente cotidiano, muy cercano. Eso evidentemente genera una transversalidad en la gente. El tercero es que la gente no necesita saber mucho de psicología, ni haber leído muchos libros ni ser culta para entender a Pilar Sordo. Eso hace que haya una gran masificación en el público. El gran trabajo mío es que me entienda la gente que nunca va a poder hacer terapia. Mi objetivo es llegar ahí. El 90% de la gente no tiene la plata para llevar una terapia de tres años. Entonces, yo bajo la complicidad de mis investigaciones a un lenguaje llano, que es la parte más difícil de mi trabajo, bajarla a un nivel sencillo en el que las palabras estén puestas al servicio de la gente. Y el cuarto es el sentido del humor: el humor genera complicidad. Por ejemplo, para los hombres, que yo me ría de las mujeres y me ría de mí misma, genera un espacio de cercanía. Es un factor que realmente influye porque disipa miedos.

–Dijiste que el humor y la fe también te ayudaron mucho en tu vida. ¿En qué momento?

–A mí me ha pasado de todo. Escribí «Viva la diferencia» después de mi separación matrimonial. Después tuve una relación tremendamente tóxica en la que yo permití que me hicieran mucho daño. Después tuve un amor increíble que falleció de un cáncer de páncreas. Yo misma he estado a punto de morirme, tengo una hija que estuvo a punto de morirse, perdí un hijo en el vientre, o sea…

–De ahí que consideres que «los grandes aprendizajes vitales ocurren después de haber sufrido», como dice en tu último libro…

–Es que yo creo que por qué no, por qué a mí no me va a ocurrir nada. Nadie es monedita de oro para que no le ocurran cosas. La vulnerabilidad es algo a lo que todos estamos expuestos. A mi me ha tocado duro, y he tenido la maravillosa posibilidad de pararme muchas veces y en ese pararme muchas veces, también he ido adquiriendo aprendizajes que me han permitido aprender a disfrutar del presente, a ser lo más natural posible. Eso la gente lo nota y lo percibe cuando me escucha.

–Varias veces repetís que sos muy mala alumna, que aprendiste de tus propios errores…

–Es que lo que yo he sufrido a mí me ha servido. El «Viva la diferencia» surgió del dolor de mi separación. La investigación de mi último libro, «Bienvenido dolor», comienza cuando a mi último amor le detectan cáncer y se consolida cuando el fallece y yo creo una fundación para los que tienen cáncer de páncreas y pulmón. Dios me ha permitido que me pasen estas cosas y yo siento que estas cosas que me pasan, tanto buenas como malas las tengo que poner al servicio de los otros. «No quiero crecer» está relacionado con la educación de mis hijos. Eso también tiene que ver con lo que me ha pasado, con lo que mis hijos me han obligado a investigar. Hay una cosa de mirada personal en mis propios errores, y de hacerme preguntas. Desde ahí quiero ayudar a la gente y por eso la sintonía, porque lo que yo investigo es lo que les pasa a todos. No son cosas muy teorizadas sino muy vivenciales…

Verónica Bonacchi vbonacchi@rionegro.com.ar

FUENTE: diario Río Negro

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