Este jueves se estrena en todos los cines la nueva entrega del filme con el que Steven Spielberg marcó una época. Ahora, es un parque temático que la gente puede visitar. Y todo se complica
Corría el año 1993 cuando Steven Spielberg hizo historia con «Jurassic Park», el sueño de un parque temático con dinosaurios de carne y hueso.
Este jueves, 22 años después, ese universo regresa con «Jurassic World», una de las películas más esperadas del año.
Como ya sucedió en la tercera entrega de la saga, esta vez Spielberg vuelve a participar como productor ejecutivo, mientras que el poco conocido Colin Trevorrow corre a cargo de la dirección.
El filme recrea una vez más el parque ideado por John Hammond (al que dio vida Richard Attemborough), ambientado de nuevo en la isla Nublar. Pero entre los actores, sólo repite Bradley Darryl Wong.
Este da vida a uno de los especialistas del laboratorio donde esta vez también se gestan las criaturas que poblarán el parque. Por supuesto, la tecnología juega un papel crucial para que los visitantes del lujoso complejo temático puedan disfrutar de los animales prehistóricos de una forma segura y moderna.
El Jurassic World -algo así como un Disney de la prehistoria, lleno de dinosaurios reales- lleva 10 años funcionando sin inconvenientes pero el boom inicial del parque ha ido en declive y la junta directiva decide una jugada tan ambiciosa como peligrosa: crear un dinosaurio nuevo: un híbrido de dinosaurio conocido como Indominous Rex.
Genéticamente modificado, es un híbrido creado a partir de ADN de Giganotosaurus, Rugops, Majungasaurus, y el Carnotaurus. Pero algo sale mal: su conducta es muy agresiva, y enseguida pierden el control de la bestia, con todo lo que eso significa.
Sí, imaginen, un parque temático, lleno de familias visitando el lugar, forzados de repente a huir porque una bestia sin control quiere comerse a todos.
A partir de ahí, el dinosaurio arremete contra todo lo que se mueve, generando un caos que vuelve a poner en entredicho la idea de Hammond de controlar la naturaleza.
Aunque es un argumento conocido, Spielberg y el equipo de los estudios Universal han hecho un excelente trabajo de promoción al mantener en secreto la imagen del nuevo monstruo con el que tienen lidiar los cuidadores de «Jurassic World».
La trama de este filme que ha sufrido más modificaciones que el propio guión, está protagonizada por Chris Pratt en el papel del entrenador de velociraptores y por Bryce Dallas Howard como la manager de operaciones del parque.
El largo camino al filme
La cuarta entrega de la millonaria franquicia comenzó a discutirse en marzo de 2001, cuando sonaban los primeros rumores en Hollywood.
Desde entonces y hasta ahora que se aproxima el estreno ha sucedido de todo: de la posible inclusión de los actores que estuvieron en la película original hasta el fallecimiento de Michael Crichton, el escritor en que se basó Spielberg para poner en marcha la saga.
El propio Spielberg estuvo siempre detrás empujando el proyecto al sentir que tenía una historia entre manos tan buena o mejor que la primera.
«Ver ‘Jurassic World’ cobrar vida es como si ‘Jurassic Park’ se hubiera hecho realidad», dijo el cineasta, que durante un acto de promoción apuntó a la gran cantidad de sorpresas del filme y la confianza depositada en su director, Colin Trevorrow, después de la salida de Joe Jonhston.
Por todo eso la inversión ha sido superior a los 150 millones de dólares, de nuevo deslumbrando al espectador con el nivel de tecnología y la capacidad de reproducir dinosaurios como si no se hubieran extinguido hace millones de años.
Confían además en reconducir una franquicia que había perdido el norte y que parece haber vuelto a sus orígenes, a querer rememorar sus mejores momentos.
Este jueves se estrena en todos los cines la nueva entrega del filme con el que Steven Spielberg marcó una época. Ahora, es un parque temático que la gente puede visitar. Y todo se complica
