Es en realidad una “balsa” de piedra pómez, pero por su tamaño, unos 25 mil kilómetros cuadrados, puede considerarse como una verdadera isla. De hecho, si fuera una isla con todas las de la ley, sería la 45ª más grande del mundo, compartiendo la ubicación en el ranking con, por ejemplo, Sicilia. Está ubicada en el Océano Pacífico, a 1.600 kilómetros de Auckland, Nueva Zelanda, y fue descubierta por un piloto militar neocelandés que se encontraba patrullando la zona. Una vez informado el extraño fenómeno, la Armada envió un barco a investigarlo, y allí los oficiales se encontraron con un paisaje impensando: una inmensa balsa compuesta por millones de piedras pómez, cuyo escaso peso les permite flotar en el agua, componiendo una imagen que asemeja a una gran placa de hielo.
Los científicos que investigaron las muestras tomadas por el barco, aseguran que la extraña isla es de origen volcánico: la piedra pómez se forma durante grandes erupciones, principalmente cuando la lava emerge en el agua. Lo que no se sabe a ciencia cierta es de qué volcán se trató en esta ocasión, aunque el principal candidato es el volcán submarino Monowai.
